TIEMPO
Año 2011
Tiempo. El tiempo es sagrado sobre todo cuando se pierde. La vida está controlada por el tiempo. Tiempo… maldito tiempo que pasa tan rápido cuando quieres que pase lento. Cuando no quieres que pase esa mierda se siente como una estrella fugaz.
Cierro los ojos, pensando en este tiempo y en lo poco que me queda. Por más que quiero que esto sea eterno no puede serlo. Quiero regresar a Guatemala, estar con mi familia, abrazar a papá y decirle que todo está bien. Que todo, de alguna manera, iba a estar bien. A pesar que mi relación con él era complicada, mi padre me necesitaba y estaba a punto de dejar mi corazón en este lugar para regresar a él y a Guatemala.
Limpie mi cara, sintiendo las lágrimas salir sin ningún control, el extrañar cada momento que no pude vivir con mi hermano era desgarrador. Respire una vez más permitiendo que las lagrimas siguieran saliendo sin ningún control.
Hace no más de una hora que recibí la peor noticia que me podían dar, hubiera deseado no estar sola pero no tenía otra opción. Alex no estaba en casa, Ilias y los Ziani estaban en Finikia durmiendo, era demasiado temprano. Tiempo, otra vez el tiempo me demostraba ser incorrecto.
Había recibido más de cien mensajes de personas a las que hace años no les hablaba, a las que no recordaba que existían dándome el pésame y preguntando qué diablos había pasado. Pero no tenía ganas de responder, de hablar, de moverme de mi cama. No tenía ganas de decirle nada a nadie. Me sentía vacía y las únicas personas que podría hacerme sentir bien estaba en Guatemala. A miles de malditos kilómetros de distancia.
Cerré los ojos sintiendo las lágrimas quemar mis ojos una vez más. Vacío. Maldito vacío que queda cuando perdemos a alguien. Sobre todo a alguien que estaba siempre junto a ti, apoyándote, molestándote… no podía pensar en eso. No ahora que estaba tan sensible. Recordar su vida era más difícil sabiendo que no podía volver a abrazarlo.
Cerré los ojos. Cuando perdemos a alguien extrañamos lo que pudo haber sido el futuro. Extrañamos no poder abrazarlos, besarlos y decirles lo mucho que significan para nosotros en nuestra vida. Cuando perdemos, desearíamos haber dicho mucho más de lo que dijimos, es por eso que no quería quedarme nunca más con las cosas guardadas, no quería enterrarlas en un cajón.
Quería hablar con mi padre y decirle que lo quería demasiado y lo admiraba, algo que nunca podía decirle por su temperamento. Yo ante sus ojos siempre era la culpable de todos sus problemas, aun así, cuando las cosas estaban bien éramos exactamente iguales.
También necesitaba a mamá, una persona con más corazón que un perro labrador. Quería que me abrazara y me contara como estaba mis hermanas y mi otro hermano, quería verle sus ojitos y contarle acerca de Alex y de mi vida. No era hasta este momento que me daba cuenta que realmente los extrañaba demasiado. Esto dolía y no tenía a nadie que me abrazara.
Mi teléfono vibro.
Lo tomé de la mesita de noche donde lo había dejado después de la llamada anterior. Mi madre no había hablado mucho del caso ni de cómo fueron las cosas. Pero yo quería hablar con cualquier persona, que me contaran como era posible que un maldito conductor ebrio terminara con la vida de mi hermano.
Necesitaba que me dieran más información de la que tenía.
—¿Mamá? —pregunté sin ver el número.
—No, peque soy yo, Eleni —era mi hermana, la que venía antes que yo.
Tenía la voz apagada, pero eso era lógico. Comenzó a llorar diciéndome lo mucho que me quería, lo mucho que me extrañaba, lo mucho que desearía estar junto a mí en estos momentos. Con mi hermana peleábamos todo el día de pequeñas, pero al mismo tiempo no podíamos estar separadas.
Todos mis hermanos estaban juntos en ese momento. Hable con cada uno de ellos, rogué a todos que me mandaran a traer pero todos se negaron. La situación estaba demasiado tensa para regresar.
—No hay nada que puedas hacer aquí.
—Estas mejor lejos, peque. Aquí hay mucho estrés.
—Disfruta tus últimas semanas. Llegaremos con papá y mamá en poco.