La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 24: La novia de Miller

Capítulo 24: La novia de Miller

Me volteo con la intención de abrazar a mi madre, pero no la siento a mi lado. Ante dicho suceso, abro los ojos de manera inmediata por el susto y miedo.

La veo sentada en el mueble cerca de la ventana, leyendo uno de sus libros con aquellos lentes que se le ven demasiado lindos.

Ella nota mi mirada y despega la vista de la lectura para luego sonreírme

–Buenos días, cariño. –Saluda.

–Hola mamá. ¿Cómo amaneciste? –Pregunto.

–Bien, cariño. ¿Lograste descansar?

–Sí, como nunca.

–Carolina se marchó hace media hora. –Me informa.

–¿Y que hora es? –Curioseo.

–Las seis de la mañana. –Contesta.

–¿Por qué andas despierta tan temprano?

–Estoy en un capítulo demasiado interesante. –Excusa.

–Definitivamente mamá. Debes y necesitas descansar. –Le regaño.

–Lo siento, más tarde duermo otro rato.

Niego con una sonrisa ante las palabras de mi madre, era demasiado terca cuando se lo proponía.

Me dirijo a mi habitación para darme un baño y hacer mi rutina de aseo, pero antes le doy un beso acompañado de un abrazo a mi madre.

Decido ponerme un pantalón talla alto ajustado que llega hasta mis talones, junto a una chaqueta larga elegante color café claro, una blusa manga larga del mismo color siendo que esta es más fuerte, complemento el look con unos tacones semi altos color beige.

Me maquillo de manera neutra y hago una coleta alta dejando algunos mechones del cabello suelto. Quedo satisfecha con el resultado, de seguro Carolina también lo estaría.

Necesitaba llegar a la altura, pues hoy empezaba la primera fase del plan que Miller había creado para que todo sea más seguro y real.

Bajo a la cocina y empiezo a hacer algo de comer para dejarle las cosas listas a mi madre, a los pocos segundos escucho el timbre de la puerta, a lo cual me dirijo a abrir.

–Buenos días, Stella. –Me saluda la enfermera de mi madre.

–Bueno días, llegas a tiempo. –Le informo con una sonrisa. Ella se adentra a la casa y deja sus cosas personales a un lado.

–Que guapa que estás. –Alaga.

–Gracias. –Respondo con una sonrisa.

–¿Y Mónica? –Pregunta por mi madre.

–En su habitación…Leyendo. –Digo.

–Vaya que le quedaron gustando las novelas juveniles. –Se ríe.

–¿Entonces fuiste tú la que la convenció?

–Espero no te enojes.

–Claro que no, me alegro que se entretenga con algo diferente.

Me dirijo rápidamente a la cocina luego de sentir un olor a quemado. Cuando dejo la comida lista y algunas otras cosas, vuelvo al segundo piso y me hecho algo de perfume, con esto ya me despido de mi madre.

–Gracias por la ayuda. –Me dice la chica.

–No tienes de que agradecer, sé que necesitas estudiar; hago lo posible.

–Suerte en el trabajo. –Habla despidiéndose en modo militar.

Salgo de la casa con la intención de dirigirme a la parada de autobús, pero esto es gratamente imposible cuando dos camionetas frenan al frente mío. Al principio sin duda alguna me asusto, pero luego me doy cuenta a quien corresponde.

–Buenos días, señorita Corney. –Me saluda el chofer de Miller.

–Buenos días. –Devuelvo el saludo.

–Tenemos órdenes precisas del Señor Miller de llevarla a la empresa. –Dice abriéndome la puerta de la camioneta. Me quedo quieta en mi lugar, no sabía que hacer; si entrar o seguir mi camino.

Decido entrar, de inmediato la puerta se cierra y luego la camioneta avanza delante de la otra.

Juego con mis dedos durante todo el camino, antes estaba segura de llegar a la empresa, ahora lo empiezo a dudar mucho. Si cuando era simplemente la asistente de Miller me criticaban, no quería saber que sería de mí ahora.

Me golpeo mentalmente cuando las camionetas empiezan a bajar la velocidad, mediante los vidrios podía notar a la prensa.

–¿Podemos ir por la parte trasera, por favor? –Pregunto al chofer con esperanza.

–Lo siento señorita, no es posible.

–¿No me diga…Ordenes del Señor Miller?

–Así es, ordenes precisas del jefe. –Contesta.

–No puedo hacerlo.

–Tome. –Dice mientras me extiende unos lentes oscuros.

–Gracias.

–¿Lista?

Con duda, asiento levemente. Trago grueso con lo que se aproximaba, a esta gente le picaba la curiosidad; más de la debida.

El chofer abre la puerta y de inmediato puedo sentir las distintas cámaras apuntan a mi persona, algunos hombres; empleados de Miller, empiezan a ubicarse delante de mío.

Intento caminar lo más rápido posible, el vigilante al presenciar dichas circunstancias abre la puerta de la empresa dejando todo el escándalo atrás.

Siento un leve alivio, pero este vuelve cuando la mirada de las personas que trabajan se dirige a mí.

Tierra trágame y bótame en alguna playa.

–Buenos días, Stella. –Me saluda la recepcionista. Sonrío y le agradezco por el simple hecho de que rompiera esa burbuja de incomodidad que se había hecho.

–Buenos días.

Los pasos de alguien se hacen presente, cuando volteo me encuentro con Marck.

–Buenos días, Corney.

–Buenos días, Pérez.

–Miller te espera en su oficina. –Me informa.

Le sonrío en forma de gracias y me dirijo al ascensor de los empleados, pero Marck me detiene mientras me señala el ascensor de Miller.

Asiento levemente, básicamente entre los dos nos entendíamos ese tipo de actos que solo deducían una cosa: “Ya él sabía todo”

Me acompaña al ascensor y presiona el botón, pero antes habla:

–Felicidades. ¿Te puedo decir cuñada? –Pregunta con algo de broma.

Sonrío y dejo de hacerlo cuando el ascensor empieza a elevarse, lo analizo porque la vez pasada no lo pude hacer muy bien de lo enojada que estaba con Miller.




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