La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 46: Huir para no sentir 1/2

Musica de fondo:

Him & I -G-Eazy, Halsey.    ;)

 

NARRA STELLA

Luego de tan incómoda cena, nos encontrábamos sentados en la sala. Harry y yo hacíamos el mejor intento por desviar las preguntar y la atención que Henrry y Magdalena empezaban a brindarnos cuando curioseaban sobre nuestra "relación".

Nos salvamos de haber podido coordinarnos a la hora de responder sus preguntas, además, Heily era nuestra salvación cuando empezaba a interrogar a la otra pareja sobre lo que habían hecho durante el tiempo fuera de casa.

Me es inevitable estornudar, me disculpo de inmediato algo avergonzada.

—¿Te encuentra bien? —Pregunta Harry a mi lado.

—Si, solo que el frío debió afectarme un poco —excuso.

—Aún tienes el cabello húmedo —dice.

—Sí, creo que debería subir a secármelo con la secadora —excuso poniéndome de pie.

—Te acompaño, cariño —se levanta Heidy de su asiento —No nos demoramos.

Subo las escaleras por segunda vez en la noche acompañada de mi suegra, ella me dirige a una habitación que se halla al fondo del pasillo, para ser sincera nunca he entrado en ella. Y estoy muy segura de que esa no es su habitación ni la de ningún integrante.

Heidy saca las llaves y abre finalmente la puerta, se adentra y espera por que yo haga lo mismo. Mi boca hace el sonido de asombro que amerita el momento, ahora ya sé de quien es la habitación.

—Espero que les guste —comenta.

—Está hermosísima, gracias, de verdad —le hago saber con una sonrisa.

Miro a mi alrededor y cada parte tiene la combinación de la forma de ser de Harry y mía. La cama matrimonial es más enorme de lo que se puede imaginar, el pequeño estante de libros hallado en una esquina, el closet es enorme; me atrevería a decir que es del tamaño de la habitación que tenía cuando vivía con mi madre.

—Me alegra escuchar eso —dice —Harry me dijo que te gustaba leer, inclusive me ayudó a seleccionar varios libros de tú género favorito.

Oculto la sorpresa al oír sus palabras.

—De seguro me gustarán —sonrío.

—Bien, tenía la necesidad de que vieras esto, Harry aún no lo ha hecho.

—Quedó increíble —confieso —De seguro también le gustará.

—¿Cuándo harán la confirmación a la prensa del matrimonio? —Curiosea.

—Se supone que la próxima semana —concluyo según lo que habíamos dialogado con Miller.

—Bien, eso no quedaría mal. ¿Sabes? No te he dado las gracias.

—¿Por qué? —Pregunto sin entender muy bien a lo que va.

—Por todo lo que has hecho por él, verlo feliz es algo grandioso para mí. Esa sonrisa inigualable que tiene cuando está contigo, como ha dejado cosas de lado y le ha puesto prioridad a cosas más importantes, algo que me parecía imposible viniendo de él y su estructurada forma de ser —habla.

—Te puedo asegurar que no he hecho nada para que cambiara.

—Las personas cambian cuando aman a alguien y eso es lo que está haciendo Harry, te lo digo yo que soy su madre —ríe.

La observo con una misma sonrisa que no tenía la menor de donde la había sacado, el peso en mi pecho era más grande de lo que se podía pensar.

—Creo que no te voy a quitar tiempo, necesitas secarte el cabello para que no te refríes —excusa cuando el ambiente ha quedado en silencio debido a que mi mente ha viajado a otro lado por todo lo que a todo lo que ha dicho —En el baño puedes encontrar todo lo que necesite.

—Gracias... Por todo, Heidy —le abrazo repentinamente sintiéndome culpable por todo, ella me devuelve el gesto con el mismo aprecio.

Logro soltar todo el aire que había acumulado cuando ella ha salido de la habitación y ha cerrado la puerta.

Paso el pulgar por el tocador, debía admitir que era hermoso y me sentía en la habitación que de adolescente tanto anhelaba pero las circunstancias no me permitieron tener.

Suelto un suspiro y decido concentrarme en la verdadera razón por la cual había subido. Me adentro al baño y quedo igual de maravillada, además de la ducha también había una bañera incluida. El color blanco le daba un toque especial al lugar.

Busco entre los cajones y encuentro todo lo que como mujer necesito; mi principal objetivo, el secador. Lo tomo y salgo de la habitación.

Me ubico al frente del tocador y conecto el objeto, lo enciendo y al instante hace contacto con mi cabello. Siento el calor tanto en esta zona como en mi cuello.

Escucho la puerta cuando hace ese clic que indica que alguien ha entrado.

Que no sea él, por favor, que no sea él.

Mis súplicas no son escuchadas porque el olor a su perfume lo delata, esa aura que se siente por ser simplemente él, los pasos, lo conozco lo suficiente, más de lo que debería.

No dice palabra alguna, simplemente se posa detrás mío y mi corazón late más rápido de lo normal.

Repentinamente, sus manos terminan tomando el secador y no hago absolutamente nada para evitárselo, con una mano sostiene el objeto y con la otra sostiene un mechón de mi cabello. Realiza las acciones que hace pocos minutos yo estaba ejerciendo, no lo evito.

Se encuentra tan concentrado en la labor que ni siquiera nota la forma en como lo observo a través del espejo, me concentro en sus fracciones como nunca lo había hecho, detallo cada parte.

Su boca entreabierta y como en ocasiones relame sus labios, siendo esto un tipo de tortura para mi persona. Sus músculos se contraen en la ropa, sus ojos viajan constantemente por mi cabello; esos ojos que son dinamita para cualquier persona.

En ocasiones frunce el ceño dando a entender cuan concentrado se encuentra, esta actitud es el tipo de actitud que me atrevo a decir pocas personas tienen el gusto de ver.

Sigo atenta a sus movimiento en el espejo, hasta que él levanta la mirada y hacemos ese tipo de contacto visual en el cristal. Desvía la mirada a mi cabello y al secador, me es inevitable sonreír como una tonta.

Mi cabeza empieza a fantasear miles de escenarios como el de esta mañana y el de la noche en la otra habitación, y sí, sé que no es correcto. Pero, ¿en este mundo para que sirve lo correcto?




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