La Propuesta

Una Mirada


 

CASSIDY  D'ALESSANDRO

Salgo del baño envuelta en una toalla,
hoy me he levanto sola, nadie vino a despertarme y eso es muy raro.

Entro al closet que tengo ahí en la habitación, busco una falda tubo color gris y una blusa de seda color marfil de cuello cadete, tarde el tiempo necesario en cambiarme y bajo las escaleras casi lista.

Sólo falta mi maquillaje y los tacones.

Desde el pasillo puedo escuchar las risas y los gruñidos de molestia cuando algo cae al piso, aquella misma voz intenta regañarlos pero no puede evitar reírse al igual que yo cuando ve la escena que es muy tierna.

Atesh tiene el cabello blanco a causa de la harina, sus mejillas están manchadas con cocoa en polvo y a su lado está el plato en el suelo. Mi pequeño hijo aprovecha la distracción de su hermano al verme para romper un huevo en su cabeza, Alev solo gruñe y le saca la lengua, para luego hacerle lo mismo.

Athena que está sentada sobre el mesón de la cocina, tiene sus rizos rojizos amarrados en un moño desastrozo mientras bate algo en una fuente y al percatarse de mi presencia sonríe.

—¡Mami! —grita y con sus gestos pide ayuda para bajar de allí, Egan le hace caso y mi pequeña niña corre a mis brazos— Etamo peparando pastel.

—Yo veo que hacen otra cosa —pellizco su nariz con cariño al mismo tiempo que los otros dos niños vienen y me abrazan haciendo que caiga al suelo.

—Qeliamos hacel pastel y Egan, no sabe —dice Atesh con una mueca de disgusto muy parecida a la que hacía Hades cuando un hombre estaba alrededor mío.

—Yo se hacer, pequeño hijo de Hades —gruñe Egan, creo que desde que me ayuda con el cuidado de los niños es lo que más he escuchado salor de sus labios.

—Metira, ere un desarte —Alev lo acusa serio señalando a su tío con su mano llena de harina.

—Se dice desaste —corrige Athena acomodando mechones que estaban sobre su cara.

—Que no.

—Que si.

—Que no.

—Que si.

—Cabeza de fuego —Atesh le saca la lengua a Athena.

—Enano —murmura Alev en defensa de su hermana.

—Lo tes somo enanos —dice Athena mirando a sus hermanos para luego darse un abrazo grupal y volver a su trabajo en el mesón de la cocina.

—No debiste bajar ya casi lista para ir a la empresa —señala Egan mi atuendo manchado con harina y cacao en polvo.

—Es una buena escusa para faltar al trabajo —trato de sacudir mi blusa y falda que tenían manchas— Y también para que no queden intoxicados mis hijos con tus pasteles.

—Fingire que no escuche lo último, dañas mi corazón pastelero.

Se lleva una mano al pecho con dolor y detrás de el se escucha la leve risilla de los niños.

—Mueve tu dindo tasero tío, debemos teminar el pastel —dice Alev que ayuda a su hermana a batir la masa.

Antes de salir de la cocina pellizco el hombro de mi querido no sin antes advertirle que si vuelvo a escuchar a uno de mis hijos hablar así lo castro, por mucho que desee sobrinos de él.

El día a transcurrio de lo mas divertido. Hoy no fui al trabajo, debía pasar tiempo con mis hijos por que había días que no estaba en casa por estar en oficinas de la empresa de mi hermano y en la sociedad que vinos.

Después de haberme puesto algo más ligero, volví a la cocina, el pastel de mis niños no salió como esperaban, tuvimos que limpiar, darles un baño  e ir al centro comercial por que los ingredientes ya no habían en casa, estar en el supermercado fue toda una odisea.

Atesh quería controlar cada cosa que yo comprará al igual que sus hermanos, en eso habían salido idénticos a su papá quieren tener control sobre todo, pero he debido enseñarles que no siempre se puede.

Salimos del supermercado llenos de dulces, cereales y los ingredientes para preparar el pastel, podía haber mandado a alguien pero en Bolivia yo siempre iba al super y aquí en Italia lo hacía yo aunque había gente a mi disposición prefería, era divertido ver a los niños meter todo al carrito y darle a Egan algunos productos para que los vuelva a su lugar.

Llegamos a casa con alrededor de tres bolsas llenas, preparamos el pastel de chocolate con frutilla está vez siendo cuidadosos y sin dejar jugar a los cuatro niños que tengo a mi cuidado.

Sí, digo cuatro por que Egan se convierte en un crío junto a mis hijos.

—Mami ¿poque no de hacemo un vídeo a papi? —pregunta Athena comiendo de su pastel de chocolate mientras vemos El Rey León.

—¡Shi mami! Pofi  —dijo Atesh con la boca llena uniendo sus manitos.

—Así papi miene y juega con nosotos —siguió Alev.

Los tres pequeños me miraban esperanzados y haría cualquier cosa por ver una sonrisa en sus labios, ellos sabían que tenían un papá, que se llamaba Hades y que los amaba mucho aunque el nunca haya respondido a mis cartas.

—Esta bien.

—¡Si! —gritaron los tres y dejaron sus platos a un lado para abrazarme.

—¡Abrazo grupal! —grito Egan con los bowl de palomitas en sus manos que dejo sobre la mesa y se unió al abrazo.




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