Dos días después
Don Paolo me acaba de llamar desde su mansión invitándome una cena especial. El día de hoy le dieron de alta en la clínica, me alegro por él ya que de momento está con un tratamiento hasta el tiempo de la operación.
Al salir del departamento siento nervios, la verdad no sé hasta dónde va a llegar este dilema. Estimo a don Paolo pero no lo amo, quizá en una realidad alterna si me hubiera enamorado de este gran hombre.
Acabo de llegar a la mansión.
Riiiing, riiiing, riiiing
Riiiing, riiiing, riiiing
Riiiing, riiiing, riiiing (Timbre de la puerta)
—Señorita Samantha sea bienvenida a la residencia de mi señor. —Me saluda el mayordomo.
—Buen día gentil señor, le agradezco por su cálida bienvenida. —Le digo.
El mayordomo me conduce a la sala principal de este enorme lugar, hay varias esculturas de mucho valor, cuadros hermosos en las paredes, el piso es alfombrado de rojo, las paredes tiene una mezcla de amarillo con figuras rosadas.
La sala es lujosa adornada con todo tipo de floreros, se escucha una música suave, los muebles totalmente blancos, en medio de la sala hay una pequeña mesa de cristal donde hay varios portarretratos de una mujer muy hermosa con un niño pequeño, a lado de ellos está don Paolo que se lo ve muy joven.
Mientras sigo mirando aquellas fotos del recuerdo, escucho de cerca la gentil voz de don Paolo.
—Siempre tan bella y luminosa Samantha. —Se acerca para besarme la mano con delicadeza.
—Buen día don Paolo, gracias por invitarme a esta cena especial. —Le saludo cordialmente.
—Gracias por venir, eres bienvenida a mi humilde hogar las veces que quieras. —Me dice.
Don Paolo está elegantemente vestido con un terno gris con chaleco del mismo color, corbatín y un sombrero color negro, camisa blanca y zapatos de charol. ¡Me sorprende verlo así!
Luego de charlar por unos momentos una empleada se acerca con la mesera para llevarnos al comedor. Por lo visto la cena solo es de dos ya que hay dos juegos de cubiertos, dos vajillas y dos copas en la lujosa mesa.
—Samantha sírvete lo que deseas, ésta es tu casa. —Me dice.
— ¡Gracias don Paolo! —No digo más y guardo silencio.
—Debo decirte que la próxima semana viajo a Manhattan a la famosa clínica del doctor Burton llamada, “Doctor City”. —Me comenta mientras se sirve una copa de vino.
Al oír el lugar donde se va a operar del corazón me quedo petrificada. Justo tiene que ir a Manhattan y más aún a la clínica de mi amado Richard.
— ¿Te pasa algo Samantha?, parece que acabas de ver un fantasma que estás pálida. —Me pregunta.
—Creo que son síntomas del embarazo, faltan pocas semanas para dar a luz. —Está mi corazón acelerando de ansiedad.
—Tranquila que tú viajas conmigo para operarme en Manhattan y de paso das a luz en la clínica “Doctor City”. —Me dice.
— ¡Perdón don Paolo pero me siento mal! Debo regresar al departamento para descansar. —Estoy paralizada de terror al saber que don Paolo me invita a viajar con él a Manhattan.