La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 39: Loco

Capítulo 39: Loco

NARRA HARRY 

Loco, de pies a cabeza esa mujer me traía completamente loco.

Bien, esta bien que se las desquitara y me dejara las cosas claras desde que nos encontrábamos en Maldivas, pero que actuara de esa manera frente a las personas que más nos conviene impactar con el tema de la relación; eso estaba lejos de estar bien.

No disimulo mi disgusto al ver a Nicolas y a Cristian en la misma mesa que la nuestra, tampoco pretendía brindarles una sonrisa; tenía la necesidad de que ellos vieran cuanto me desagrada su estadía en la mansión.

Levanto levemente mi cabeza y veo aquella mirada que le brinda Catalina a la mujer hallada a mi lado, la cual venía acompañada de dagas afiladas.

Stella se da cuenta de aquellos ojos porque su cabeza va dirigida a la dirección en donde se encuentra mi ex, Catalina no duda en brindarle una sonrisa hipócrita, pero la pelinegra no se iba a quedar con ello, pues para mi sorpresa le devuelve la sonrisa, una extraña sonrisa que nunca había visto en su rostro.

Estaba seguro de que aquella sonrisa no era muy diferente a la de Catalina, pero a diferencia de Corney, ella no se le notaba la rabia por la modelo; porque de seguro no la tenía.

—¿Y que tal el viaje? —Pregunta mi madre intentando aliviar el ambiente.

—Bien, nos divertimos y relajamos mucho. —Respondo de manera neutra.

—Relajado y divertido. —Susurra Stella de manera sarcástica, aún así, logro escuchar sus palabras.

—Me alegra.

—¿Y donde estaban? —Curiosa repentinamente Catalina.

—Maldivas, divino por cierto. ¿Verdad, mi amor? —Habla Stella tomándome por sorpresa, segunda vez en la noche. 

La pregunta era dirigida a mi persona, ella me veía con una sonrisa que decía: "Atente a las consecuencias de tu juego".

—Claro que sí, corazón. Hermoso, a tu lado aún más. —Digo siguiéndole la corriente.

—Si me permiten, hace muy linda pareja. —Halaga la prometidnoa de mi hermano.

—Gracias. —Decimos mi esposa y yo al unísono.

—¿Entonces su relación va en serio? —Pregunta con un tono de burla Nicolas. —Digo, tú y el compromiso no es que se les de muy bien.

—Demasiado enserio, al lado de la mujer correcta, cualquier cosa puede ser perfecta. —Hablo mientras tomo la mano de la mujer a mi lado y le doy un pequeño beso en sus nudillos.

Veo como Cristian sonríe de manera burlesca y lleva la copa de vino a sus labios.

—¡Salud por la pareja! —Festeja alzando la copa hacia nosotros.

—¡Salud! —Digo levantando la copa de igual manera y le doy una mirada desafiante.

—Opino que el brindis lo deberíamos hacerlo todos, ¿no? —Habla Marck levantándose de su asiento y sirviendo la bebida.

—Pensé que odiabas tomar alcohol, Harry. —Habla Nicolas

—Y lo hago, pero es una ocasión especial que lo amerita. —Contesto.

De reojo veo como Stella toma media tapita de limón y la pasa por el borde de la copa.

—Bueno, si me permiten quiero decir algunas palabras. —Comenta mi madre algo emocionada. 

—Adelante.  —Pide Stella dejando lo que estaba haciendo.

—Eres de la familia, desde siempre lo has sido, permiteme decirte que te considero una Miller más —una pequeña risa se escucha a mitad del discurso de mi madre.

—Perdonen, no era mi intención —se disculpa ganándose un mala mirada por parte de mi progenitora.

—Como decía... Stella desde un principio la he considerado una integrante de la familia y créeme, eso es algo que nunca alguien había logrado fácilmente —continua mi madre y le brinda una mirada a Catalina tan humillante como le era posible. —Eres una increíble mujer, una increíble persona, un grandioso ser humano, de quien estoy orgullosa; porque te considero como una hija, la cual sé lo que ha sufrido y es admirable lo que ha logrado.

—Gracias —dice Stella con una sonrisa debido a las palabras de mi madre.

—¡Salud por la mejor cuñada del mundo! —Expresa Heily emocionada con su copa de agua.

Se escucha el tintineo de las copas al chocar, Stella en vez de tomarse la bebida de inmediato, decide poner un poco de sal por el borde la copa en donde hace unos segundos atrás, había puesto el líquido del limón.

—¿Por qué haces eso? —Susurro curioso.

—Me gusta —responde encogiéndose de hombros. —Siento que le da un sabor diferente.

—Mmm —digo no muy seguro ante la combinación.

—¿Quieres probar? —Pregunta luego de darle un sorbo.

—¿Si? 

En vez de pasarme la copa, ella la pone sobre mis labios y vierte el alcohol lentamente.

Debía aceptar que tenía un sabor rico, pero el cual era algo extraño.

—¿Y qué tal? —Pregunta quitando el borde de la copa de mis labios.

—Sabe bien —digo saboreando un poco.

Sentimos la mirada de los de presentes en nosotros, haciendo que nos separemos un poco y volvamos a ubicarnos en los asientos.

—Lo siento cuñada, pero tengo que robarlo por unos minutos; Asuntos de negocios, espero y no te moleste —exxusa Marck llegando a nosotros.

—No hay poblema  — responde mi esposa con una leve sonrisa.

Disculpándome con los presentes, sigo a Marck hasta llegar al despacho que quedaba al fondo de la mansión y que, anteriormente le pertenecía a mi padre.

Cristian ya se encontraba dentro, me sorprende verlo, pues no me fijé el momento en el cual se escabulló de la cena.

—¿Que hace él acá? —La pregunta sale de inmediato con claro disgusto.

—No te preocupes, Miller. También es agradable verte —habla con sarcasmo.

—Te quiero fuera de mi casa —demando.

—Vine a colaborarte con el lío este, en donde andas metido —excusa.

—No necesito de tu ayuda, ni de tu colaboración —sentencio.

—Harry, es evidente que ustedes dos están muy lejos de llevarse bien. Pero entiendan, van a venir por todos nosotros y lo último que necesitamos es la guerra mundial entre ustedes. Así, que, por favor, por el bienestar de todos; intenten llevarse bien —pide Marck.




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