HADES ÖZDEMIR PRIDE
Iba saliendo de mi oficina a una junta de accionistas urgente, estas últimas semanas algunos socios han querido vender sus acciones aunque son pequeñas pero se haría un gran valor si estan vendiendo sus acciones a una sola persona.
Y eso me juega en contra, así que debo actuar.
—Buenos días señores —entró al gran salón y observo a todos los presentes, Egan está sentado al lado de la silla presidencial y me saluda con un asentimiento— Esta semana he estado recibiendo reportes que tengo un socio secreto, uno que se está introduciendo silenciosamente a mi conglomerado.
Miro a cada uno de los presentes, somos diez personas este lugar; cinco socios, dos guardias de mi confianza, mi secretaria y Egan.
—Espero una respuesta, se quienes han vendido una mínima parte de sus acciones pero quiero que ustedes me digan...
Las siguientes palabras que estaba por decir se quedan en la punta de mi lengua por que entra un hombre que no conozco por la puerta como si estuviera por su casa.
—Disculpen mi retraso —sonrie de lado y observa a todos los presentes para luego dirigirse al espacio vacío entre Egan y otro socio— Ahmet Bayrak, el socio secreto que querías conocer, Özdemir.
Mi apellido lo dice con recelo, mientras me mira y trata de ver si funciona su juego, no me intimida pero si clava una molesta espinita dentro de mi.
Una que quiere saber quién es y por que me suena mucho su apellido.
—Señor Bayrak ¿cierto? —dije enarcando una ceja en su dirección, a lo que el asiente y juega con el bolígrafo que está sobre la mesa— Esta reunión era para saber el porqué mis socios vendieron parte de sus acciones a usted. Si no es molestia usted podría decirnos como comvencio a mis socios ya que se encuentra aquí.
—Claro —se pone de pie en su sitio y acomodo los botones de su blazer— Desde hace unos meses, mejor, un par de años he estado observando de lejos Empresas Özdemir, su administración y el trabajo que realizan en las minas, no me gusta y vengo a hacer un cambio.
La reunión termino con algunos inconvenientes, las razones y puntos de la compra y venta de las acciones no fue de lo más satisfactorio para mí.
Ahmet Bayrak, no era confiable para mi.
Pase el día entre papeles, revisiones y algunas pequeñas reuniones con departamentos de la empresa, por la tarde tenia un pequeño viaje para ver la mina en Izmir que estaba en su auge de producción.
Solté un bufido, estos últimos tres años habían sido pesados y complejos.
Me casé obligado por cumplir el pedido de mis abuelos, de todas maneras era de esperar aquello porque la boda fue organizada sin mi consentimiento, me enteré que me casaba por medio de las noticias, una semana antes.
El vientre de Vanu no era muy notorio pero las habladurías no se hicieron de esperar "¿Casados por amor o un bebé?", "El vestido dejaba entrever un abultado vientre ¿es un bebé o está gorda?" Así y mucha otras preguntas se podían escuchar antes y después de
la boda, al final obtuvieron su respuesta, Vanu se dejo ver un mes antes de dar a luz a su hija.
Ahora para el mundo la niña es mi hija y tampoco me he molestado en desmentir tal cosa. La pequeña Elif se ganó mi corazón, sin proponerselo, la quiero como a una hija, una que anhelo tener en un futuro con la mujer que amo y hasta ahora no puedo dar con su paradero.
Eso me está volviendo loco.
Tres malditos años y no hay pista exacta de donde puede estar, cada vez que creo estar cerca, desaparece, se escurre como agua entre mis manos, ya no lo soporto quiero desistir, pero aún confío en que veré a mi Persefone.
Termino de revisar los últimos documentos que están sobre mi escritorio, me levanto de la silla para poder entregárselo a mi secretaria y antes de que pueda abrir la puerta alguien más lo hace.
—¡Hades! —grita la pequeña entrando a mi oficina con un abrigo color vino, haciendo resaltar sus mejillas sonrojadas por el frío.
—Elif, ¿qué haces aquí pequeña? —me agacho a si altura para poder tener una mejor conversación.
—Mine a ve a papá.
—¿Tu papá? ¿Dónde está? —pregunté confundido.
—Sip, eta afuera con mi mami.
—Esperame aquí ¿sí?
Elif asiente y camina hacia la pequeña mesa donde están sus pinturas de colores y sus libros de dibujo, como cada vez que viene juega allí.
Salgo de la oficina y me dirijo al escritorio de mi secretaria entregando en sus manos los papeles que acababa de firmar.
—Señorita Yilmaz, ¿ha visto a Vanu?
—Si, dejo a la niña Elif en la puerta de su oficina y luego se fue a la cafetería con un hombre que no conozco.
—Gracias, puedes cuidar por un momento a Elif.
—Claro, señor Özdemir.
Entró a la cafetería de la empresa buscando con la mirada a mi esposa y ese hombre extraño que hasta ahora no conozco, el padre de Elif.
Vanu siempre mantuvo en secreto el nombre y rostro. Nunca quiso decirme quien es, cuando nació Elif, el estaba presente y hasta ahora lo sigue estando, por esa misma razón la
niña no me llama papá y en el fondo me siento aliviado ya que sería difícil cuando comience nuestro divorcio.