La promesa que alimenta al monstruo [bl]

Capitulo 2:Distancia en la herida

Doriam llega a su casa con sentimientos de culpabilidad otras vez le hizo daño a alguien querido…. se va a la cocina y busca vendajes para vendar su brazo al parecer no era suficiente con morderse y hacerse una herida profunda hora atras se lastimaba para estar consciente la tela está empapada de sangre

Sus ojos estaba fijos el desastre que ocasionó para atrapar a mithar

Mithar, ahora que sabia lo que el era

Doriam—¿Me va a seguir viendo igual? ¿Y si de lugar de confiar,me comienza a temer y se alejara?

Doriam no podía dejar de preguntárselo.
Y tampoco podía culparlo si lo hacía.

Apretó los dientes. La carne aún ardía bajo el vendaje, punzante, viva.
Pero no tanto como la idea de perder aquello que juró proteger.

Doriam—¿Por qué tú…? (murmuró, apenas audiblemente).

¿Por qué él había heredado esa maldición? ¿Por qué alguien tan humano, tan perdido, tan fuerte a su manera… había nacido con una esencia capaz de llamar al hambre?

Y entonces lo sintió.

Una presencia.
Una aura oscura, pegajosa.
Alguien estaba allí. Afuera.

Doriam se levantó de inmediato. A través de la ventana vio una sombra encorvada frente a la puerta trasera de la casa de Mithar. Pequeña. Ágil.
Un monstruo.

Se movió con rapidez. Salió por la puerta principal, En segundos, le dio una patada mandado a la criatura lejos,estaba frente a la criatura.

La criatura se levaton y dijo

Criatura—No quiero pelea, híbrido.

Doriam no le respondió. Lo observó con el rostro sombrío, la mirada fija.

Doriam—largo de aqui

Criatura —acaso no Lo sientes —dijo el monstruo con una voz rasposa—. El olor… ese chico.
No es un simple humano.

Doriam se tensó.

Doriam —ya que estas aqui te tengo unas preguntas ¿por que su aroma y su carne es tan especial?

El monstruo sonrió, sus dientes podridos brillando bajo la lluvia.

Criatura —nos as escuchado que Hace siglos existía un pequeño grupo de humanos con una carne especial. “Proteína vital”, la llamaban los de nuestra clase. Su energía se alojaba en cada célula.
Quien los comía… obtenía poder. Regeneración . Deseos cumplidos.
Pero eran una maldición para sus pueblos.
Atraían monstruos. Eran faros de hambre.
Los abandonaron. Los vendieron.
Y con el tiempo… los exterminaron.

Doriam sintió un nudo en el pecho.
Mithar… ¿era uno de ellos?

Criatura—Este chico… Su energía estaba dormida. Algo la activó hace poco. ¿no?

(frunció el ceño).

Doriam—¿Qué quieres?

Criatura —No vengo a luchar. Quiero hacer un trato. Solo un trozo de su carne. No tiene que saberlo. Puedo darte algo a cambio. Poder, quizás…

La furia encendió los ojos de Doriam.

Y se lanzó.

El monstruo intentó escapar, pero Doriam fue más rápido. Lo redujo con una sola embestida, sus garras perforaron su cabeza. Sangre negra tiñó la acera bajo la lluvia.

El monstruo rió con su último aliento.

—No podrás protegerlo por siempre. Vendrán más… más fuertes que yo.
Y cuando lleguen… será su fin.

Murió con esa sonrisa torcida en el rostro.

Doriam se quedó quieto sobre él, respira Agitado. No por el esfuerzo…
Sino por lo que acababa de oír…..

Ya habían pasado cuatro días desde el último ataque.
cuatro dia de silencio.
cuatro días en los que Doriam no dijo nada sobre lo que escuchó del monstruo.
Sobre lo que realmente era Mithar.
No podía. No todavía.no justo cuando mithar esta herido.

Mientras tanto, Mithar seguía descansando, o al menos lo intentaba.
Su cuerpo dolía menos, pero su mente no encontraba paz.
Quería preguntar. Quería saber qué significaba eso que Doriam había dicho sobre su olor, sobre su “energía”.
Pero cada vez que pensaba en acercarse, su cuerpo se tensaba.
La imagen de Doriam… como era aquella noche, seguía viva en su memoria.

Por su parte, Doriam luchaba con otro problema.
Tenía hambre.
Una necesidad punzante y constante que no podía saciar con heridas propias. no ah encontrad nada .
tuvo que hacer un trato con ciertas criaturas… las criaturas quería sangre de doriam ,le pregunto la necesidad pero esto no digiero nada. al final le dio su sangre .A cambio, prometieron traerle algo. Aún no sabía qué. Solo que sería “una solución temporal”.

No confiaba en ellos. Pero no tenía otra opción.

Esa mañana, tomó su botiquín y caminó hacia la casa de Mithar.
Tenía que ver cómo estaba.
Tenía que asegurarse de que la herida no se hubiera infectado.
Y… aunque no lo dijera en voz alta, solo quería verlo.

Tocó la puerta dos veces.

Desde dentro, Mithar se levantó, aún adolorido. Al mirar por la rendija, su corazón dio un vuelco al ver la figura de Doriam al otro lado.

Mithar abrió la puerta apenas unos centímetros.

Mithar—¿Qué quieres? (preguntó, sin mirarlo directamente).

Doriam—Ver cómo estás

respondió Doriam con serenidad, cargando el botiquín en una mano.

Mithar intentó cerrar la puerta, pero Doriam puso el pie para evitarlo.

Doriam—Solo quiero revisar la herida. La de tu espalda, debe seguir doliendo.

Mithar—Estoy bien. Puedes irte.

Doriam—No puedes verte esa zona tú solo. Solo quiero asegurarme de que no esté infectada.

El silencio entre ambos se volvió denso. Mithar dudó. Su espalda seguía doliendo, y lo cierto era que sí le costaba revisarse. No le gustaba la idea de que Doriam se acercara, pero… tampoco quería que la herida empeorara.

Finalmente, se dio media vuelta y caminó hacia el sofá sin decir una palabra.




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