La Promesa [saga Griegos #4]

Capítulo 2

Desa 

—No es propio de una señorita escuchar las pláticas — me encogí de hombros y me senté junto a papá.

— ¿Así que no tengo la cabeza sobre mis hombros?— papá me miró y me sonrió.

—Desa, sabes cuanto te amo, no deseo que nadie te haga daño — tomé la mano de papá.

—¿Por qué lo haces? —mi padre suspiró y me miró a los ojos.

—Encontré tu diario —abrí más los ojos —Sé que estás enamorada de ese hombre, perdóname por haberlo hecho pero no me arrepiento, Desa, él solo busca tu fortuna —desvié la mirada.

— ¿Crees que no soy lo suficiente bonita para atraer a un hombre?

—Eres preciosa, pero él te ignoró siempre y ahora que estoy a punto de morir y tú a heredar mi fortuna.

—Puedo negarme padre — él apretó fuerte mi mano.

—Es mi último deseo Desa— lo miré a los ojos — Perdóname por imponerte mi voluntad, si él te ama, esperará los cinco años— negué.

—Es demasiado guapo, todas lo quieren para ellas, es mi oportunidad padre — papá no dijo nada, meditó un momento y me miró a los ojos.

—Está bien Desa, no me opondré, pero debes saber que no puedes disponer de la herencia hasta el día que cumplas veinticinco años, Anker será quien la administré y sólo te dará una pequeña suma mensual para tus gastos — sonreí.

—Gracias papá— lo abracé fuerte y lo miré a los ojos.—Solo deseo que seas inmensamente feliz, yo hablaré con Anker para explicarle la situación.

—Nuevamente gracias — me levanté al ver que la enfermera iba a darle los medicamentos a mi padre.

Salí con una sonrisa en el rostro al saber que mi padre no se opondría.

Me di una ducha, esta noche saldría con Vanko a cenar, estaba emocionada al saber que al fin el hombre de quién estaba enamorada se había fijado en mi, un hombre que había nacido bendecido por los dioses en belleza. Siempre iba alguna chica de su brazo y la chica en si se sentía maravillosamente, se notaba en su rostro.

Quizás era verdad lo que me había dicho que estaba pensando en sentar cabeza y que ya había visto quien era la elegida para ser su esposa, cuando me lo dijo sentí mi alma resplandecer de emoción por que sentí que lo dijo por mi.

Me miré en el espejo y me gustó como me veía, salí cuando me anunciaron que Vanko había llegado por mi. Ese hombre era guapísimo por algo se llamaba Vanko "el regalo de los dioses", él me recorrió con su mirada y me sonrió, me sentí muy segura porque sabia que el vestido negro que llevaba me sentaba a la perfección.

Me ayudó a subir a su auto y nos dirigimos al restaurante más caro y distinguido de Hatria.

Nos condujeron a una mesa que estaba en un lugar privado, todas las cabezas de las mujeres se giraban al verme junto a Vanko, me sentía orgullosa de ir del brazo del hombre de quién estaba enamorada.

Me ayudó a sentarme y tomó mi mano para besar mis nudillos.

—Estás preciosa Desa —sonreí ante sus palabras, deje que el eligiera el vino y acepté la sugerencia de un plato para comer — ¿Cómo está tu padre?

—No mejora Vanko —desvié la mirada —Es triste saber que en poco tiempo se marchará, mi padre me ha exigido que siga mi vida normal para cuando él se marché no sienta tanto su partida — él apretó mi mano.

—Lamento escuchar esas noticias Desa— tomo la copa y me miró por un instante —Debes estar preparada para ese duro momento, sugiero que vayas pensando en un buen matrimonio para protegerte—mi corazón se aceleró de la emoción, me miró con una gran sonrisa pero frunció el ceño cuando sonó su móvil —Discúlpame debo atender está llamada es de mi empresa.

Mientras él se marchó tome mi bebida con mucha ilusión, me sorprendí al tener ante mi a la ex novia de Vanko me miraba con ¿pena?

—Así que tú eres por quién me dejó Vanko — la miré sin entender.

—Dsculpa no sé de que hablas— ella se sentó donde estuvo Vanko y me miró a los ojos.

—La empresa de Vanko esta a punto de quebrar— hizo una pausa —Mi familia tiene dinero, pero mi padre se niega a invertir en la compañía de Vanko, seria un suicidio según papá así que imaginó que tú eres mas fácil de embaucar —se recostó en el espaldar de la silla y se cruzó de brazos—Tu padre morirá, la fortuna queda a merced de Vanko— se puso de pie, pero la detuve.

—¿Por qué debería creerte?— ella se encogió de hombros y miró la mesa donde estaba el hombre con el que estaba cenando.

—Es tu decisión, te lo advierto por que somos mujeres y no mereces ser engañada — ella se detuvo y se inclinó hacia mi —Eres una niña ingenua y tristemente serás el blanco de muchos como Vanko —se marchó de la mesa.

Esas eran las mismas palabras de papá ¿pero y si ella estaba celosa? Vanko la dejó por mi, quizás el se enamoró de verdad y eso le dolía, Vanko regresó a la mesa, tenía el ceño fruncido pero luego cambio su expresión a una gran sonrisa.

—Lamento la interrupción conoces como son los negocios —asentí y lleve el vaso de agua a mis labios— Como te decía deberías asegurar un buen matrimonio para protegerte... —lo interrumpi.

—No debo de preocuparme por la fortuna, no tocaré un centavo hasta que cumpla los veinticinco años —estuve atenta a su reacción y él se puso pálido para luego mirarme con frialdad.

—Debemos marcharnos, surgió un contratiempo en la empresa  —se pusó de pie y no me ayudó a levantarme, mi corazón sangraba al darme cuenta que yo sólo era un medio para poner las manos en la fortuna de papá — Debes irte en taxi no puedo llevarte —se giró y salió del restaurante dejándome ahí de pie y sola. La ex novia de él llegó donde yo estaba y levantó mi rostro para verme a los ojos.

—Dolerá un momento, pero es mejor ahora que ser despojada por lo que tanto trabajo tu padre— tomó mi brazo y me saco de ahí con el hombre que estaba con ella.

Me ayudó a subir al auto del hombre y se sentó atrás junto a mi.

—Yo soy Cleo y él es mi novio Tomasso —sonreí  —Me alegra haber venido está noche a cenar, pude advertirte.

Me dejaron en casa y le agradecí su amabilidad, me miré en el espejo y me di cuenta que había sido la mujer mas tonta del mundo. Me alegraba que no le había revelado mis sentimientos a Vanko, me dirigi al cuarto de papá. El abrió los ojos cuando entré.




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