La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 8: Olvidar por un momento.

Capítulo 8: Olvidar por un momento.

El ascensor vuelve a hacer ruido, dando a entender que ciertas jovencitas han llegado al lugar. Delante de mis ojos, camina Heily Miller, con unos pantalones bota campana color rosado, top negro que combinaba con unos tacones del mismo color. No voy a negar que la chica también inspiraba determinación.

-Buenos días, Stella. – Saluda llegando a donde yo me encuentro.

-Bueno días, señorita Miller. – Le devuelvo el saludo de una manera más formal.

-No más, por favor. He pisado estos lados y no soporto una señorita Miller, más. – Se queja causándome gracia.

-¿Qué la trae por esto lados, señorita Miller? – Ella me brinda una mirada asesina y retiro lo dicho. – Heily.

-Vengo a visitar a mi estimado hermano. – Contesta.

-Me alegra verte por aquí. – Digo, sinceramente.

-Gracias. Me sirvió la charla que tuvimos ayer. – Responde.

-No fue nada, solo hice lo posible por entenderte.

-Oye, Stella. ¿Qué tal me veo? – Pregunta.

-Hermosa, Heily. – Le alago.

-Tú como siempre, sin ofender. – Habla, y ahora soy yo quien la mira mal. – Es que siempre te veo como la misma ropa formal, tus trajes, aunque son lindos.

-No sé si agradecer o ofenderme.

-En realidad es un alago, he dicho peores, por ejemplo; a Begoña.

-¿Le digo a su hermano que ya se encuentra acá? – Pregunto.

-No quiero invocar a la fiera, cuando Harry está trabajando no a quien lo interrumpa. – Explica. – Mejor espero que salga y vea el tremendo monumento que tiene de hermana.

Me hecho a reír mientras le indico a Heily un lugar para que tome asiento y espere a su hermano.

-¿Algo de comer mientras esperas? – Pregunto.

-Mmm…No. Harry me prometió que iríamos a comer juntos y no quiero llenarme antes de tiempo, es lo mejor para aprovecharlo. Comida, postres, helado. – Empieza a decir los planes que se hallaban en su cabeza.

Si que sabía como aprovecharse de su hermano.

-Buenos días. – La voz femenina de alguien hace que mi vista se despegue de los papeles que estaba organizando para poner atención.

Veo a la chica que estaba al frente de mi persona, mi día había empezado de maravilla; de eso no cabía duda, pero lo poquito bueno se acabó apenas apareció ella.

-Buenos días, señorita Willian. – Le saludo con una sonrisa.

No me caía mal la chica, bueno si, pero poquito. Pero siendo sincera, a quien le iba a caer bien alguien que llega y te trata como si fueras su sirvienta o esclava.

-Avísale a Harry que estoy acá. – No era un favor, más bien era una orden. ¿Ven a lo que me refiero?

-El Señor Miller no me informó de ninguna visita de su parte. – Excuso.

No quería sonar odiosa, pero sinceramente, Miller no le gustaba que nadie llegara sin ante estar prevenido, no importa si se tratara de la familia, al menos que fuera un completa urgencia. El hombre también tenía su genio, y en algunas ocasiones no era el mejor.

Heily lo había dicho, no quería invocar a la “bestia” y básicamente me causaron risa las palabras de la chica, al final de cuentas terminé enviándole un correo a mi jefe informándole que su hermana se encontraba en la empresa y que había decidido esperarlo cuando él estuviera desocupado, era obvio que omití ciertas palabras. Su respuesta fue un simple “ok”, tampoco esperaba algo más.

-Le he venido a dar una sorpresa, razón por la cual no sabe nada. ¿Puede informarle o es incapaz de hacerlo? – Su voz era desafiante pero no iba a caer en ella, por lo menos, no yo.

-Stella no es incapaz, la incapaz es otra. ¿Tú cerebro no capta la idea de que a mi hermano no le gustan este tipo de llegadas “sorpresas”? – La voz de la menor de los Miller se hace presente.

-Heily, que gusto volverte a ver. Veo que estas mejor. – Expresa Catalina.

-Me gustaría decir lo mismo, pero lo mío no es la hipocresía. – Contesta.

-Tú hermano siempre ha dicho que eres muy bromista, se te da muy bien. – Alaga de manera sarcástica.

-Lo siento Catalina, bromeo solo con mis amigos. Stella, he cambiado de opinión, ¿podrías decirle a mi hermano que estoy acá, por favor? – Pide mirando de manera superior a la modelo.

Asiento brevemente mientras empiezo a teclear la computadora para enviar otro correo a mi jefe, de igual manera digo que la señorita Willian se encuentra por estas partes, omito las palabras de que ha no llegar rápido este par que esta al frente mío, son capaces de matarse.

A simple vista se notaba que las chicas se odiaban, no había ni una pizca de mentira en ello. Rogaba a cielo y tierra para que mi jefe saliera de esa oficina cuanto antes, ambas chicas se daban miradas que parecían disparar rayos.

Al parecer mis súplicas fueron escuchada porque al par de minutos las puertas de la oficina se habían abierto.

¡Gloria al cielo!

-Hola Harry. – La primera en saludar es Catalina, causando un claro enojo en Heily.

-Señorita Willian, ¿Qué hace usted por estas partes? – Saludo, saludo; no. Estaba segura de que eso no era un saludo.

-He paseado por aquí, aproveché para saludarte. – Explica.

-Siento informarle, pero no voy a poder atenderla. Tengo un compromiso importante que hacer. – Habla mi jefe.

Me era demasiado incómodo presenciar esta escena, no era de meterme en asuntos que no me correspondían.

-Yo le había dicho, pero de todas maneras quiso insistir. – Habla Heily.

-De igual manera, ahorita mismo no puedo atenderla. Si quiere, podemos hablar en la noche cuando vaya a casa de la señora Begoña o mañana temprano, eso sí, necesito que me informe antes. – Explica Miller.

Siempre he sido de guardar la compostura, pero en algunas ocasiones me era imposible, sobre todo al escuchar dicho nombre.

-Tienes razón, debí informarte. – Se disculpa.




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