La propuesta del Sr. Miller.

CAPÍTULO 56: Jugando con la tentación

"La verdadera tentación no suplica, se insinúa"

El ambiente es tenso, demasiado. Erika me mira como si fuera yo la causante de su noche aburrida.

Entonces todos observamos como Carolina se levanta de su asiento y se dirige a los lados en dónde parece estar el baño.

Alfonso le da un sorbo al vaso de vidrio que tiene lleno de alcohol, su mirada sigue impregnada en la dirección por donde se acaba de ir mi amiga. Mi mente ruega porque esté hombre no haga algo estúpido cegado por las palabras de la mujer anteriormente.

No sucede así.

Se pone de pie firmemente, no disimula ni un poco para la dirección que va. La cara de Marck se pone completamente tensa, en el fondo sabe que todos aquí están con alguna mentira de por medio y que no hay ninguna historia creíble.

También me pongo de pie logrando no tambalearme en el proceso, avanzo rápidamente sin prestar atención a nadie. Logro ubicar el alrededor del baño pero no veo a nadie, aún así este se encuentra cerrado. Me acerco a la puerta y empiezo a dar varios golpes pequeños.

—¿Caro? ¿Estás ahí? —Pregunto.

—Déjame salir por favor —escucho su voz.

—Stella, déjanos hablar por favor. Ya tu tuviste tus minutos de fama —reclama el hombre.

—¿Qué carajos crees que estás haciendo? ¿Te falla el puto cerebro o que? —reclamo —Si tanto deseas hablar con ella busca el momento indicado o mínimo disimula un poco. Ahora abre la puerta —demando empezando a mover el cerrojo.

—No te metas en dónde no te importa.

—Entiendo que a tú amigo le falle un poco, pero a ti, me sorprende. Me vale una mierda que tan afectado te encuentres por la verdad, pero no nos vas a venir a cagar la noche —golpeo la puerta con la palma de la mano —¡Abre la puta puerta!

—Te conviene que abras, sabes perfectamente que lo último que necesitas aquí es un show. Más si están a punto de cerrar un negocio con Miller —escucho cómo le dice Carolina.

La puerta es abierta, su cara de amargura me recibe con una mirada de querer desaparecerme.

—¿Feliz? —Usa el sarcasmo.

Ruedo los ojos y miro a Caro —¿Estás bien?

—Si, simplemente que hay gente imbécil que no supera cosas —responde.

—¿Ahora resulta que soy un imbécil? No pues perdón. Lo mínimo que amerita alguien es la verdad.

—La verdad ya la dije allá, no hay más por decir.

Definitivamente estoy siendo un estorbo. Pero este estorbo es lo que va a hacer que nada aquí se salga de control.

—¿Amigos Carolina? ¿Estás tomándome del pelo, cierto? —suelta a reír falsamente —Tú y yo fuimos todo, menos amigos.

—¿Y? Que follara contigo no te hace más en mi vida —dicta segura.

Entrecierro los ojos con sus palabras, viendo a la persona que acaba de escucharlo.

—Perdón la interrupción, pensé que estarían las dos en algún lío. Pero veo que están perfectamente —su voz es indiferente.

—Marck, déjame explicarte, por favor —le pide mi amiga.

—Permiso —se disculpa el hombre pasando por nuestro lado.

—¡Inútil! —Le grita Carolina a Alfonso y se dirige a perseguir a Pérez.

Volteo a ver al protagonista del incómodo momento.

—¡Ups! —Se burla —No fue mi culpa, ella lo dijo.

—Los tragos así sean los más mínimos por lo visto no dejan de sentarte mal —doy media vuelta.

Vuelvo al grupo en dónde se encuentran los demás, pero no ubico a Carolina y a su acompañante mucho menos.

—¿Está todo bien? —Se acerca Emma al ver mi cara.

—El idiota de Alfonso ya la cagó —respondo con evidente desagrado —Perdona pero necesito ubicar a Carolina.

Me tropiezo con las demás personas que se encuentran de pie, ya sea bailando o ingiriendo bebidas. Miro a mi alrededor y a lo lejos logro ubicar a Marck.

Me acerco rápidamente, este al notarme no duda en hacer un mal gesto que no pasa desapercibido.

—¿Dónde está? —Pregunto.

—No lo sé, allá afuera creo —responde cortante.

—No me jodas que la dejaste sola —reclamo.

—Me parece que ahorita estaba muy bien acompañada. O no fue por eso que decidiste seguirlos —habla.

—¿Sabes que, Pérez? Eres igual de idiota que tu amigo.

—Y tú te tapas las cosas igual con Carolina ¿no? Al parecer aquí no somos tan diferentes, Corney —dice.

—No te confundas, ahí cosas que simplemente son del pasado. A diferencia de ustedes, que la viven cagando en el presente.

—Pues no parece que todo ese show y esas miradas sean precisamente del pasado. Si van a hacer algo, no sean tan evidentes por favor —culmina dejándome con un insulto en la boca.

Rápidamente ubico la puerta y apresuro mis pasos, el golpe de la brisa fría me recibe como un huracán.

Miro a los lados y logro encontrar a la chica sentada en el andén de madera con las manos tapando su cara.

Me quito las sandalias, las dejo a un lado y me acerco.

—Caro —la llamo.

Ella levanta su cara empapada con algunas lágrimas de por medio.

—Me llamo mentirosa y no quiere escuchar nada de lo que le tengo que decir —explica apenas y logrando hablar.

—Bueno, si te sirve de algo también me llamo mentirosa a mi. Creo que el cree que todos aquí estamos mintiendo —hablo.

—Y lo peor es que a la final no está tan equivocado —dice.

Tomo asiento a su lado, mis pies hacen un choque con la arena.

—¿Dónde quedó afirmación de que hoy nos íbamos a embriagar hasta no poder más? Hasta olvidarnos de nuestra propia existencia —le recuerdo —Tu hermano aún sigue enojado pero no creo que nos deje tiradas.

Logro que suelte una mínima carcajada.

—Tienes razón, está no fue la noche que te prometí.

—Nos prometimos —paso mi brazo por su cuello.

Toma sus manos y las pasa por su cara.

—¿Un baile hasta el suelo? Solo tu y yo —propone.

—Al final somos fuego y dinamita, desde siempre —le guiño un ojo.

Suelta una carcajada poniéndose de pie, me brinda la mano y de un salto también me levanto. Ingresamos nuevamente as cabaña, está vez a retomar la mejor noche de nuestras vidas.




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