La prometida del magnate

UN CAMBIO DE LOOK

Salgo de inmediato de la mansión sin regresarlo a ver pese a las veces que me grita. ¿Qué hago Dios mío? ¡Cómo es posible que tenga que pasarme esto a mí! Lágrimas corren por las mejillas al estar de regreso a casa.

¡No sé qué hacer! Volver a Manhattan embarazada sabiendo que allá todos me creen muerta, ¡es una locura! ¡Es una locura!

“Piensa Samantha que debes hacer para salir de este conflicto, piensa, piensa”…..Me digo a mi misma”.

El teléfono no deja de sonar, con toda seguridad es don Paolo esperando una respuesta de mi parte.

Si Richard se llega a enterar que estoy viva, seguramente las noticias se riegan por todos lados. Temo que esa malvada mujer y su cómplice también se enteren arremetiendo nuevamente contra nuestras vidas.

No puedo permitir semejante tragedia, más aún si tengo una vida inocente en el vientre. Debo buscar alguna solución antes que sea demasiado tarde, no quiero perder ni a mi bebé ni a Richard.

Don Paolo nunca debe enterarse que intentaron asesinarme en Manhattan hace aproximadamente ochos meses atrás, este secreto debo guardarlo con mucho cuidado.

Debo dormir me duele la cabeza de tanto pensar sin tener solución alguna, voy a tomar unos tranquilizantes para reposar profundamente.

A la mañana siguiente me despierto con una cara como de enferma, ¡fatalidad!, ¡fatalidad! era que mis benditos padres que en paz descansen, me pongan de nombre en honor a mis continuas calamidades.

No tengo ánimos de nada, solo quiero bañarme, tomar una taza de té e ir al parque más cercano a caminar.

Mientras estoy transitando por la calle hacia el parque, paso cerca de una peluquería donde hay un cartel grande indicando cambios de look al instante.

Tips para lograr el cambio de look que deseas

Párate a pensar en tu nuevo estilo. ...Observar para hacer un cambio efectivo. ...Procesa y analiza. ...Busca tu new look. ...No te olvides de los accesorios. ...Un poquito de maquillaje. ...La transformación llega con el pelo y los zapatos.

Pensándolo bien, no es mala idea hacerme un cambio total de look sin que se dé cuenta Richard cuando viaje a Manhattan con don Paolo.

Es la única salida que tengo para no revelar mi verdadera identidad, eso sí por nada del mundo dar a luz en la clínica de Richard. Que la operación de don Paolo salga con éxitos sin demora para regresar de inmediato a Chicago.

Mi hija debe nacer en Chicago, es por el momento el lugar indicado para mantenerla protegida de esos criminales. Algún día sabré la identidad de esas personas con la esperanza que sean ajusticiados terminando bajo las rejas.

Es un camino muy largo que debo seguir recorriendo. Al entrar a la peluquería pido al asistente hacerme un cambio total de look, él accede con gusto realizando un cambio espectacular en mi rostro y cabello.

Al mirarme al espejo el cabello es corto, teñido de negro, el maquillaje es distinto al que usualmente uso, tengo puesto lentes de contactos color cafés. ¡Me veo bien!, además llevo puesta gafas oscuras.

Así nadie se va a dar cuenta de mi identidad, menos mal tengo un solución por el momento.

Con este nuevo look puedo llamar con tranquilidad a don Paolo pidiéndole disculpas por mi abrupta salida de su casa, y luego le confirmo que viajo con él a Manhattan.

Rin, rin, rin.

Rin, rin, rin.

Rin, rin, rin.

No contesta, de nuevo voy a intentar llamarlo.

Rin, rin, rin.

Rin, rin, rin.

Rin, rin, rin.

Es curioso que no me conteste, quizá está molesto por salir de su casa sin despedirme. Es mejor regresar al departamento para cambiarme de ropa. Al estar cerca miro el coche blanco de don Paolo estacionado en el parqueadero de las residenciales.

—Don Paolo, ¡soy yo! —Le grito.

— ¿Quién es usted? —Me pregunta algo asombrado.

— ¿No me reconoce? —Le digo.

—Esa voz se me hace conocida. —Responde algo inquieto.

—Soy Samantha. —Le sonrío.

Don Paolo sorprendido se saca los lentes para mirarme de pies a cabeza.

— ¡Eres tú Samantha! ¿Qué te has hecho que luces irreconocible?

—Jaja, jaja, jaja. —Le sonrío— Es mi nuevo look.

—En verdad eres todo un misterio, te vas de la mansión sin decirme nada, luego te llamo en todo momento sin que me contestes y ahora luces totalmente cambiada. —Su tono es alto y largo demostrando admiración.

— ¡Perdón don Paolo! Aquel día no me sentí bien, en verdad le pido una disculpa. —Le respondo.

—Mi querida, no debes por nada disculparte. Solamente te pido que confíes en mí y no trates de solucionar tus problemas sin ayuda de nadie. —Me comenta.

—Voy a tomar en cuenta sus palabras, gracias. —Le digo con tono bajo.

Después de esta conversación don Paolo me deja en el departamento indicándome que mañana estamos viajando a Manhattan.




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