La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 41: Marcos Ferreira

Capitulo 41: Marcos Ferreira

Me acomodo en el asiento trasero junto a Harry, a los pocos segundos Pérez enciende el auto y nos distanciamos de inmediato del lugar.

Nuestro querido conductor decide abrir la capota del auto, y su compañera decide poner música. Carolina sobria tenía un toque de locura, eso era algo que ya se sabía, pero, la Carolina ebria, es loca, espontánea, se divierte sin importar que opinión o queja le pusieran.

Marck se desvía del camino y empieza a conducir por calles algo solas, en las cuales solo se escucha la música de algunos bares que nos rodean, la cara de Miller es un perfecto acertijo ante las acciones que ha tomado su amigo, yo me encontraba igual o peor.

—¿Que madres vienes a hacer por acá? —Pregunta Harry usando su tono fuerte y serio, a pesar de la notoria borrachera que se traía.

—No voy a arriesgarme y ganarme una multa por andar conduciendo ebrio —explica el hombre restándole importancia y siguiendo con su mirada al frente.

—Hace un par de minutos dijiste que estabas más sobrio que todos —acuso.

—Si, lo acabas de decir, soy el más sobrio de todos en estos momentos, pero eso no quita el hecho de que tengo mis tragos encima y que me pueden multar —se defiende.

—Hombre —mi amiga habla llamando nuestra atención, —¡Bravo! Eres el claro ejemplo de lo que no se debe hacer, permíteme felicitarte.

Los aplausos fingidos de Carolina se hacen presente.

—Gracias, querida... no debías molestarte, aunque un trofeo no quedaba mal —responde la persona a su lado en un tono sarcástico.

—Marck, ellas tienen razón. —Miller intenta apoyarnos.

—Tú cállate —sentencio dándome cuenta de que mi mal humor volvía nuevamente. —¿Cuantos tragos te tomaste? —Mi pregunta va dirigida al conductor.

—¿Teniendo en cuenta la competencia de shot? —Sus simples palabras me dejaron claras las cosas.

Si un policía de tránsito nos detenía, de seguro a todos se nos pasaba la borrachera de inmediato.

—Al parecer tú te divertiste más que yo, ¿como es que no se te notan los tragos encima? —Harry vuelve a meterse en la conversación.

—Experiencia, es algo que me ha llevado tiempo y como tú no andas acostumbrado a ingerir tanto alcohol, evidentemente se te nota hasta los huesos —concluye su amigo.

—Miren, ahora no me interesa quien tiene más experiencia —espeto enojada, —en ingerir alcohol —aclaro. — Por lo tanto, lo que soy yo no me quiero ganar una encerrada esta noche en la celda por la falta de cerebro de ustedes. Era más fácil el hecho de que Carolina o yo manejaramos el coche.

—Ah no. Primero me mandas a callar; cosa que detesto, y segundo, deja de desquitar el mal humor que te cargas con nosotros y tercero; hubieses dado tu humilde opinión antes de salir —dice Harry con un tono de molestia ante mi estado.

—Eres el menos indicado para decir cómo debo manejar mi mal humor, cuando me quieras dar tu opinión sobre mi humor; yo te aviso.

En medio de nuestra discusión, Marck decide interceder brindándole su apoyo a Harry.

—Creo que él tiene la razón, Stella. Deberías dejar el mal humor por un momento.

—Están hablando los dueños del circo, Marck, no el payaso; mejor guarda silencio —comenta Carolina.

—No, déjalo que continúe, deja que explique alguna razón por la cual debo calmarme —pido.

—Yo creo que aquí a todos nos ha hecho efecto el alcohol de maneras diferentes, por ende debemos calmarnos —cambia de tema.

—No, sigue defendiendo a Miller; adelante.

—No lo estoy defendiendo, Corney. Solo que de verdad estás algo bipolar —explica.

Bien, yo no iba a perder.

—¿Soy bipolar? Permíteme explicarte — hablo, aunque me veo interrumpida al instante por Caro.

—Deberíamos dejar el asunto, por una vez en la vida el cara chihuahua tiene razón; todos estamos ebrios y nos cargamos el alcohol de muchas maneras.

—Déjame continuar, por favor —pido.

—Ustedes desataron el infierno, atenganse a las consecuencias —susurra mi amiga antes de guardar silencio.

—Permíteme explicarte, Marck. Imagina que un día normal tu jefe y él que se supone ha sido tu amigo por cinco años decide proponerte un contrato matrimonial por el “bien de la familia”, evidentemente eres una persona cuerda y no aceptas, pero como él muy incrédulo no se queda con una; empieza a mostrar información falsa a la prensa, luego al ver que tú no cedes a está loca idea decide cobrarte una por una, exije más de lo que se puede dar; porque no significa que al ser él un adicto al trabajo, tu también debes serlo. Continuo: sin lograr nada, en una conferencia junto a los empleados este intenta decir que todo era una mentira, ¿pobrecito, cierto? Pues no, ¿sabes por qué? Simplemente la que iba a quedar mal era yo, cosa que no iba a permitir —hago una pausa y fusilo a Harry con la mirada. —Al final de cuentas, terminas aceptando el contrato, lo firmas y todo queda listo, una noche antes de la boda te enteras que el hombre es un idiota que no sabe superar las cosas y se casa no por el bien de la familia, si no para darle celos a su ex. Evidentemente su plan empieza, la prensa comienza a decir cuánta cosa se les ocurre, ahora dime. ¿No tengo razones para mis cambios de actitud? Porque yo creo que sí.

—Escuchandolo de esa manera suena más horrible —dice Carolina.

—Tampoco me hagas quedar como el malo de la película —pide Miller. —No es como que yo te haya puesto un arma en la cabeza y te obligara.

—Pues, teniendo en cuenta; casi lo hiciste. Ninguna empresa le quería ofrecer trabajo, sin duda alguna esa fue obra tuya —me defiende mi amiga.

—Están hablando los dueños del circo, Carolina, no el payaso —el conductor repite las palabras que minutos atrás dijo la mencionada.

—Me vale —excusa la mujer sacándole el dedo del medio.

Por causa que no entiendo todos terminamos discutiendo en el auto, mujeres contra hombres; se puede decir de esa manera, evidentemente nosotras teníamos las de ganar. Como si el automóvil estuviera cansado de nosotros, este para repentinamente.




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