La Promesa [saga Griegos #4]

Capítulo 5

Anker

Pusé mi cara de hombre peligroso ante mis guardaespaldas, pero honestamente me sentía avergonzado, Desa me había prácticamente ordenado que me mudara a su casa.

Aclaró mi garganta cuando entramos a la casa, mi flamante esposa no está por ningún lado.

—Jefe...— Igor se me acerca— ¿Está seguro que hoy mismo le dijo la señora Vryzas que se mudará?—me quedé un momento quieto... señora Vryzas, se escuchaba extraño por que ya no era Effie quien llevaba mi apellido, ahora era otra mujer... una chiquilla para ser exactos.

—Claro —metí las manos en mis bolsillos, no sabia para donde mierda ir, no pasaba de la habitación de Teopolos, miré mi reloj, ya eran las 10:00 pm no iba a molestar a Teopolos, no tenía ni el numero del móvil de mi esposa y el mayordomo abrio la puerta y salió más rápido que el correcaminos a su habitación... Así que ahí estaba yo, analizando en que sillón me quedaba, pero seria la novedad en los cuchicheos de mis guardaespaldas o subía a buscar una habitación donde pasar la noche. Los miré a todos ante todo yo era el jefe.

—Pueden retirarse tienen está noche libre— enarcaron las cejas y recordé que se supone era mi noche de bodas.

—Vaya al fin llegas — me giré para encontrarme con... frunci el ceño... Desa parecía el increíble Hulk con la pasta verde en su cara.... de reojo vi a los hombres codearse y disimular las sonrisas... Cerré los ojos, sólo a mi esposa se le ocurría aparecerse con esa pasta en el rostro el día de nuestra supuesta noche de bodas... —Creo recordar que te dije que te esperaba para cenar.

Me quedé en mi sitio, ¿era en serio?.

—Tenía cosas que hacer antes de mudarme— la observé.

— Bien — se encogió de hombros —Te mostraré la habitación, como sabrás la cena se sirve a las 7:00 pm.

Miré a mis guardaespaldas que me miraban intrigados por mi silencio, pero yo estaba tratando de volver a ser un hombre pacífico, nada de mis arrebatos de rabia menos enfrente de mi esposa.

—Chicos pueden retirarse, hoy tienen la noche li... —Desa me interrumpió.

—Nada de eso, las habitaciones del servicio ya están preparadas, tus guardaespaldas deben estar donde esta su jefe y como sabrás aquí no pueden estar viniendo a la hora que deseen — cerré los ojos, esto de estar en casa ajena iba a ser un martirio, Desa se comportaba como si nosotros fuéramos unos chiquillos y ella nuestra maestra.

—Eh... señor —Igor me miraba interrogante.

—Vayan a dormir —suspiré.

Era un hecho que mis hombres me mirarían diferente como el hombre que era manejado por su esposa... pero hablaría con Desa.

El mayordomo apareció no se de donde, pero condujo a los chicos a sus habitaciones, Igor iba refunfuñando, pero mejor calle.

Seguí a mi esposa a la habitación, menos mal que había cenado en mi casa por que de lo contrario me iría a la cama sin cenar.

Ella abrió la puerta y entró, lo primero que repararon mis ojos fue la gran cama donde descansaba la novela romántica que le había regalado a Desa, frunci el ceño ¿me pondría a leer?, creo que hasta ahí yo no llegaba, pero la vi entrar al cuarto de baño y cerrar la puerta.

Me quedé ahí sin saber que hacer o decir, tocaron la puerta y se abrió entrando el mayordomo con mis maletas.

Las acomodó cerca del cuarto de baño.

—Buenas noches señor —murmuré un buenas noches y me acerqué a la maleta a buscar mis artículos personales, por que yo no usaba ropa de dormir, me gustaba dormir como Dios me trajo al mundo.

Desa salió con el rostro lavado y con una trenza en su cabello, pues no sabia por que había usado mi cuarto de baño, pero no le preguntaría.

Entré sin decirle nada y me di una relajante ducha, me seque vigorosamente, me cepille los dientes y salí así desnudo.

Lo primero que pasó fue que me tope con unos ojos supér sorprendidos viendo mi miembro y lo segundo fue mi autoreflejo de taparme mis partes.

—Desa...— ella levantó la mirada y estaba roja como un tomate —No sabia que estabas aqui —ella estaba sentada en la cama con la novela entre sus manos.

—Es nuestro cuarto a petición de mi padre, pero eso tan grande—señaló mi miembro —Debe dormir tapado por que no lo usarás conmigo, ni creas que tendremos sexo.

Frunci el ceño y la miré.

— ¿Grande? —caminé hacia atrás para que no viera mi trasero — Esta dormido, no sabes cuan grande es.

Ella me miró sorprendida.

—¿Es mas grande? —soy hombre por Dios, todos nos emocionamos al saber que nos miran bien dotados, así que me sentía como un pavo real.

—Asi es — abri la puerta y entre al baño a buscar una toalla, la enrolle en mi cintura y me quede viendo frente al espejo. Esto se había puesto color de hormiga, Desa se notaba que era inocente y compartiriamos habitación, debí suponer que Teopolos trataría de hacernos ver como un matrimonio feliz.




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