La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 25: Obsesionado al trabajo

Capítulo 25: Obsesionado al trabajo

Vuelvo a la oficina de Harry luego de hablar un poco con Carolina, ya se me había pasado el rubor de la cara debido al momento que había pasado unos minutos atrás.

Cuando entro lo encuentro organizando los papeles, el escritorio se veía un poco mejor.

Cuando me ha notado a dejado lo que estaba haciendo y se acerca.

–¿Está lista? –Pregunta.

–Supongo. –Contesto algo insegura.

Íbamos a encontrarnos con Heily y aprovecharíamos a comer algo, pues en menos de un abrir y cerrar de ojos se había vuelto la hora del almuerzo, yo moría de hambre ya que no había desayunado nada.

Él me brinda su mano, siseo un poco para luego tomarla.

Al final de cuentas todo era actuación.

Salimos con nuestras manos entrelazadas, la atención que nos dan se vuelve más frustrante. Harry camina seguro y como si nada, en cambio yo lo hago con algo de miedo, como si me fueran a atacar en cualquier momento.

Mientras vamos en el ascensor, Harry saca su teléfono del bolsillo del pantalón y envía un mensaje; supongo que para Heily. Mi mirada cae en nuestras manos, que a pesar de que no estamos a la vista de nadie, siguen entrelazadas.

Vamos llegando al primer piso, me doy cuenta por los botones y ahí es donde me empiezo a poner aún más nerviosa.

–Le recomiendo ponerse los lentes. –Dice Miller.

–¿No podemos salir por la parte trasera de la empresa? –Pregunto con algo de esperanza mordiendo mi labio inferior.

–Lo siento mucho, pero no. –Informa sonriendo de manera compresiva.

Estas demasiando sonriente, Miller.

Separo nuestras manos para poder buscar bien los lentes, cuando los logro acomodar en mi cara, volteo a ver a Harry quien tenía unos lentes de color negro.

El ascensor se detiene y la persona a mi lado vuelve a entrelazar nuestras manos.

–Señor Miller, la editora quiere una entrevista con usted y su pareja. –Explica la recepcionista mirándonos.

–Confírmela para la otra semana. –Contesta la persona a mi lado.

Mis ojos se abren, no, no y no, me negaba a aparecer en televisión. Aunque, ya había aparecido, pero no fue por voluntad propia.

Ni loca iba a aceptar ir a esa entrevista.

–Las camionetas ya están afuera, totalmente preparadas. –Informa la chica, otra vez.

–Ok –contesta de manera seca. –Esta obsesión que tienen los periodistas en este momento se pasará, por ahora solo quieren conseguir algo. Cuando encuentren otra presa que cazar ya no nos estarán molestando. –Me explica cuando estamos a punto de salir.

–Supongo que es algo bueno, ¿no? –Pregunto.

La alta costura y yo no éramos pariente, lo que quería decir que yo no entendía muy bien como funcionaba este mundo de “fama”.

–Demasiado bueno.

Cuando se abren las puertas de la empresa, las diferentes cámaras apuntan a nuestra dirección. Veo la expresión neutra de Miller, no tenía la menor idea de como lo hacía porque yo estaba muerta del susto.

Este sostiene fuertemente mi mano, tampoco era como si me fuera a escapar, aunque lo estaba pensado.

Recuerdo cuando lo besé, que no me dio pena o miedo alguno; esto era más fácil. Aunque, cuando lo hice, recuerdo que estaba celosa y rabiosa con las palabras de Catalina.

Y ahora que lo medito, Harry y yo no hemos hablado de ese beso y no quiero hacerlo, las cosas están bien así.

De un momento a otro, ya nos encontrábamos a un paso de la camioneta, Miller abre la puerta y me ayuda a subir. Estando adentro suelto un suspiro de alivio, al segundo él está a mi lado.

[…]

Veo por la ventana y me doy cuenta de que nos hemos adentrado a una zona de restaurante lujosos, era de esperarse por su parte. Siendo sincera esperaba que comiéramos en un lugar más íntimo, algo más sencillo.

Durante el camino se creó un silencio pulcro, ninguno de los dos intento quitarlo. Harry pasó en su teléfono y yo, como siempre, viendo por la ventana del vehículo.

El chofer nos ayuda a bajar, a diferencia de unos minutos atrás, esta vez Miller me ofrece su brazo y yo lo enrollo en el de él.

Esperamos un par de segundos a que el vigilante busque la lista nuestros nombres para luego poder adentrarnos al lugar. Heily al vernos se levanta de su puesto para saludarnos.

–Hola, ¿Cómo les va? –Pregunta.

–Bien, supongo. –Contesto. A diferencia de mí, su hermano no le dice nada, pues anda concentrado en su teléfono.

–¿Decías? –Pregunta Miller guardando el móvil y viendo a su hermana.

–Nada, que mejor tomemos asiento. –Contesta Heily con un destello de enojo en su voz.

Esperamos un par de minutos, cuando el mesero llega a pedir nuestra orden. Cada quien pide un platillo diferente, ahí es cuando los hermanos empiezan a establecer una conversación:

–El juez para el matrimonio ya está confirmado. –Explica Heily.

–El jet junto a los pasaportes, también. –Sigue Miller.

–Las citas con Fernando Chapie, están listas.

–El abogado para arreglar los papeles de la mansión ya está trabajando en el asunto.

–¿Es decir que Begoña ya se va? –Pregunta la chica con algo de emoción en su voz.

–No, aún no. Todavía están arreglando su casa en España. –Le explica Harry.

–¿De dónde me suena eso?... Claro, la excusa de siempre. Lleva meses Harry, “arreglando” ese dichoso apartamento. –Habla.

–Se quedará el tiempo que sea necesario, fue la última voluntad de papá. –Agradezco que el mesero llegara con la comida porque si no, este par se mataba.

–Papá no tenía la menor idea de quien es verdaderamente Begoña. –Susurra, pero la logramos escuchar.

Harry va a hablar, pero se ve interrumpido por el sonido de si teléfonos, lo que indica que es una llamada.

–Vengo en un momento. –Se excusa parándose de la silla y alejándose.




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