La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 44: Discusiones

Capítulo dedicado a: Carolina Fonseca

NARRA STELLA

El nudo en mi garganta no se pasa, no tengo la menor idea de lo que me pasa y mucho menos de lo que le pasa a él.

Recuesto mi cabeza en la camioneta mientras pienso que puede estar pasando por la cabeza de Harry en estos momentos.

La camioneta para repentinamente, abro mis ojos de golpe y a través de la ventana logro visualizar un restaurante; uno que es propiedad de los Miller.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunto como una tonta, sabiendo a que veníamos; era hora de almuerzo y yo no había probado bocado alguno.

—El señor Miller reservó una mesa para usted, pero nos acaba de informar que él no podrá acompañarla porque deberá dar una entrevista —responde Hilton.

—Ok, gracias, pero no —hablo haciendo que este me voltee a ver sin entender muy bien. —Prefiero que me lleve al supermercado y luego al apartamento —pido.

—¿Al supermercado?

—Sí, un supermercado; lugar en donde venden diferentes víveres. No me diga que no sabe lo que es un supermercado.

—¿Y la reservación?

—Se cancelará, obviamente; con eso no hay problema —aseguro.

Mi guardaespaldas le brinda la orden al chofer y este de inmediato se pone en marcha con las dos camionetas siguiéndonos, aún me parecía demasiada seguridad para una sola persona.

Minutos después ya me encontraba eligiendo diferentes cosas para llevar al apartamento; verduras, carnes, granos, y me tomo la libertad de elegir varias golosinas; mis favoritas, gomitas y compota. Igualmente elijo una chocolatina blanca con trozos de galletas; las favoritas de Harry, aunque le hombre no fuera muy amante al dulce no se me hacía demás llevarlas; al final, si no se las comía él, me las comería yo. Por último, termino eligiendo un encendedor largo debido a mi arsonfobia.

Espero aproximadamente un minuto para que la chica empacara mi orden y finalmente irme al apartamento.

Cuando hemos llegado al edificio, Hilton me ayuda a bajar de la camioneta y me colabora con las bolsas del supermercado; cosa que me parecía innecesaria ya que no era mucho peso.

Subimos al ascensor y luego con la llave en mano abro la puerta del apartamento, el guardaespaldas se asegura que entre sana y salva.

Lo primero que hago al cerrar la puerta del lugar es dirigirme a la cocina, saco las cosas de las bolsas y empiezo a organizarla, no era mucho tiempo en el cual nos íbamos a quedar en el apartamento, pero no pretendía que nos faltara algo de comer.

Rebano un par de verduras, y preparo la carne molida para poder hacer las albóndigas, también cocino el arroz.

Espero alguna media hora mientras que las albóndigas se cocinan bien; a fuego lento, luego preparado la ensalada para completar la comida.

Me dirijo a la sala y enciendo el televisor, lo primero que ven mis ojos es a la periodista en la sala de juntas de la Corporación. Próximamente la cámara enfoca a Harry, quien anda con cara de pocos amigos, pero se podía sobrepasar sus expresiones.

—¿Hace cuanto conoce a la señorita Willians? —Pregunta la mujer curiosa.

—Un par de años —responde mi marido sin tanta importancia.

—Los han involucrado en una relación amorosa, ¿puede aclararnos esto?

—Por eso está acá —dice con su mandíbula tensa. —Somos amigos, pero este mundo no está acostumbrado a entender que una mujer y un hombre se pueden relacionar en una amistad y no de manera amorosa.

—El día del evento, se les visualizó bastante unidos, al igual que en varias ocasiones… ¿Es esta una relación de amigos? —Sigue preguntado.

Ruedo los ojos como si ellos me pudieran ver.

—Me gustan las personas directas, y ya he tratado con periodistas como usted. Sin tantos preámbulos, lo que usted desea saber al igual que la mayoría de personas que ven el programa en estos momentos, y es que si la señorita Willians está interfiriendo de alguna manera en la relación con mi novia; la señorita Corney, solo puedo decir que en lo absoluto. Mi relación está mejor que nunca, amo a la mujer que tengo a mi lado, la admiro, respeto y no voy a encontrar a alguien como ella.

—Se equivoca usted, señor Miller.

—Le puedo asegurar que no lo hago, le resumí la noticia que usted pensaba alargar.

—¿Qué opina su pareja sobre esta relación?

Que se vayan al demonio, eso opino.

—No le molesta —miente, me molestaba más que nada. —Como lo he dicho en varias ocasiones, lo he repetido y no me voy a cansar de decirlo; la amo a ella y nadie ocupara ese lugar.

Mucha labia… respetable.

Apago la televisora, suficiente tenía con la prensa como para darle la molestia a mi vida de darse malas vibras con Harry y Catalina.

Me vuelvo a dirigir a la cocina y apago la comida, luego empiezo a servir la comida.

Tomo asiento en el mesón y empiezo a devorar el alimento. Llamo a la enfermera y comunico que en un par de horas iré a ver a mi madre.

Deseaba esperar a Harry (si es que llegaba) y luego si me iría tranquilamente.

Lavo los platos y me recuesto en el sofá mientras juego Candy Crush.

[…]

Volteo a mirar el reloj y los minutos pasaban sin rastro de que mi marido apareciera por esas puertas.

Suspiro y me dirijo a la habitación en busca de mi billetera y del regalo que le había comprado a mi madre.

Mientas bajo las escaleras mis oídos captan el sonido de la puerta cerrándose fuertemente, termino (literalmente) corriendo para encontrarme con él.

Su aspecto no es el mejor, por lo menos el del rostro. Posiblemente su vestimenta estaba perfecta, pero su cara arruinaba lo demás.

No se podía definir su estado de humor; posiblemente amargado, aburrido, abrumado, fastidiado, enojado… en fin, las posibilidades variaban.

No me mira de la mejor manera, al contrario; su mirada es un detonante de categoría alta.




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