La prometida del magnate

¿QUIÉN ES ELLA?

Narración de Richard Burton

Manhattan Detention Complex

Menos mal con la ayuda de Richard y mis abogados acabo de ser trasladado a este centro de detención de menor peligro que el anterior. Esta celda es cómoda ya que me encuentro con políticos corruptos y gente de la alta sociedad que han cometido varios actos delictivos.

Pero no dejo de pensar en Samantha, las investigaciones de mis detectives privados no tienen las suficientes pistas para dar con su paradero. ¿Dónde está? ¿Sigue viva? Y si es así ¿Por qué no me busca?

Estoy realmente confundido y aturdido por la misteriosa desaparición de mi prometida. También sigo con la inquietud de la sorpresa que nunca me pudo revelar, pero sobre todo la intranquilidad que tengo al no saber quién es el infame hombre que incendió mi residencia y de la farsa acusación de asesinar a Samantha.

Esto me tiene indignado al saber que existe gente tan malvada que lo único que desean es verte refundido en lo más profundo del abismo.

No tengo rivales o enemigos que yo sepa, al contrario mis amistades son fieles y leales a mí, especialmente Robert al único amigo que le doy toda mi confianza.

—Doctor Burton, tiene visitas. —Me dice el guardia de seguridad.

— ¡Gracias!  —Le contesto con la mirada cabizbaja.

Mientras el guardia me saca de la celda para dirigirme a la sala de visitas, me siento desanimado y sin fuerzas para seguir adelante.

De lejos miro a Robert cargando un portafolio acompañado con dos de mis abogados.

—Robert mi estimado amigo, gracias por tu ayuda al traerme a este lugar tranquilo. —Le digo mostrando alivio en la mirada.

—Para eso están los amigos mi querido Richard. —Robert me abraza calurosamente expresando confianza en el semblante.

—Sin tu asistencia no hubiera sido traslado a aquí. Una vez más te agradezco por la inmensa ayuda que me brindas. —Dibujo una opaca sonrisa en la barbilla.

—Un poco de tiempo más Richard y finalmente estás en libertad. A propósito tengo un dato interesante de la desaparición de Samantha. —Su tono es alto y largo demostrando sorpresa.

— ¿Has averiguado dónde se encuentra ella? ¿Está viva? — Mantengo el tenso del labio superior al controlar mis emociones.

—No son buenas noticias, al parecer en su intento desesperado por escapar del incendio no dejó rastro alguno en el camino. —Expresa un gesto lleno de indignación.

—No tengo ánimos de seguir hablando amigo, esta situación me está matando. Día a día mi alma se va apagando en medio de la oscuridad. —Me retiro de la sala después de despedirme de Robert.

—Richard, tampoco tenemos las pruebas suficientes por el momento para declararte inocente de tu supuesto intento de asesinato a Samantha. —Me susurra en voz baja antes de abandonar la sala.

Después de escuchar las malas noticias siento que me desplomo al piso, mi corazón está dejando de latir.

“Samantha ¡mi amor!, ¡mi vida! ¿Por qué el destino nos tiene separados? ¿Qué malo hemos hecho en la vida? Estoy desangrándome en vida sin tus suaves besos, tu aroma a jazmín, tus dulces caricias y tu mirada que desde el primer día que te vi, me cautivaste hasta lo más profundo del alma”.

Toda la noche he pasado llorando y lamentando por mi amada prometida.

Al siguiente día al despertar, observo por la ventana de la celda el firmamento nublado con una ligera llovizna. Hasta el clima refleja el actual estado de mi alma, mientras las horas pasan pienso en el hospital del cual soy el principal accionista.

El incendio de la residencia, la desaparición misteriosa de Samantha y estar encerrado en este lugar, casi me he olvidado por completo del hospital, empresas y negocios en otros países.

Por suerte he delegado todos los movimientos financieros y administrativos a uno de mis empleados de confianza. En la parte jurídica está bajo la custodia de Robert.

Extraño mucho mi oficina y la sala de operaciones donde hago un sin número de cirugías plásticas a importantes personalidades de Hollywood, altos funcionarios políticos y gente de la farándula internacional.

Irónicamente en la misma celda donde comparto con varias personas, dos políticos de renombre del cual les hice un arreglo facial, están recluidos por mal manejo de fondos. La vida da un sin número de sorpresas, de gente quien menos piensas resultan ser todo lo contrario.

En cambio yo siendo un hombre honrado y honesto desde pequeño, con principios morales inculcados por mis padres, me encuentro aquí inculpado de asesinar a mi futura esposa. Jaja, jaja, jaja, me gozo con ironía de todas las injusticias que pasan en la vida.

Han pasado varios días desde que estoy encerrado aquí, por fortuna Robert está por venir para presentarme a la persona que me va a sacar de prisión debido a ciertas influencias que tiene en la policía de Manhattan.

—Doctor Burton, tiene visitas. —Me dice el guardia de seguridad.

—Enseguida salgo. —Le digo.

Esta vez me dirijo con cierto entusiasmo a la sala de visitas, espero Robert me tenga buenas noticias.




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