La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 18: Renuncia

Capítulo 18: Renuncia

NARRA STELLA

–Es todo un caballero. –Expresa Carolina a mi lado cuando hemos puedo un pie dentro de la casa.

–Por Dios, deja de exagerar. –Pido de manera dramática, ya que, ha dicho la misma oración un par de veces.

–No te quejes, yo no lo hago cuando hablas de Miller. –Respinga.

Niego levemente. –Hablaba, tiempo pasado.

–Se excedió con el trabajo el día de hoy. –Opina caminando a la cocina y sirviéndose un vaso de agua.

–De seguro es para molestarme, como no acepte dicha “propuesta”. –Opino.

–Posiblemente… ¿Qué piensas hacer? –Pregunta.

–Si sigue así, lo más probable es que renuncie. –Ella deja de tomar agua y deja el vaso a un lado para voltearse a mirarme.

–¿Renuncias por eso, Stella? No le des el gusto de saber que te esta jodiendo la vida, simplemente, ala la cabeza y sonría como si no pasara nada.

–Ese es el problema, que pasa de todo y la presión me estresa más de lo que gustaría admitir.

–Lo siento, creo que no elegí las palabras adecuadas. –Se disculpa a lo que yo niego.

–No te preocupes. Voy a ver a mamá, hay pan y algunas cosas para preparar sándwich, si puedes–me corta de inmediato.

–Yo los hago, no te preocupes. –Sonríe.

Al entrar a la habitación y me doy cuenta que la enfermera sigue allí leyendo un libro y mi madre está profundamente dormida, apenas y puedo ver su rostro por la luz que emite la luna.

–Buenas noches, siento mucho la molestia de que te hallas quedado a estas horas. Tuve inconvenientes en el trabajo, te prometo que no se volverá a repetir. –Me disculpo con la chica, quien apenas me ve, deja dicha lectura a un lado y me brinda una sonrisa.

–No te preocupes, para mi es todo un placer.

–Por favor, quédate a dormir esta noche, no pretendo que salgas a esta hora con los peligros que hay a estas horas de la noche. –Pido a la chica.

–No creo que sea necesario.

–Claro que los es. Te quedas, mañana sigues con tu trabajo y te prometo que llego temprano para que puedas retirarte a tu casa. –Explico.

–Si las cosas son así, muchas gracias. Le aviso a mis padres, y en un momento bajo. –Dice mientras sale de la habitación y seguidamente voy yo, pero antes le doy un beso en la frente de mi madre.

Me dirijo a mi habitación para cambiarme y ponerme alguna ropa para dormir, me decido por un pantalón y camiseta de algodón, las cuales serían perfectas para el frio.

Mientras bajos las escaleras, pienso en la actitud de jefe, si, posiblemente el hombre estaba preocupado, pero no tenía el bendito derecho de empeorarme la vida como lo estaba haciendo.

No tenía la menor idea de cómo a hacer para estirar el dinero y que me alcanzara para los gastos de la casa, los cuales eran varios y no llegaban nada baratos.

Al llegar a la cocina encuentro a las chicas hablado, ellas ya se conocían, pero nunca habían tenido la oportunidad de cruzar palabras, les sonría y me pongo a ayudarlas para terminar lo antes posible.

–Oye Stella, felicitaciones. –La enfermera habla llamando nuestra atención.

–¿Por qué? –Pregunto sin entender.

–Por tú relación, espero que duren mucho tiempo. –Responde con una sonrisa.

Sonrío solo para ocultar mi cara de amargada que quería salir lo antes posible.

–Todo es una mala confusión. –Excuso terminando de poner la mantequilla en los panes.

–De todos modos, hacen una linda pareja. –Continua con el tema mientras lleva los sándwiches que ya estaban preparados a la mesa.

–Relájate, si no, esta noche no comemos. –Comenta Carolina y me doy cuenta que el pan estaba desmigajado en mi mano.

–Lo siento. –Me disculpo de manera apenada.

[…]

…Tres días después…

Respira Stella, solo tienes que respirar, no lo mates.

–¿Necesita alguna otra cosa, Señor Miller? –Pregunto a mi jefe, a quien estaba a punto de matar.

–No, encárguese de eso. –Ordena.

Salgo e la oficina respirando profundo, mi cabeza dolía de la cantidad de trabajo que me dejaba Miller.

Solo se necesitó tres días para que las cosas terminaran de empeorar, los trabajos aumentaron, una cantidad de cosas incoherentes que mi jefe me mandaba a hacer.

Tres días en los cuales he sentido mi cuerpo como zombie, sin poder descansar muy bien y con un montón de deudas las cuales debía pagar. Gracias al cielo que Marck nos llevaba o me llevaba a casa la mayoría de las veces que salía demasiado tarde

En cualquier momento iba a explotar y decirle unas cuantas cosillas que Miller se merecía escuchar, solo que por ahora quería y necesitaba mantener mi empleo.

En los tres días había llegado tarde, muy tarde, inclusive encontré a la enfermera dormida en el sillón al lado de la cama de mi madre. Me daba lastima con ella porque se estaba esforzando el doble por mi culpa, y yo por culpa de Miller.

No había dormido bien, ya llevaba tres cafés para intentar despertarme porque sino lo hacía, el trabajo no me iba a rendir y era lo que menos me convenía por la cantidad de cosas que Miller me había dejado para hacer.

Los rumores de la “relación” seguían rondando por la empresa y fuera de ella, ya había discutidos con un par de vecinas porque necesitaban “trabajo” y suponían que yo las podía ayudar con ello.

–Tierra llamando a Stella, por favor, quiero contactarme con mi amiga. –Carolina exagera mientras pasa la mano al frente de mi cara repentinas veces.

–Deja y aterrizo. –Respondo en modo de broma.

–¿Necesitas ayuda? –Pregunta señalando la cantidad de hojas que se hallaban en mi escritorio.

–¿Qué hora es? –Pregunto viendo que era demasiado oscuro.

–Las 20:00. –Contesta haciendo una mueca de cansancio.

–Te juro que aún no sé porque no lo he matado. –Digo refiriéndome a mi jefe quien de seguro debía estar lo más de relajado, mientras que yo me mataba haciendo miles de cosas.




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