La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 48: Martinelli - Miller

El sonido de la alarma me molesta un poco, pero al final termino tomando el teléfono y desactivándola. Mis ojos intentan acostumbrarse a los pocos rayos de sol que atraviesan la ventanas, paso mis manos por la café en un intento de despejar el resto de sueño que aún queda.

Volteo mi cabeza y Harry sigue profundamente dormido, quito el brazo de mi cuerpo el cual me tenía cautiva, lo acomodo en la cama y finalmente logró pararme. En mis planes no está despertarlo, entre menos lo vea, mucho mejor.

Hago el silencio más fuerte mediante voy saliendo de la habitación, el chirrido que hace la puerta cuando la cierro le es estresante a mis oídos. Vuelvo a respirar cuando he empezado a bajar las escaleras, lo primero que hago es enviarle un mensaje a mi madre de buenos días, ya que, puede ser que esté despierta o no.

Me dirijo al baño que se encuentra en la planta y lavo mis dientes al igual que mi cara, diez minutos después me encuentro cuestionando que hacer de desayuno. Empiezo por hacer un café, luego pico frutas y las dejo en dos pequeños platicos de vidrio, obviamente no hay fresas de por medio.

Saco varios panes tajados, mantequilla, jamón, queso, lechuga, tomate y por último media rebanada de cebolla. Empiezo a preparar los sándwiches y en dos vasos sirvo un poco de yogurt griego.

Tomo los dos platos y pongo dicho alimento, alguien carraspea a mis espaldas provocando que de media vuelta.

—¿Necesitas que te ayude a preparar algo más? —Pregunta.

—Llegas tarde —le hago saber —Pero puedes ayudarme a llevar los platos.

Él se acerca y yo se los extiendo, me brinda un beso en la frente.

—Buenos días —dice.

—Buenos días —sonrío.

Miller se adelanta con los platos y yo tomo los vasos con el yogurt siguiéndolo a la mesa en donde se deja la comida, volvemos a la cocina en busca de las tazas de café y las frutas picadas.

Tomamos asiento en la mesa, Miller lo primero que toma es la taza de café y absorbe una buena cantidad.

—¿Mucho guayabo? —Pregunto con burla.

—No es gracioso —dice fulminándome con la mirada —No puedo con mi cabeza.

—Acepta que si es gracioso.

—Solo un poco —evita sonreír —No vuelvo a tomar más.

—Eso no decías anoche —rio —¿Recuerdas algo por lo menos? —Curioseo en busca de sacar algo de información.

—Pocos fragmentos, por no decir nada —le da una mordida al sandwich —Pero si tengo claro que tengo que hablar con Begoña y poner ciertas cosas claras.

—Réstale importancia —pido —Con todo lo que pasó anoche creo que ya debe tener las cosas claras. Evitemos más problemas.

—Aun así prefiero hablar con ella —comenta.

—Como quieras —me encojo de hombros y sigo concentrada en mi desayuno.

—¿Cómo termine en tu habitación? —Pregunta.

—¿No lo recuerdas? —Recuesto mi barbilla en mi mano y lo miro fijamente.

—Absolutamente nada —responde haciendo lo mismo que yo.

Suelto una carcajada.

—Tu lado ebrio es… un caos total —sigo riendo.

—¿Qué pasó? —Pregunta poniéndose en modo serio.

—¿Debería decirte?

—Si, deberías.

—¿Oyes eso? Es mi teléfono —me pongo de pie cambiando también de tema.

—Stella.

Me dirijo a la cocina riéndome —No te preocupes, algún día recordarás.

—Repito, no es gracioso —se queja —Y sabes que no me gusta cuando cambian el ritmo de la conversación —alcanzo a oír.

Tomo el teléfono que se encuentra en el pequeño mesón, contesto rápidamente luego de ver quien hace le llamada.

—¿Mucho guayabo, Caro? —Me burló al contestar sabiendo que debió beber demás y ahora debe encontrarse alistándose para ir al trabajo

—Estoy acá en recepción y no me dejan ingresar, que porque yo no estoy registrada para una visita el día de hoy y a Heily tampoco. El chico anda llamando hace rato y nadie contesta, permite el ingreso si no la mini Miller se va a vomitar acá afuera —habla rápido que apenas y puedo procesar lo que dice.

—Frena un poquito ¿vale? —Pido —¿Tú no deberías estar alistándote para ir al trabajo? Y como es eso de que Heily se va a vomitar ¿esta enferma o que? —Curioseo.

—O sea, enferma, enferma; no. Pasando guayabo, tal vez —explica y me hielo en ese momento.

—¿Cómo que pasando guayabo, Carolina? A ver, ella tenía prohibido ingerir alcohol —reprendo.

—Mira, permite el ingreso y después te explico bien ¿si? —Pide —La chica anda pálida de las mismas ganas de vomitar que se carga.

—Harry la va a mat*r —exclamo colgando.

Me dirijo rápidamente al teléfono que me comunica con el recepcionista ya que este se encuentra en la sala, Harry me mira de manera interrogativa.

—Buenos días, por favor permita el ingreso de las señoritas —pido.

—Si señora, disculpe.

Dejo el teléfono a un lado y Miller no tarda en realizar la pregunta:

—¿Todo bien? ¿Quiénes están abajo?

—Eh… Promete que no te vas a enojar ¿si? —Pido.

—¿Por qué lo haría? —Cuestiona.

—Es que… —Los golpes en la puerta no permiten que explique lo que está pasando.

Me apresuro y la abro, la menor de los Miller ingresa como un rayo al departamento y supongo que se dirige al baño, Caro me brinda una sonrisa que indica una disculpa. Me hago a un lado para que se adentre y cierro la puerta.

Sé escucha el perfecto sonido de cuando una persona está desocupando su estomago, Miller observa a Carolina de tal forma que la pone nerviosa.

—¿Qué pasó? —La pregunta no va dirigida a mi, sino a la mujer que se encuentra a mi lado.

Inevitablemente Carolina traga grueso, era obvio que no sabía ni por donde empezar, aunque yo también estaba ansiosa por escuchar que había pasado para que Heily se encontrara en tal estado.

—Tu hermano Nicolás… —Harry le hace una seña con la mano.

—Omite la palabra “hermano” —solicita.

—Bueno, el caso es que Nicolás se fue aproximadamente media hora después que ustedes se vinieran. Discutió con Henry, dejó a su prometida en el bar y como si la historia amerita más drama, Magdalena se puso muy mal —explica —Henry la acostó en la parte trasera del auto y ubico a la prometida de Nicolás en la parte delantera, tu hermana no podía ir con ellos así que yo le dije que me encargaría de llevarla a la mansión o llegado el caso me la llevaba para mi casa.




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