La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 6: Heily Miller

Capítulo 6: Heily Miller

-Eres un tonto. – Dice la chica que esta al otro lado de la habitación.

-Heily, deja las bobadas, ya no eres una niña. Tienes 16 años y empieza a comportarte como tal. – Le regaña mi jefe insistentemente.

-Mira quien habla, - Se ríe la chica. – De todas maneras, sigues siendo un tonto.

-Abre la puerta, mira que estoy de buen humor. – Insiste.

-No te tengo miedo.

Yo sí, pienso.

-Heily. – Mi jefe estaba enojado, se notaba porque su dentadura estaba apretada.

-Lo siento Harry, pero, no pienso salir. – Contesta la chica.

Veo como Miller respira profundo y luego su mirada se va dirigida a mi persona.

-Es imposible lidiar con ella. – Me explica.

-¡Te escuché!. – Grita Heily del otro lado.

-¿Me permite?. – Pregunto a lo bajo para que la chica no escuche.

-Solo me queda desearle suerte. – Dice alejándose de la puerta para que yo me acerque. - ¿Me quedo o desea hablar sola con ella?.

-Prefiero un poco la privacidad. – Digo con una sonrisa de boca cerrada.

-Bien, gracias. Mucha suerte. – Desea antes de alejarse.

-Hola Heily. – Empiezo.

-¿Y tú quien eres?. – Pregunta.

-No se si me recuerdas, pero, soy Stella.

-¿La asistente personal de mi hermano?. – Y aquí iba otra vez, a la zona de empleados.

-Esa misma.

-¿Qué quieres?. – Habla con notorio disgusto. De que la chica estaba aburrida, lo estaba.

-Simplemente, deseo establecer una conversación contigo. – Explico.

-Primero que todo, odio la formalidad. ¿Se supones que nos conocemos, no?. – Al parecer la chica si me recordaba y eso para mí ya era un poco de avance.

-Ok. En este momento no quiero que me recuerdes como Stella, la asistente de tu hermano. Quiero que me recuerdes como una amiga, que en este momento entiende tu situación. – Mi voz sonaba un poco baja.

-¿Y como alguien como tú, puede entender la situación de alguien como yo?. Además, ¿Qué bobadas te han dicho?. – Tengo la intención de contestar, pero ella se adelanta. – De seguro que soy una malcriada, grosera, caprichosa, antipática, inmadura y que no supero las cosas, ah, sin olvidar que la interesada de mi tía me quiere mandar a una correccional.

-Bueno para empezar, sí, he escuchado algunas cositas. Y para tu información, te puedo entender más que nadie. – Por primera vez no respondía nada. – Yo tenía tu edad cuando mi padre murió.

-Lo siento. – Se disculpa y empiezo a sentir como las ganas de llorar se aproximan.

-Sé que es difícil, no te juzgo porque al final de cuentas, tu actitud era similar a la mía. Es muy duro Heily, ver como la persona con la que has compartido muchas cosas, de repente se va. – Mis ojos empezaban a humedecerse. – Mira, no te puedo decir que salgas con una sonrisa y hagas como si nada hubiese pasado, porque es imposible. Si quieres llorar, hazlo, si quieres encerrarte en tu habitación, adelante. Pero recuerda algo, hay personas que te aman, no te hundas sola en el dolor, muñeca. Tu madre te adora, y si están juntas como la familia que son, será más fácil sobrellevar todo, pero recuerda que tu sigues viva, que, a Noel; tu padre, no le hubiese gustado ver a su pequeña en esa actitud. Él era un buen hombre, como todo buen ser humano, no merecía morir, pero son las pruebas de la vida. Todos está preocupados, te aman y no quieren verte hundida en esta tragedia. Tienes a tu madre, a tus hermanos y si quieres tienes una amiga.

-Soy una tonta. – Escucho como la chica solloza.

-No eres tonta, simplemente estas lidiando con el dolor a tu manera. No te pueden juzgar por eso. – Veo como la manilla de la puerta empieza a dar vueltas, a los pocos segundos ella aparece al frente mío con su cara empapada de lágrimas.

-Pasa antes de que me arrepienta. – Dice. Rápidamente tomo la bandeja de comida que se encontraba en una mesita, luego entro a la habitación.

Veo distintas fotos en su cama, en todas aparecía Noel. Ropa tirada en el suelo, en fin, la habitación era un desastre.

-Es un verdadero desastre, no tienes porque decirlo. – Habla.

-No iba a decir eso. La mía era peor. – Hablo haciendo que de su cara salga una pequeña sonrisa.

-Lo siento. Simplemente es horrible. No tenía a nadie Stella, mamá y yo estábamos solas, Harry y Henrry estaban fuera, cada uno lidiando con su dolor. ¿Nosotras, qué?, ellos me juzgan, pero en parte son culpables, quería a mis hermanos a mi lado, pero en cambio solo estaba mamá. – Dice. – Él no merecía morir, era un buen padre, un buen ser humano.

Ambas nos sentamos en su cama, pero antes, Heily le vuelve a dar seguro a la puerta.

-Todo estará bien, no te aseguro que el dolor pasará, pero lo que si te puedo asegurar, es que aprenderás a vivir con ello y simplemente cuando recuerdes a tu padre, lo harás con una sonrisa.

-Odio ponerme sentimentalista. – Dice mientras seca varias lágrimas que corrían por su rostro.

-Yo también. Es demasiado incómodo.

-También odio que me vean débil.

-Yo también. – Contesto.

-Odio a Harry.

-Yo tambi-no. – Corto de inmediato lo que iba a decir haciendo que una carcajada saliera de la boca de Heily.

-Tus haces lo contrario. – Habla sin preámbulos.

-No se de que hablas. – Respondo.

-Te va a crecer la nariz como pinocho, Stella. – Se ríe.

-¿Quieres bajar a comer?. – Pregunto cambiado rápidamente de tema. Ella se da cuenta pero de todas maneras no insiste.

-¿Cómo es el paranorma allá abajo?. – Pregunta, frunzo el seño al no entenderla. – Es decir, que visitantes andas rondando.

-Pues, tú madre, tú hermano, tú tía y Catalina.

-Primera regla Stella, si no quieres que te saque a patadas. Begoña no es mi tía.

-Te voy a decir algo, estuve a punto de morirme de la risa allá abajo cuando escuché ese nombre. – Digo mientras sonrío un poco.




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