TU Y YO
Año 2011
Como si fuera un maldito llamado a la realidad, desperté en la cama, con el calor quemando mis entrañas. Cerré los ojos unos minutos sintiéndome completamente mal. Pasaron diez segundos en darme cuenta que lo que no podía era respirar. Me levanté desesperada a buscar mi inhalador de asma, sintiendo como me faltaba el puto aire en los pulmones.
Es impotencia de no coordinar, de no saber que hacer. Sentir que te quedas sin aire y que tienes un reloj en cuenta regresiva atrás que no puedes parar. El reloj sigue pasando y tú en tu desesperación no encuentras lo que necesitas.
—Cálmate un poco —dijo Alex quitándome mi bolsa.
Para esto, las lagrimas ya estaban saliendo de mis ojos y estaba completamente inmóvil. No respiro. No respiro. No respiro. No respiro.
—Aquí esta —dijo Alex al cabo de horas, o al menos así lo sentía yo —. Abre.
Respire profundo la medicina dejando que el ventolin llegara a mi pulmones casi cerrados. Volví a hacer el proceso desesperada. Intente calmarme esperando a que hiciera efecto y en menos de lo que pensé ya estaba respirando mejor. Seguía llorando, pero solo de frustración de perder el control de mi cuando no respiro. Es estúpido pero cierto.
—¿Mejor? —preguntó Alex .
Asentí, incapaz de poder hablar, asustada y aun temblando.
—Juro por mi vida que voy a ponerte este inhalador en el cuello —dijo Alex un poco frustrado.
No era la primera vez que pasaba esto y siempre era porque me ponía tensa al no encontrar mi inhalador a tiempo. Quizá Alex había pasado por la misma crisis unas tres veces ya conmigo, para él seguía siendo igual de aterrador.
—¿Qué hora es? —logre decir a los minutos.
—Son las seis de la tarde.
Nos habíamos tomado una larga siesta hoy, mi jefe me pidió trabajar el turno de la mañana por lo que había tenido que despertarme a las siete para bañarme y arreglarme. En hora Santorini, era demasiado temprano.
—Cuatro horas —negué con la cabeza —. Ese es todo un reto ¿Por qué me dejaste dormir tanto?
—Porque si no te hubiera dado asma, seguiría durmiendo —confirmo lo que ya sabía. Ambos nos quedamos dormidos, genial.
—Lo siento —sonreí sin realmente sentirlo —. Tengo hambre —admití sin ninguna vergüenza.
—Tengo planes para nosotros, así que vas a tener que aguantar un poco.
Suspirando dramáticamente, me levanté del suelo para buscar mi ropa. Nos vestimos y en menos de lo que esperaba, estábamos fuera camino al automóvil de su primo que nos prestó por hoy. Manejó en dirección a una área muy alta de Santorini, nunca en mi vida había estado aquí antes.
—¿Vas a matarme?
—¿Qué? —Alex arrugo el ceño mientras pasábamos por las estrechas calles, al lado estaba una caída libre a la caldera, un mal cálculo y moriríamos ambos.
—¿Qué pasa si viene un carro en la dirección contraria? Esto es muy estrecho y alto y… ¿A dónde vamos?
—Respira, Mia. Este es el lado de subida, hay otro camino de bajada. Además, está es la área menos turística de la isla. Una preciosidad.
El área resulta ser llamada Pyrgos y nos estaremos quedando ¿Pueden creer eso? ¡Quedando en un hotel! No me lo esperaba en lo absoluto. Tuve que llamar a mi jefe para preguntarle si era verdad que él me había autorizado faltar dos días al trabajo. Al parecer los planes eran salir temprano, pero gracias a que nos quedamos dormidos, paramos en el hotel a las siete de la noche.
Alex bajo las maletas, las cuales no vi ni en que momento metio, ni que ropa trajo para mi. Entramos a la recepción donde un chico muy amable nos llevó a nuestra habitación. Éramos los único en esta preciosidad de hotel llamado Enastron Suites Hotel. Estaba viendo la hermosa caldera a nuestros pies, el lugar era altísimo y hacia que las faldas del volcán y toda Santorini en sí, se viera como un cacahuate.
—Te pasaste —dije suspirando cuando Alex me abrazo por atrás.
—Ahorre un poco para nosotros dos.
Sonreí. En un pasado le diría que pagaría mi parte o algo por el estilo, pero viendo esto y el detalle que de haber ahorrado para mí, sería estúpido quitarle lo lindo del detalle.
Me di la vuelta, besando sus labios, dejando que todos mis sentimientos se posaran en ese beso, un solo beso infinito en las alturas de Pyros.
—Gracias —susurre a sus labios.
—El gusto es mío.
Entre a la habitación, una linda habitación blanca con detalles madera, los sillones de una sala completamente equipada con una ventana de pared entera estaba del lado al mar. En esa ventana podía ver perfectamente la caída del sol, sentada en la comodidad de un sillón y los brazos de Alex.