La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 52: Líos

La camioneta se detiene al frente del hospital, Hilton se baja y me abre la puerta. Mantengo una leve distancia de él porque sé que es incómodo para ambos luego de tal conversación y sobre todo tales descubrimientos.

—Estoy en el deber de permanecer junto a usted, señora —aclara.

—Sígame entonces, no vamos a demorar —respondo.

Nos adentramos al lugar y llego a donde se encuentra una de las chicas de recepción.

—Buenos días —me dedico a saludar.

—Buenos días —me responde —¿En que le puedo ayudar?

—Necesito un historial clínico y un informe de todo el proceso que se ha llevado a cabo el ultimo año con Mónica Corney —solicito.

—¿Tiene algún parentesco con la paciente?

—Soy su hija —respondo.

—La buscaré en sistema y pediré todo el informe, para ello necesito su identificación —pide.

De mi bolso saco lo solicitado y lo extiendo a la mujer quien al instante me pasa un papel .

—Necesito que llene estos datos, pero deben ser actuales.

—Ok.

Tomo el lapicero que reposa a un lado y comienzo a leer y llenar lo solicitado.

—Le aclaro, señorita Corney que el proceso para recoger los informes son de 24 horas mínimo. Nosotros nos encargaremos de comunicarnos con usted para que pueda venir a recogerlos, pero para poder hacerlo requiere la autorización del paciente en si —explica mientras rebusca algo en uno de los cajones —Su madre en este caso tendría que firmar esta autorización y usted la traerá el día que recoja los informes.

Recibo el pequeño papel en donde explican la situación y la pequeña línea en donde debe estar la firma de Mónica.

—Entendido —respondo mientras paso el papel con los datos —¿Necesito llenar algo más o así ya está bien?

—Eso sería todo, no olvide traer la autorización que nosotros nos encargaremos de comunicarnos con usted.

Recibo la identificación que me pasan, agradezco y finalmente me dirijo a la salida acompañada de mi guardaespaldas.

—¿Ahora sí a la empresa? —Pregunta.

—Si —me limito a responder.

Hilton abre la puerta de la camioneta, subo y finalmente está arranca con todas las otras atrás siguiéndole el paso.

El camino se me hace corto para decir verdad, en menos de lo pensado ya me encontraba en el ascensor en compañía de Hilton quien se había tomado en serio la palabra de permanecer a mi lado.

—¿También estará conmigo en la oficina? —Curioseo.

—No señora, eso cuenta como zona restringida para mi. Es un espacio más personal de usted —explica —Pero si me quedaré a las afuera de la oficina.

El ascensor abre sus puertas, Hilton se detiene al lado de este y se acomoda adquiriendo una posición seria. Yo por mi parte continuo mi camino dando los buenos días a mi paso y adentrándome a la oficina; es entonces cuando un estornudo se hace presente y luego otro, tras otro.

Visualizo el ramo de rosas que se encuentra en el escritorio, un gran ramo para ser sincera. Si no cálculo mal le pongo por ahí que son unas doscientas rosas.

Otro estornudo vuelve a salir y rápidamente salgo de la oficina, Amanda nota mi estado y rápidamente se apresura a mi.

—¿Se encuentra bien, señora? —Pregunta —Su cara está roja y sus ojos están hinchados.

—¿Quién dejó esas rosas en mi oficina?

—Las mandaron para usted y el señor Cristian me ayudó a dejarlas en su oficina —explica.

—Sácalas de ahí, por favor. Y busca a algún personal de aseo que se encargué de limpiar el escritorio y desinfectar un poco el ambiente —pido —Soy alérgica a las rosas.

—Si señora —asiente mientras se dirige a la oficina.

Tomo una pequeña hojita de papel y anoto el nombre del medicamento, con esto en mano me dirijo a donde Hilton.

—¿Se encuentra usted bien?

—Alergia —respondo.

—¿Necesita que la llevemos al médico? —Curiosea.

—No, es algo momentáneo —respondo —Lo que necesito es que mandes a alguien por este medicamento.

Él hombre recibe el papel y lee lo que contiene —Ya mismo me encargo de enviarle la información a alguno de los hombres de seguridad .

Un estornudo vuelve a hacerse presente y me disculpo con el hombre, entonces es cuando noto a Carolina saliendo de la oficina de Marck y va arreglando un poco el cuello de la camisa que trae puesta para luego tomar asiento. Rápidamente me dirijo al ella, al notarme me brinda una sonrisa.

—Buenos días, jefa —saluda.

Me inclino hacia ella para que solo ambas podamos escuchar —Si te vas a follar a Marck en su oficina, disimula un poco cariño.

—¿Envidia de que yo si pueda follar? —Bromea.

—Le llamo: Precaución, cariño —respondo y finalmente tomo distancia.

—¿Qué bicho te picó? Parece que tuvieras alergia —habla.

—No parece, es que tengo.

—¿Por?

La razón en ese momento sale de la oficina en brazos de Amanda.

—Lo siento, señora. Es que al ser muy pesadas se me complicó alzarlas —excusa.

Llamo la atención de Hilton con mis manos, este se acerca rápidamente.

—Ayúdale a Amanda con el ramo, por favor.

—Ay no las botes, por fis. Yo me las quedo —pide Carolina.

—Amanda indícale a Hilton donde queda el taller, y luego tú las vas a buscar allá —señalo a mi amiga.

Ella me sonríe en agradecimiento, entonces Amanda vuelve a hablar.

—Por cierto, está tarjeta se encontraba con el ramo —dice mientras me la extiende.

Carolina la recibe por mi, tomo distancia mientras ella con un spray de alcohol desinfecta un poco la tarjeta para luego pasármela.

—¿Miller? —Curiosea.

—No me ha respondido ni un mensaje y ahora va a mandar un ramo de rosas, claro —hago uso del sarcasmo —Además, no creo que sea tan tonto de enviar rosas sabiendo que soy alérgica a ellas.

Abro la tarjeta y leo lo que está contiene, entonces las palabras de Duarte vuelve a mi mente.




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