Anker
—Lo siento— me agaché para ayudar a levantar el bolso de la joven con quién había chocado, cuando me incorporé para darselo, me quedé mudo, era una joven preciosa. Ella me miró un poco sorprendida.
—Gracias — arrebató el bolso de mis manos.
—De nada — fruncí el ceño había algo en ella que me parecía conocida, pero era la primera vez que llegaba a Hatria, era imposible. Mis ojos recorrieron sus facciones perfectas sin evitar detenerme en su boca sensual, desvie la mirada, iba a casarme no podía pensar en otra mujer, no era mi costumbre ser infiel, jamás lo fui con Effie y menos con Desa, era la hija de Teopolos y merecía respeto.
Ella se apartó de mi lado y apresuró el paso, no hice ningún intento por detenerla. Me quedé ahí en la acera observando su espalda, cerré los ojos y negué con la cabeza.
— ¿Todo bien?—miré a Igor y asentí.
—Vamonos— subí al auto y puse a un lado la bolsa con aquel regalo que había comprado para Desa, una novela de amor. Aunque tenía años de no verla me imaginaba que mantenía su hobby por la lectura, Teopolos mencionó que ella esperaba a su príncipe azul. Aquel rostro volvió a hacerse presente en mi mente, recosté mi cabeza en el asiento mientras Igor conducía hacia la casa de Teopolos.
No podía comenzar un matrimonio aunque fuera sólo en papel pensando en otra mujer, sabía lo que se sentía que tu pareja no te respetará aunque en mi caso Effie siempre fue inocente, pero Desa tendría mi fidelidad por cinco años, pasado ese tiempo, ambos seriamos totalmente libres para hacer nuestras vidas con quien nos plazca.
Aunque estaba seguro que mi amor por Effie seguiría dentro de mi corazón.
Bajé del auto una vez llegamos a la casa de Teopolos, pase tranquilamente al cuarto de él, la mirada de desaprobación de la enfermera ya no estaba en su rostro, ahora me miraba con una sonrisa.
—Señor Vryzas, pasé, el señor Teopolos deja de refunfuñar después que usted lo visita — enarque una ceja, me daba cuenta que Teopolos se animaba al verme, igual me pasaba, así que llevaba una semana llegando a visitarlo diariamente y hasta el día de hoy no conocía a mi futura esposa.
—Anker —sonreí al ver su rostro contento— Pensé que hoy no venias —me senté junto a él.
—Solo me retrace decidí pasar por una librería a comprarle un libro a Desa.
— ¿Un libro?— asentí.
—Recuerdo que vivía con la nariz metida en sus novelas —Teopolos me sonrió — Aún no la he visto Teopolos.
El se aclaró la garganta y asintió.
—Ha estado ocupada—se pasó la mano por el rostro— Desa está terminando sus estudios de arquitectura.
—Entiendo —miré la bolsa marrón — Se lo entregas —le entregué la bolsa a Teopolos— No sé cuando nos casaremos si no nos hemos ni conocido.
—Yo, he estado haciendo arreglos para que la boda sea en unos días, quiero ver a mi hija casada Anker.
—¿Para cuándo?—Teopolos cerró los ojos.
—Cuatro dias — levanté la mirada hacia Teopolos.
—Pero no nos conocemos
—¿Eso importa Anker para tu decisión?— suspiré y negué.
—No importa, te prometí que me casaria con Desa— Teopolos extendió su mano la que tomé rápidamente.
—Prometeme que la cuidarás Anker y no la lastimaras— sonreí con ironía.
—Comprendo tu miedo Teopolos no tengo buenas referencias como esposo, pero te prometo que no le haré daño a Desa, no volveré a cometer el mismo error dos veces.
—Gracias Anker — asentí y miré a aquel hombre a quien yo amaba mucho.
Cuatro días después....
Mis únicos testigos eran mis guardaespaldas y aquella chiflada enfermera, a petición de Teopolos me vestí de etiqueta, el párroco miraba con cariño a Teopolos.
Escuché que la puerta se abrio, yo estaba de espaldas esperando a la novia, ella se situó junto a mi y pude notar que llevaba un velo, no quise reparar en ella, debía estar nerviosa de casarse con un hombre diez años mayor que ella.
Sin desearlo mi mente retrocedió a otra época, otra boda y otra novia... Effie... ese día mi corazón desbordaba amor por que la estaba haciendo mi esposa. Frunci el ceño y traté de espantar aquel rostro de la desconocida que había conocido, era mi boda con Desa, aunque los pensamientos eran muy míos ella no se merecía que estuviera pensando en otras por que eran dos rostros los que se presentaban en mi mente.
— ... puede besar a la novia —me giré y me acerque a Desa, levanté aquel velo y mi sorpresa fue grande al ver que Desa era la desconocida... ella me miró a los ojos.
Bajé mi rostro y Desa movió su cara para recibir el beso en la mejilla.
Recibí las felicitaciones de parte de mis guardaespaldas, la enfermera y por supuesto la de Teopolos.
—Gracias Anker —él estrecho mi mano, sentí mi corazón pequeño al verlo en esa camilla, sabía que era poco tiempo lo que le quedaba, me alegraba el haberlo hecho feliz.
Había decidido no exigirle a Desa mudarse a mi casa mientras Teopolos estuviera con vida, me acerqué a ella.
—En un momento me iré, tu padre sabe que por el momento no te pediré que te mudes a mi casa.
—¿Mudarme? —enarcó una ceja y se me acercó — Esta es mi casa y aquí me quedo, aún cuando papá se marché — fruncí el ceño.
—Eres mi esposa —ella sonrió con ironía.
—Mudate aquí querido esposo —se giró pero me miro sobre el hombro —Mandare te preparen la habitación de huéspedes, te espero esta noche para cenar.
Sin más salio de la habitación de Teopolos y yo me quedé ahí confundido, una joven de veinte años me había ordenado lo que debía hacer.