Anker
Desperté porque sentí un peso en mis caderas, bajé la mirada y la pierna de Desa estaba sobre mi, giré mi rostro y su rostro descansaba sobre mi hombro.
Contemplé su rostro, era preciosa, parecía un ángel mientras dormía y sus labios... cielos que boca más sensual.
Bajé mi mirada hacia su camisa de dormir quedaba ceñida sobre sus pechos grandes, Desa era tan diferente a Effie.
Pasé mi mano por mi mandíbula, ya estaba rasposa, el día de mi boda decidí cortar mi barba, era un cambio en mi vida desde los veinte años la usaba, pero ahora era un tiempo de cambio.
Me quedé inmóvil no deseaba despertarla, fije mi mirada en el techo, la pequeña lámparita encendida me daba a entender que Desa le tenía miedo a la oscuridad.
—¿Piensas en ella?—fruncí el ceño y giré mi rostro para ver aquellos ojos adormilado.
— ¿En quién?— ella se movió retirando su pierna, pero siempre quedó de costado.
—Effie —desvié la mirada, Desa era mi esposa aunque no tuviéramos nada, pero ¿decirle que sentía algo por mi ex era correcto? —Imagino como te sientes— la miré nuevamente — Es doloroso amar a alguien que no te corresponda— enarque una ceja.
—¿Entonces hay alguien?—Desa asintió —¿Puedo saber quien es?
—Él no vale la pena— suspiró —Lo he querido por años y cuando al fin pensé que se había fijado en mi, descubrí que lo único que deseaba era el dinero de papá.
—Lo lamento —pusé mi mano en su mejilla— Es un tonto por no darse cuenta que eres una gran mujer.
—No me conoces Anker para decir eso— sonreí.
—Desde que eras un renacuajo —ella sonrió, me encantó su sonrisa —Y te crío tu padre un hombre de principios.
—Lo sé, ahora cuéntame tú — desvié la mirada, mi pasado era negro y lleno de crueldad— Se lo que hiciste pero también sé que te arrepentiste.
Frunci el ceño, Teopolos no pudo traicionarme, Desa puso su mano en la mía que aún estaba en su mejilla.
—Yo escuché la conversación, te mentiría si te dijera que fue un accidente, pero realmente tuve curiosidad.
—¿Qué deseas saber si ya conoces la historia?
—Lo que deseas para el futuro— suspiré.
—Desa, aún la amo y no imaginó mi vida sin ella— Desa me miró con tristeza—Yo la aleje de mi, me siento tan mal al pensar que ella me amó con locura y por dejarme llevar por mi sobrina, le hice daño y en el intento se lo hice a mi hijo— no me di cuenta que una lágrima solitaria había escapado de uno de mis ojos, hasta que ella la limpio con sus dedos.
—Cuando terminen estos cinco años puedes pensar en tener hijos...— la interrumpí.
—No deseo hijos —ella me miró confundida —No lo merezco Desa — cerré los ojos — Yo deseaba un hijo con ella, y plante a mi hijo en su vientre y luego lo arranqué de la manera mas vil, no merezco ser padre— sentí sus brazos rodearme, desde que supe la verdad no había podido llorar como lo necesitaba menos tuve un brazo que me reconfortara.
—Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad— me separé de ella y la miré a los ojos —No estuvo bien lo que hiciste pero puedes redimirte y comenzar de nuevo.
—¿Sin ella? —Desa sujetó mi rostro entre sus manos.
—Si Anker, puedes conocer a alguien que valga la pena y con quien podrás hacer tu vida de nuevo.
—Gracias Desa —sonreí.
—Podemos ser amigos Anker— la observé por un momento.
—Si, me gustaria —acomodé un mechón de su cabello detrás de su oreja— Eres una mujer madura para tus veinte años.
—Lamento lo de esta noche con tus guardaespaldas — ella se mordió el labio— Pero no me gusta que entren y salgan a la hora que les plazca.
—Agradecería me digas las cosas a mi no enfrente de ellos — Desa entrecerró los ojos.
—Asi soy Anker, pero trataré de no hacerlo delante de ellos, mi idea es que seamos amigos no enemigos—ella me sonrió.
—No tengo ropa de dormir Desa, ¿crees puedas comprarme tú? Veo que tienes buen gusto para tu ropa de dormir —sin poder evitarlo la recorrí con la mirada, de hecho Desa se pusiera lo que se pusiera le quedaría genial — Te asignare una tarjeta de crédito.
—Tengo el dinero de mi padre...—pusé mis dedos en sus labios y ella tembló.
—Soy tu esposo y así me enseñaron proveer a mi esposa lo que necesite, puedes ahorrar la pequeña cantidad que te asignó tu padre.
—Anker...
—Me sentiré mejor por favor —Desa se quedó en silencio un momento y luego asintió.
—Esta bien —le dije la suma asignada y se sorprendió
—¿Por qué tanto?
—Eres mujer, sabrás gastarlo bien.
—Vanko se moriría por tener esa suma —fruncí el ceño.
—¿Vanko?
—Si, el hombre que sólo me deseaba por el dinero de papá.
Sonreí y besé su frente.
—Ya no importa Desa, sólo te pediré un favor —ella asintió —Mientras seas mi esposa, respeta nuestros votos, yo prometí hacer lo mismo, eso me vuelve loco el que me traicionen.
—Prometo respetarlos, vamos a dormir —se acomodó dándome la espalda y se dispuso a dormir. Me sentí mejor al saber que al fin habíamos tenido una conversación de adultos.