La Prometida del Gay

Capítulo 2

Desde que soy pequeña siempre he soñando con casarme, he soñado con la linda casa que tendré. Incluso he imaginado los animales que tendré, un pez dorado llamado Jacinto y un caballo llamado bizcochito, he soñado con los hijos que tendré. 

He soñado con todo, menos con quién sería mi esposo, porque siempre he tenido esta especie de flechazo mal disimulado por Brad. Así que me he pasado toda la vida comparando a todo el que conozco con él. 

El color de sus ojos, su tamaño, como habla, como me trata.

En fin, soy una loca semi obsesiva con mi mejor amigo, pero aun con toda esa obsesión, ni en mis más locos sueños se me ocurrió inventarme un compromiso con él. 

Así que aquí estoy, entre confundida y sorprendida. 


—De verdad no lo puedo creer —En realidad sí, pero eso no quita que termine preguntándome una y otra vez.

 ¿Qué. Diablos. Le. Pasa. A. Brad?

—Vas a hacer un agujero en el suelo —me advierte Brad desde la comodidad de su cama. Lo fulminó con la mirada y vuelvo a retomar mis pasos, de lo único que me siento capaz ahora mismo es de dar vueltas y más vueltas; mis piernas están imperativas al igual que mi mente.

Venir a su casa no fue la mejor idea, pero no pude evitarlo; no todos los días te llaman para decirte que eres la prometida de alguien y ese alguien es tu mejor amigo que por cierto es gay.

—No es tan malo como parece —Vuelve a decir.

A la verdad no sé a lo que él le llama malo y yo no quiero saberlo, por otra parte sigue siendo mi mejor amigo y eso no cambiará ahora.

—¡¿Qué no?! —Me planto frente a su cama—. Estas engañando a tus padres y a los míos y a todo el mundo —Levanto los brazos y los vuelvo a dejar caer agobiada.

Al parecer yo estoy destinada a las peores situaciones jamás vistas por el hombre.

—Ven acá —Me tiende una mano, que yo no dudo en tomar. Me hala y me sienta de lado derecho de su pierna —Todo esto será un mientras tanto, hasta que yo pueda arreglarlo —Sus manos acarician mi pelo con ternura—. Hasta que arregle todo esto —dice con una voz apagada.

Suspiro por dentro y se que ya todo esta perdido. Yo puedo decir sí, como también puedo decir no, pero quien me garantiza que cualquier decisión que tome será la correcta, quien me asegura que al final de todo esto no terminaré lamentándome. 

Todo esto terminará acabándome.

—Bien —Termino aceptando, se que él hubiese hecho lo mismo por mí—, ¿ahora que vamos a hacer?

Es lo correcto. Tengo que repetirme esto mismo una diez veces antes de creérmelo.

Si yo hubiera sido bisexual o lesbiana, él me hubiera ayudado sin poner peros, ¿acaso no haré yo esto por él?

—Ir de campamento con ellos —Sus padres— y estar comprometidos.

Sacudo la cabeza tratando de despejar mi mente, ¿campamento? ¡oh no! eso no. La ultima vez fue un desastre. Un desastre que cause yo por prestar más atención a mi novio de aquel entonces y no ir cuando me invitaron, nada de lo ocurrido debió pasar y ahora, un año después iré de prometida de Brad. Estoy segura de que nadie me reprochará al respecto, pero igual, mi propia consciencia me martiriza mientras las cosas se van complicando poco a poco.

—Dime que es una de tus malas bromas. —Lo señalo con el dedo índice que esta tembloroso, bajo mi mano hasta mis piernas y las hago un puño, apretando las uñas fuerte contra mi palma. 

—Para nada —dice con media sonrisa y una pose de lo mas normal. El corazón se me vuelve a acelerar, siempre me pasa lo mismo y como la estúpida que soy no he aprendido nada en estos últimos años.

—Tal vez no deberíamos ir esta vez —digo insegura, tratando de controlar el temblor de mi voz. Debo de tener serios problemas mentales para estar metiéndome en esto.

Mi estomago esta hecho un gran nudo, que a puras penas me deja respirar, hablar o moverme. Lo único que quiero es salir corriendo de aquí y mudarme al otro lado del mundo.

—Cariño —Esta usando su voz aterciopelada conmigo, ¡maldito!—, si aceptamos no ir con ellos, empezaran a sospechar y no queremos eso —Se inclina levemente sobre mí y roza mis labios con los suyos —. Además no he pedido tu hermosa mano a tus padres. —Nuestras miradas quedan suspendidas una con otra por unos segundos, nuestras caras están tan cerca que solo bastaría que me incline un poco para juntar nuestros labios.  ¿Él me devolvería el beso?, sin duda alguna, pero solo lo haría para no lastimarme como lo ha hecho siempre.

Con eso no quiero decir que lo haya besado antes, quiero decir lo de cuidar mis sentimientos, pero en fin.

Diciendo estas palabras se levanta de la cama y se va al baño, dejándome estupefacta.

¿Los sueños se hacen realidad?

Cierro los ojos y por unos momentos me dejo llevar por la estúpida necesidad de creer que esto podría ser real y que estará todo bien, cuando en realidad sé que no es ninguna de las dos cosas.

—Es mi amigo —Me repito—. Dios, mi mejor amigo.

—Esto no es real Sara y ya lo sabes —grita mi subconsciente.

Brad

La sonrisa en mi cara desaparece desde que salgo de la mirada de Sara y dejo que todo el pesar que siento registre mi cuerpo, se que estoy cometiendo un error con esto. Uno más para la lista. De igual manera continúo con mi plan. Soy buen planeador, estudié administración de empresas. Sé como planear, controlar y llevar a cabo, pero si agregamos sentimientos y personas importantes en la misma formula, parece que todo se me complica.

¿Qué más puedo hacer?

Niego con la cabeza y entro a la ducha. Esta era la única opción que me quedaba y ya lo tomé, el momento para arrepentirme paso. Tal vez debí tragarme mis mentiras y nadie nunca terminaría  herido.

Ojala Sara logré perdonarme algún día.

Si no llega a perdonarme por usarla, entonces moriré de dolor y angustia, mientras tanto solo haré lo que debo.




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