HADES ÖZDEMIR PRIDE
Desperté con un dolor de cabeza tremendo, lleve mi mano hasta mi nuca donde había sentido el golpe, estaba inflamado y sentía que me palpita.
El lugar me costó reconocerlo hasta que caí en cuenta que era el mismo galpón, intente hacer algún movimiento pero me fue imposible, no podía, mis manos y pies estaban atados, delante de mi habían tres hombres que bebían té mientras jugaban a las cartas.
—Al parecer ya despertó la bella durmiente —hablo con burla teñida en su voz— Ve a decirle al jefe que ha despertado.
El hombre que estaba a su lado asintió y salió del lugar. Mire a ambos hombres con molestia, no sabía que había pasado con mis hijos, lo último que recuerdo es estar entrando al galpón y que todo vuelva oscuro.
—¿Qué pasó princesa? ¿te comió la lengua el ratón? —preguntó un hombre que tenía un porte más imponente que los otros, al parecer era el jefe.
Maldito imbécil, sino fuese por la cinta adhesiva sobre mi boca los estaría mandando a la mierda y más allá.
—Quiten la cinta de su boca. —ordenó.
El mismo que había salido a llamarlo quito la cinta de mi boca y remoje mis labios.
—Mis hijos... ¿Dónde están?.
—A salvo, con su querida mamá...
Las siguientes palabras que iban a salir de su boca no lo hicieron, la balacera que se escuchó afuera alertó a todos, que sacaron sus armas apuntando en varias direcciones.
—Señor hay que salir de aquí, son los de Zonguldak, la mercadería no llegó completa
—¡Maldito hijo de perra! —gruño y me apunto con su arma— Tu maldito hermano no sabe a qué está jugando, que tengas buenas noches princesa.
Golpeó mi nuca con la parte posterior de su arma y quedé inconciente.
***
Desperté aturdido por el golpe, escuchando bullicio y cosas siendo movidas de un lado a otro, no sabía en el lugar que me encontraba y tampoco podía verlo, mis ojos habían sido vendados.
Sólo escuche que estábamos en Diyarbakir, en medio del bosque.
Durante los siguientes días hasta el día de hoy, seguía con la venda en los ojos que sólo me la quitaban a la hora de comer o cuando debía de ir al baño, mis manos y pies atados apenas me dejaban moverme.
—Hoy tenemos invitado especial, princesa.
Gire el rostro hacia donde provenía la voz, ya me tenían cabreado de llamarme princesa, se acercó con pasos lentos hasta mi y quito la venda. Parpadeo un par de veces para poder acostumbrarme a la luz y lo miro.
—¿Qué día y hora es?
—Solo debes saber que hoy vuelves al infierno.
Junto a otro de los hombres me levanto del suelo y me sacó de aquel cuarto, me llevaron hasta el centro de aquel lugar que parecía de una fábrica antigua y abandona, observe todo a mi alrededor buscando por donde podía salir pero parecía imposible, cada dos a tres metros habían matones de aquel hombre que el en transcurso de los días pasados escuche su nombre, Korhan Alemdaroğlu.
Por lo que llegaba a escuchar del noticiario, el era uno de los traficantes de droga y arma más grande en Turquía, un hombre que iba directo al grano y no daba tantas vueltas, no obstante al parecer tenía mucha paciencia o quería tanto su red de tráfico metida en Empresas Özdemir que no mataba a Ahmet.
—¿Puedo saber que carajos tengo que ver yo en su mierda? —pregunte cansado de todo.
—Mucho, tu eres por quien Ahmet no nos ha dejado entrar a Özdemir para manejarlo a nuestro gusto, pero a partir de hoy será muy diferente —sonrie con maldad mientras mira su su pistol y luego a mi— Ahmet cree que sera suficiente con tu muerte para saldar su equivocación con la mercancía que no llegó completa a Zonguldak, la verdad es que le tengo una sorpresa aquí, una que le enseñará que no debe volver a equivocarse.
Apreté los dientes con fuerza, Vanu y Elif podrían estar aquí siendo maltratadas por estos imbéciles, yo no podía dejar que las dañen durante casi cuatro años se habían convertido en mi familia, no las dejaría solas hoy.
—¿Dónde están Korhan?
—¿Quiénes?
—Vanu y Elif, se que las tienes. —gruño.
—¿Esas seguro que esa es mi sorpresa? —levanta un ceja sin dejar de sonreír.
—Maldito, si las tienes no te atrevas a tocarlas —digo intentando quitarme de encima a los hombres que me sacaron de la aquella sucia habitación.
—Haré lo que quería y cuando quiera Hades, cubran su cabeza. —ordenó.
Durante las siguientes horas no podía ver nada, sólo sabía que íbamos en la carretera a algún lugar, habíamos hecho una parada para cargar gasolina al parecer.
Estaba agotado física y mentalmente, el alimento diario que me dieron constaba sólo de pan y agua, estaba hecho un asco, suponía que el olor de suciedad no le molestaba a los hombres que me escoltaban... quizá hacían este trabajo muchas veces.
Esperaba poder salir vivo de esta, poder cumplir la propuesta que le hice a Cassidy, esa mujer me tenía comiendo de su mano, nunca creí llegar a formar una familia después de que Eda dijese que yo destrui la suya y haría lo mismo con la mía, puede ser que no se equivocaba, dentro de unas horas estaría muerto en algún lugar de Diyarbakir, lastimando a mi pequeña familia, aún así tenía una pequeña esperanza de salir vivo y volver a disfrutar de los trillizos y Cassidy.
Amor.
Familia.
Por eso tendría que aferrarme a la vida y a la posibilidad de que la policía de con mi paradero. Estaba seguro que Dios me daría la oportunidad de vivir en familia y darle a mis pequeños lo que a mi me arrebataron.
—Llegamos.
Me bajaron del auto y caminamos sobre un terreno rocoso hasta adentrarnos a lo que parecía una cueva por que la brisa fresca ya no había.