La propuesta del Sr. Miller.

Capitulo 57: Entre el poder y el amor

No puedo, joder.

Siento un gran peso en mi cuerpo, el dolor de cabeza es indescriptible y los recuerdos me atormentan cada segundo.

Bajo las escaleras y no hay señal de absolutamente nadie, me frustro el doble. Pero entonces escucho como la puerta es abierta y por ella cruza Hilton.

—Señora —me nota —Veo que ha despertado. Le he traído unas pastas para el dolor de cabeza que imagino debe tener y algo para que se alimente —dice.

—¿Donde esta Harry? —Pregunto.

—El señor salió desde temprano, me pidió que estuviera pendiente a cualquier cosa que necesite y que la lleve a casa una vez que usted lo desee —explica.

—Veo que le gustó el hecho de huir —hablo.

—No está huyendo, señora. Fue a solucionar todo el asunto con la señorita Williams —le defiende.

—Ahorrate la lealtad a él, por favor —pido.

—No es por lealtad, señora. Es porque de verdad no quiere poner más en riesgo su reputación.

—Mi reputación no está a salvo mientras yo siga por acá —hablo.

—Él se encargara.

—No lo hará solo, necesito estar presente —demando.

—Es mejor que descanse, ha tenido días duros —propone.

—¿Y Carolina? —Cambio de tema.

—Debe seguir dormida, el señor Miller también pidió que ella descansara —informa.

—¿Sabes algo de Yanetha?

—Según tengo entendido se fue anoche junto a el señor Duarte —explica.

—¿Y tú a qué hora llegaste?

—Alrededor de las cuatro, Miller me llamó reclamando el porqué la deje salir sin seguridad —dice.

—Solo está exagerando.

—En fondo sabe que el señor Miller tiene razón, Stella —usa un tono menos formal —No es seguro que esté sin absolutamente nadie vigilandola, creo que es la última vez que le alcahueteo esto de salir sin seguridad.

—No seas gruñón, Hilton. No pasó nada —le hago saber.

—Pero estuvo a punto de suceder. Usted se imagina donde el señor Miller no hubiese estado cuando sucedió todo lo del señor Ferreira.

—Yo podía manejar la situación.

—No señora, usted no podía y lo sabe perfectamente.

—Voy a subir a ver cómo está Carolina, si quieres sirve el desayuno y vas comiendo. Ya nosotras bajamos —propongo evadiendo el regaño.

—No se preocupe, ya yo comí. Coma usted que de seguro le hará bien —dice.

—Gracias —sonrio.

Me dirijo que inmediato a las escaleras y voy a la habitación de mi amiga, toco la puerta delicadamente pero nadie abre. Sigue dormida.

Abro la puerta y afectivamente está tirada en la cama con una cobija que le tapa de la mitad del cuerpo para arriba.

La entiendo completamente, pero ahora la necesito despierta.

Me siento en el borde de la cama y le quito la cobija sin compasión alguna, ella no tarda en soltar una maldición en voz baja.

—Necesito que te levantas, requiero volver a la casa —le digo.

—Jodete Stella, hablé con Marck para que le dijera a Harry que me ausentara hoy. No me pienso levantar —se queja sin abrir los ojos.

—Caro, requiero regresar y tampoco pretendo dejarte aquí tirada.

—¡Stella, por favor! Es sábado, hace resaca de mil demonios, hicimos suficientes problemas anoche. Creo que quedarnos acá todo el día no es mala idea —excusa.

—Tú más que nadie sabe el problema que hay, necesito ir y solucionarlo.

—No. Por primera vez deja que Harry se haga cargo, ya tú hiciste tu parte —responde.

—¿De verdad tú crees que eso era lo único que iba a hacer? Estas de coña.

—¿Como así, Stella? —Ahora si me presta atención.

—Catalina no podía salir tan ilesa de todo esto. La quiero en mi control y es justo donde va a estar —le aseguro.

—Estas completamente loca.

—Pero no estúpida. Sé lo que hago.

—Me voy a lavar la cara ¿ok? Pero me debes una grande porque estoy sacrificando mi descanso, una resaca de mil demonios y tener que ver a mi novio que debe estar detestandome.

—Perfecto, yo también me arreglo y nos vamos —le hago saber y tiro un beso al aire en su dirección.

[….]

—Hilton, por si no te lo han dicho eres un ángel —le habla mi amiga mientras le da un bocado al trozo de pan.

—Solo termina de comer por favor —río.

—Deje y le ayudo señora —se apresura el hombre a tomar las mochilas que cargaba.

—Oye, deja la envidia. Necesito disfrutar mis últimos minutos de paz —me señala con el dedo de manera juzgatoria.

—No exageres, tampoco es necesario que vayas a la empresa.

—¿Y dejarte tirada? No gracias, yo voy.

—Entonces apúrate —la presiono.

—¿De verdad no se va a tomar el descanso, Stella? —Pregunga Hilton no muy de acuerdo con mi desición.

—No y tampoco quiero que le vayas escribiendo a Harry a decirle.

—No se preocupe, respeto su espacio también.

Termino de atacar a Carolina lo suficiente para que termine y nos apresuremos a la camioneta.

—Me molesta el olor —dice enseguida.

—Solo intenta no concentrarte en ningún olor en específico, con la cantidad de alcohol mezclados ayer antes y seguimos vivas —hablo.

—Si están muy mal y desea alguna vomitar por favor nos avisan y paramos de inmediato —informa mi guardaespaldas.

—No te preocupes, sobrevivimos —hablo.

—Habla por ti, yo creo que antes de llegar fijo hacemos cuatro paradas —asegura Caro a mi lado.

En conclusión no fueron cuatro paradas, fue una sola luego de veinte minutos donde Carolina desocupo todo su estómago.

Por mi parte el no comer tanto fue una ventaja, no puedo asegurar que me encuentro perfecta pero creo que puedo resistir.

—¿Estas segura que me puedo arreglar acá? Es por tu hermano… —me detiene.

—Hable con mi madre antes de llegar, Carlos salió a terminar de cuadrar todo lo de la exposición.

—Es mañana ¿cierto?

—Si e ignorando todo lo que pasó ayer Stella. Tienes que ir, si o si —dice seriamente.

—Lo sé.

—Voy a la cocina a preparar una café para llevármelo, si quieres ve subiendo a mi habitación y elige algo. Tengo ropa lo suficientemente decente no te preocupes —me hace saber.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.