La prometida del magnate

MI BEBÉ ESTÁ A SALVO

Narración de Samantha Cedeño

Residenciales “Rossi”, Ciudad de Chicago

Dios es tan misericordioso que justo al final cuando iba a quitarme la vida, me envió un ángel de su parte. No puedo creer que aquel hombre elegante que iba a la cafetería todos los días en la mañana, sea quién salvó mi vida y la de mi hija.

Si él no me encontraba a la salida del hospital, literalmente en estos momentos estaba muerta. Me siento bastante aliviada al saber que mi bebé está bien, irónicamente aquel hospital donde no me tendieron la mano, don Paolo Rossi es el dueño y no solo de ahí, sino también de varios hospitales en otras ciudades del país.

Lo que más me alegra es verle la cara de amargado de aquel doctor que por segunda vez me rechazó. Especialmente cuando me vio entrando con don Paolo Rossi, se quedó frío y solamente allí se hizo el atento.

¡Miserable! Por ser una mujer tranquila y sin resentimientos, no le dije nada a don Paolo del pésimo comportamiento de unos de sus doctores.

Don Paolo es tan bueno que incluso me presta este pequeño departamento situado en las residenciales más lujosas de Chicago sin cobrarme ni un solo centavo.

Me siento cómoda aquí, el piso es alfombrado, las paredes son de color blanco con toques de rosado, también hay cuadros de bellas artes colgados en un pequeño corredor y decorados muy lujosos.

Dios es justo, he pasado tantas tragedias y calamidades que al fin mi suerte está cambiando.

—Querida Samantha, es una inmensa alegría verte sana y a salvo. —Es don Paolo que me saluda.

—Don Paolo buenos días, no tengo palabras para expresarle cuan agradecida estoy por salvar mi vida y la de mi hija. —Le expreso mi gratitud mostrando una cálida sonrisa.

—No tienes por qué darme las gracias mi bella dama de rojo. Aún recuerdo la primera vez que la vi en aquella cafetería atendiendo con aquel hermoso traje. — Dibuja una sonrisa en la barbilla.

—Usted iba todas las mañanas a la cafetería hasta que mi jefe cerró porque su madre esta muy enferma. —Le respondo con gentileza.

—Aquella cafetería me trae tantos recuerdos de mi juventud, ahí conocí a mi adorada y difunta esposa. —Aquella mirada proyecta nostalgia y dolor.

— ¡Lo siento por lo de su esposa don Paolo! —Le digo en voz baja.

—Tú me traes tantos recuerdos de ella, te pareces mucho en su físico y sobre todo en su manera de ser: gentil, carismática y noble. —Me contesta este buen hombre mientras fuma un habano.

—Puedo preguntarle algo don Paolo. —Le digo.

—Lo que desees mi bella dama de rojo. —Me dice.

— ¿Puede contarme algo acerca de su historia de amor? —Le pregunto mostrando curiosidad en el semblante.

“Fue hace varios años atrás. Yo un joven cándido y lleno de vida hijo de padres acaudalados iba caminando por las empedradas calles de Chicago, hasta que entré a una cafetería donde una señorita de dulce voz me atendió.

Su semblante como el de un ángel, su cabello rubio muy parecido al tuyo, de ojos azul del cielo, su mirada proyectaba bondad. Vestía con un delantal amarillo con figuras pequeñas en formas de rosas.

Yo le salude luego de pedirle un café bien cargado con dos cucharas de azúcar morena, desde aquella mañana empecé a ir todos los días a la cafetería hasta que un día la invité a salir, ella aceptó y allí empezó aquella hermosa historia de amor”.

Al terminar aquella hermosa historia de amor, observo el semblante de don Paolo, su mirada lo dice todo; mezcla de sentimientos encontrados por un cálido amor del pasado.

—No siga más don Paolo, perdón si por mi causa se siente mal. —Le respondo con la voz tierna y afectuosa.

—Mi bella dama de rojo, tu luz y compañía me da vida, hace tanto tiempo que no me siento así. —Se acerca para acariciarme con ternura las mejillas.

—Desde hoy don Paolo cuente conmigo para lo que sea, deseo devolverle la ayuda que usted me está brindando. —Le contesto.

—Si vez que eres muy noble, te aprecio Samantha. —Responde reflejando paz y serenidad en la mirada.

En la actualidad existen muy pocos hombres tan buenos como mi amado Richard y en este caso don Paolo. Es una bendición para mi vida el conocerlo. Ahora lo más importante es cuidar y velar por mi bebé esperando el momento que la traiga al mundo.

Unos días después

Pienso bastante en Richard, ¿Qué está haciendo en este momento? ¿Me está pensando? ¿Me echa de menos? Quizá cree que estoy muerta por el incendio que sucedió en la residencia.

Riiiing, riiiing, riiiing

Riiiing, riiiing, riiiing

Riiiing, riiiing, riiiing

Es el timbre de la puerta voy a ver quién es.

—Don Paolo buen día. —Le saludo.

—Samantha un buen día para ti también. —Me devuelve el saludo con gestos de cortesía.

—Es un hermoso día para dialogar con un buen café bien cargado. ¿Me puedes preparar? Si no es mucha molestia. —Su rostro proyecta felicidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.