La Prometida del Gay

Capítulo 4

 


Quiero despejar mi mente y bloquear todas esas ideas locas que a veces surgen en los más profundo de mi mente. Sé que algo debe de estar muy mal como para que volvamos a «nuestro lugar secreto» y no precisamente para celebrar algo o alejarnos del estrés, como pasa normalmente.

Las cosas de la vida son algo ilógicas, ¿por qué tomar mi mejor amigo y hacerlo gay? o ¿por qué hacer que nos meta en problemas como estos? Todavía sigo sin comprender muchas cosas.

—Llegamos —anuncia Brad cuando el taxi se detiene, él conductor nos mira raro a través del retrovisor. No es para menos.

¿Cuántos adultos —uno de ellos con cara de muerto viviente, osea yo— piden quedarse en medio de la nada? Creo que no muchos.

La brisa impacta en mi rostro y el aire puro se cuela en mis pulmones. Siento todo mi cuerpo, por un momento, deshacer el estrés acumulado desde esta mañana y respirar aire puro, saludable y libre de todo mal.

—Ven, vamos a sentarnos —Me toma de la mano y nos lleva a lo alto de la pequeña colina, desde esta posición se puede ver uno de los mejores atardeceres del mundo—. Tenemos que hablar.

—Sí, ya eso me lo dijiste.—Estoy tratando de mantener mis emociones a raya, pero el nudo en mi estómago no me lo pone fácil.

La quietud del  lugar no es nada comparada con el revoltijo que tengo dentro de mí.   ¡Venga Sara! No seas agua fiesta, deja que él termine de matarte.

—¿Quieres saber porqué tan repentino lo de tener una prometida o por qué tú? —pregunta. Sus rasgos faciales están neutros, no hay nada que me indique que hacer o que decir.

Suplico al cielo que esto no sea peor que ser gay. ¡Dios, por favor! Otro golpe a mis ilusiones sería imposible.

—Ambas —suspiro y me preparo para lo peor.

Hace silencio por unos segundos, mientras mira más allá del horizonte. Las nubes en el cielo son pocas y le dan un cierto aire de irrealidad.

—Hace dos años Braulio —Su padre— dejo su trabajo, la compañía ya estaba en su mejor momento y sus esfuerzos ya se veían por todos lados, pero esos mismos esfuerzos le empezaron a pasar factura a su cuerpo —Su rostro se ensombrece y le da un leve aire de fragilidad, las ganas de abrazarlo es casi imposible de evitar—. Los primeros meses no lo tomamos muy en serio.

»Solo una mala pasada de la vida para que él pasara más tiempo en casa —Frunzo el ceño desconcertada, es verdad que en los últimos años Braulio no estaba mucho tiempo en casa, pero siempre ha sido un buen padre—. Luego paso con más frecuencia y por supuesto nuestra preocupación aumento.

—¡Brad, para! —exclamo aturdida por tanta información —, no estoy entendiendo nada —Por lo menos no mucho—, explícate mejor.

—Braulio esta enfermó —Su mirada esta posada en mi mano, justo en el dedo que tiene el anillo de compromiso—, siempre ha dicho lo mucho que le gustaría ver a su hijo casado.

—Pe...pero ¿se esta muriendo? —pregunto en un hilo de voz.

—Pueda ser que si o pueda ser que no —Niega levemente con la cabeza—. No sé sabe con exactitud, los canceres son muy impredecibles Sara.

»Estoy poniendo en prioridad lo que mi padre quiere, mama también lo quiere. No puedo negarle eso, tal vez sea su último deseo.

Mientras Brad más habla, el corazón va disminuyendo sus latidos. Por un momento creo que es una broma, el semblante de Brad esta muy serio y en sus ojos solo veo pesar y dolor. Escondo mi cara entre mis manos y dejo las lágrimas fluir sin pena sobre mi rostro. Braulio es uno de los mejores hombres que haya conocido en mi vida, también es mi padrino. Parte de mi pequeño mundo.

¿Por qué nadie me dijo nada?

Las mentiras duelen, pero las verdades no dichas te rompen hasta lo que tienes.

Brad se acerca a mí y me acurruca contra su cuerpo, acaricia mi cabello y susurra palabras tiernas en mi oído. Cuanto desearía que esto solo sea un mal sueño.

Me armo de valor, respiró profundo y levanto la cabeza.

—¿Qué tiene?

—Cáncer de colon —¡Sara respira! grita la voz en mi cabeza, la opresión en mi pecho solo aumenta—; Él quiere ver una boda —dice sin mirarme a los ojos— y en un momento desesperado le dije que tú y yo estábamos saliendo a escondida y que podíamos adelantar una futura boda.—Mi boca forma una gran "O" del tamaño del titanic.

—Pero eres gay —murmuro desorientada. Siento su cuerpo ponerse rígido al lado del mío.

—Ya hablamos sobre esto —bufa fuerte—, fue un error no haberles dicho desde el principio lo que me pasaba y lamento mucho meterte en esta situación, pero no tenía muchas opciones a la mano.

—No sé que decir —En cierto punto es un sueño hecho realidad, por otro lado, sería una gran farsa.

—¿Sara Mayer te gustaría ser mi prometida?—Sus manos agarran las mías y por alguna razón están temblando.

—Sí, eso creo —contesto moviendo la cabeza.

Brad se abalanza sobre mí y por unos segundos sus labios se posan sobre los míos en un casto beso.

—No te arrepentirás —murmura contra mi cuello, y yo también quisiera creerle, pero sé que al final me dolerá más de lo que quisiera y no podre hacer nada contra el dolor.

La vida es una sola y Brad mi único y verdadero crush.

Al final, ¿qué es lo peor que podría pasar?
 




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