La promesa que nunca hicimos

Samhain

SAMHAIN

Año 2011

 

Iba tomada de la mano de Alex, bajando y subiendo gradas en toda Oia. Iba con los ojos vendados por lo que no veía ni una mierda. Tenía la garganta seca de los nervios y mi corazón era un loco brincando por todos lados.

Me cambie con la ayuda de Kat, que me hizo ponerme un vestido blanco de manta largo. Lo compre hoy en la mañana porque no tenía ningún vestido blanco como el que Kat quería que me pusiera. Incluso lance la broma de estar buscando un vestido de casamiento a como estaba actuando ella.

Caminábamos despacio por las estrechas calles de Oia. Me gustaría que esto fuera más fácil y solo llegáramos sin el problema de la venda, pero Alex insistía que era sorpresa.

—Dime que estamos a punto de llegar —le susurre a Alex. Si hablaba más fuerte de seguro me atragantaba de los nervios.

—Sí, pero antes de quitarte la venda de los ojos necesito que sepas algo.

¡Hay mierda! Si antes tenía lo nervios de punta, ahora estoy tres veces peor.

Asentí con la cabeza incapaz de hablar. Con mi suerte le paro diciendo al hombre que lo amo antes que él me lo diga a mí, si es que algún día me lo dice.

—¿Te cuesta hablar, Karakla? —lo escuche reírse en lo bajo —. Esto es para que recuerdes que algún día pasaremos la fiesta de la luna juntos en la fecha correcta.

La manta abandono mis ojos y vi lo que jamás pensé ver en mi puta vida. Pequeñas luces navideñas colgaban como copos de nieve iluminando todo el castillo de Oia. Mesas con mantelería blanca, llenas de comida y velas por todas partes decoraban el tope del castillo. Lo primero que capto mi atención fue la torre de cup cakes blancos, quería meterme uno a la boca con urgencia. Tenía la sensación que eran de limón o vainilla.

¿Por qué estoy pensando en cup cakes cuando tengo una fiesta de la luna frente a mí?

—¡Sorpresa! —susurro Alex.

—¡Dios, Alex! Esto es simplemente perfecto.

Me di la vuelta para abrazarlo. Sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo, uno que decía más que un te quiero, esto era una despedida. Mis padres estaban por venir a la isla y sabía que esto era un adiós, un maldito adiós definitivo.

Sus labios se posaron en mi mejilla, causando cierto nerviosismo en mi estómago. A pesar que esto era una rutina, el tener sus labios en mi piel, él no era una costumbre. Tenerlo cerca era una sensación única de la que nunca me cansaría.

Baje viendo a todos mis amigos abrazarme para despedirme, más que una puta fiesta de la luna esta era una despedida, una que jamás hubiera querido. Odiaba las despedidas, pero esta estaba en mi lista de ser la mejor que había tenido, le ganaba por mucho a la que tuve en Guatemala en la que corte con mi novio de esa época. No fue muy agradable teniendo al hombre gritando que era la peor mierda del mundo. Estaba acostumbrada a que me dijeran que era fría y la peor persona que existía. Con Alex era distinto, el me hacía sentir como si yo fuera lo más importante.

—Al parecer Alex no es tan idiota como pensábamos —Ilias me dio un beso en la frente. Su piel resaltaba en lo blanco de su traje.

—Creo que me tiene cariño —dije sonriendo.

—¿Cariño? —Ilias rio en lo alto —. Ese idiota está más enamorado de ti que todo el puto mundo pudo estar algún día. Nunca pensé verlo así, Mia. Él hombre daría todo por ti.

Gire para ver todo a mi alrededor, quizá tenía razón. Era un quizá. No sé porque tenía que ser tan insegura, viendo todo esto no había duda que Alex haría muchísimo por mí.

—¿Lo crees? —pregunté sabiendo cual sería la respuesta.

—Sinceramente Mia, te creía más inteligente ahora creo que alguna bacteria se comió tu cerebro. Las celebraciones en el castillo están prohibidas a menos que sea la celebración de la luna, no tienes idea de la cantidad de permisos y leyes que Alex tubo que romper para esto.

Sonreí.

Si lo ponía de ese modo me gustaba tres veces más. El castillo estaba decorado con mucho amor y dedicación y eso tenía un valor extra. Abrace a Ilias, guardando las lágrimas que se aglomeraban en algún lugar interno de mis ojos.

Salude a las gemelas, nos tomamos un mojito con Kat y varios de los chicos. La música era instrumental en inglés, muchas de las canciones que me gustaban sin ningún rapero cantándolas o algún adolescente arreglando las letras que tanto me gustaban. Era piano y violín solamente.




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