Narración de Samantha Cedeño
Saints Medical Center, Chicago
Estoy a la espera de los resultados finales del pronóstico del especialista. No puedo olvidar aquel día cuando don Paolo casi pierde la vida debido a un paro cardíaco. Estoy que me como las uñas de los nervios, si le pasa algo malo nuevamente quedo desamparada sin que nadie me ayude.
Ruego a Dios que no sea nada grave lo que tenga don Paolo.
— ¿Señorita Samantha Cedeño? —Es el cardiólogo que me llama al salir del cuarto donde está internado don Paolo.
—Dígame Doctor. —Le respondo.
—Don Paolo Rossi desea hablar con usted. —Me comenta.
Al pasar al cuarto, miro en la cama a don Paolo con el rostro sonriente y la mirada luminosa.
—Me alegra mi bella dama de rojo que todos estos días mientras estoy internado es esta clínica estés pendiente de mí.
—Es lo que menos puedo hacer don Paolo por ser tan bueno conmigo. —Le contesto.
—Me hace bien que estés a mi lado, hace tanto tiempo que nadie ha estado pendiente de mí. —Me mira fijamente a los ojos con ternura y amor.
Creo que don Paolo se está enamorando de mí, espero esté equivocada y me mire como a una hija. (Él tiene 48 años y yo 25)
— ¿Qué diagnóstico le dio el cardiólogo? —Le pregunto llena de curiosidad.
—Debo operarme de urgencia, tengo parcialmente taponadas las arterias coronarias. —Su semblante refleja preocupación.
— ¿Es grave su enfermedad? —Le sigo preguntando.
—Es grave, pero con la ayuda del mejor cardiólogo y tu apoyo sé que puedo superarlo. —Me coge suavemente de la mano y la besa.
Don Paolo no me ve como una hija sino como una mujer. Este asunto me está poniendo nerviosa.
— ¿Sucede algo Samantha que te has quedado en silencio? —Me pregunta.
—No es nada don Paolo, solamente pienso que en menos de un mes y medio estoy dando a luz a mi bebé. —Le respondo.
—Samantha si es por tu bebé, no te preocupes que voy ayudarte para que tengas todo lo necesario. Te estimo en demasía. —Me mira con ojos tiernos.
—Es demasiado noble conmigo don Paolo, no quiero seguir abusando de su bondad. Es mejor conseguir un trabajo para sustentar a mi hija. —Le digo.
—Tengo demasiado dinero Samantha y deseo compartir una parte de ello contigo. —Me dice mostrando su cálida sonrisa.
Su respuesta me deja helada, no sé qué responderle.
Luego de visitar a don Paolo en la clínica me voy de regreso al departamento, mientras viajo en el taxi me quedo pensando en esta comprometedora situación.
Estoy entre la espada y la pared, si me alejo de la ayuda de don Paolo no estoy en condiciones de trabajar por estar de 8 meses de embarazo, en cambio sí acepto todos sus ofrecimientos, en algún momento me va a declarar su amor y no sé qué responderle.
Sigo amando a Richard y tengo la esperanza de regresar con él algún día para presentarle a nuestra hija y al fin casarnos.