La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 22: No eres suficiente

Capítulo 22: No eres suficiente

Cuando Carolina dijo que esto podía ser difícil, no pensé que fuera para tanto, inclusive pensé que estaba exagerando.

Pero, carajos; esto era horrible. La manera de como me miraban los trabajadores, no era para nada linda, sus miradas inquietantes no dejaban que me sintiera para nada cómoda.

Finalmente, puedo respirar de manera tranquila cuando he podido salir de la empresa, el primer día no fue para nada lindo. Pensé que esa incomodidad de ser la “nueva” solo se podía sentir cuando estabas en la escuela.

Cuan equivocada estaba.

Me tiro en el sofá de la casa soltando un fuerte suspiro, finjo una sonrisa cuando escucho unas pisadas en las escaleras; era mi madre. No quería preocuparla o angustiarla, mi principal prioridad era su salida y bienestar.

–Cariño. ¿Cómo te fue? –Pregunta.

–Bien, mamá. –Contesto.

–Pensé que te tocaba trabajar hasta más tarde.

–Igualmente, pero no. –Contesto mirando el reloj que se hallaba en la pared.

Aunque para ser sincera, sentí las horas pasar lentamente. Salir a las 7:00 pm, al final de cuentas no era tan malo y por lo menos no me estaban exigiendo más de lo que podía dar; cosa que ya era mucho.

–¿Te sirvo la cena? –Pregunta dándome un beso en la frente.

–No te preocupes, yo puedo hacerlo. –Respondo parándome.

–¿Por lo menos te puedo acompañar?

–Eso no lo tienes que preguntar.

Dejo a mi madre sentada en el mueble mientras yo me dirijo a la cocina a calentar mi comida. Mientras lo hago, un recuerdo llega a mi mente; uno de tantos que siempre aparecen:

Mientras jugaba con la casa de muñecas escuchaba la conversación de mis padres, no era correcto lo que hacía, pero ellos estaban demasiados extraños.

–¿Y si acepto? –Pregunta mi padre a mi madre.

–No, me niego rotundamente a que lo hagas. No quiero ver el día de mañana a mi esposo dentro de la cárcel. –Responde mamá.

–Pero… Las amenazas. Ella; nuestra hija. –Empecé a prestar más atención cuando escuché mi nombre.

–Ella va a estar bien, todos vamos a estarlo. –Asegura mi madre.

–No, con esas personas nunca se sabe. –El tono de mi padre era de preocupación.

–Son ellos o nosotras. –Le advierte mi madre.

El pitido del microondas hace que los pensamientos queden atrás, sobo mi cara ante dichos recuerdos a los cuales no les encontraba sentido. Los nombres de mis padres biológicos no los recordaba, simplemente detalles pequeños que con el tiempo se han ido.  

Vuelvo con mi padre y tomo asiento a su lado mientras vemos una película cómica para distraerme un rato.

¿Quién iría a pensar que pude acostúmbrame a Mónica y Estiben? Muchas personas decían que yo no iba a ser capaz de acostumbrarme a ellos, pues no eran mis verdaderos padres. Con el tiempo le pudimos callar la boca a muchos que decía que esto no iba a ser posible.

[…]

–No, no es buena idea. –Digo mientras miro el gran salón.

–Stella, ya no más. La conferencia empezó hace siete minutos y vamos tarde. –Me regaña Carolina.

–Es mejor que me valla. –Digo dándome la vuelta, pero ella me detiene agarrándome del brazo.

–No compré ese vestido para nada y muchísimos menos los tacones. –Reclama señalando la vestimenta que llevaba conmigo.

Había que recalcar que el vestido azul era hermoso, era algo corto, pero discreto a la vez y ni se diga los tacones negros que hacía ritmo con todo.

–Y te lo agradezco, de verdad.

–Miller invitó a los empleados de “Tecnology Express” y por si no lo recuerdas, tú haces parte de esa empresa. –Explica.

Recuerdo muy bien cuando mi jefe nos informó que Miller nos había invitado a la conferencia, mi cara fue todo un poema.

Respiro profundo y asiento levemente, estaba pareciendo una adolescente hormonada que iba a ver a la persona de la que estaba enamora; aunque solo fuera cierto la segunda parte.

–Stella, que sorpresa verte por estos lados. Aunque no tanto, digo, eres la pareja de Harry al final de cuentas. –Esa voz la podía reconocer en cualquier parte: Catalina Willian.

–Señorita Willian, buenas tardes; también. –Digo recalcando lo grosera que había sido al no saludar.

–¿Podría hablar con usted un momento? –Pregunta haciendo que mi amiga me mire de forma interrogativa.

–Te alcanzo en unos minutos, deja y hablo con la señorita Willian. –Digo.

Carolina se da la vuelta algo insegura y empieza a caminar, en cambio, Catalina y yo nos habíamos quedado a la mitad del gran salón dorado, solo nosotras dos.

–No voy a negar que me tomó por sorpresa la noticia de su relación. –Empieza a decir.

–No la culpo, muchas personas se sorprendieron. –Respondo.

De algo estaba segura; no me iba a dejar de esta mujer.

–Veo que los gustos de Harry han cambiado tanto. –Ella me observa de pies a cabeza.

–Hay personas que siempre preferirán lo natural. –Le doy mi mejor sonrisa fingida.

–Sé que hay algo detrás de todo esto, no tengo idea de lo que es, pero lo voy a averiguar cueste lo que me cueste. –Amenaza.

–No puedes encontrar nada en donde no hay nada. –Respondo.

Estaba dispuesta a salir del lugar, no me importaba nada ni nadie en el momento; solo quería salir de allí. Catalina me toma del brazo y con un tono de burla, habla:

–No eres suficiente para él, te aseguro que solo eres una diversión más. Tómate el tiempo de mirarte en es espejo y te darás cuenta de que tan ciego está Harry.

Empuja mi hombro y se va caminando con una sonrisa en su rostro. Trago grueso ante sus palabras que sin duda alguna causaron un gran dolor en mí.

Retomo la decisión y decido seguir mi camino para adentrarme al lugar en donde será la conferencia.




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