La propuesta del Sr. Miller.

Capitulo 58: Grietas

Miro la hora en mi reloj, faltan exactamente 25 minutos para que sean las 2 pm. Mis ansias aumentan claramente porque las ganas de toparme en la reunión con Bastian Durand es notoria.

Me levanto de mi asiento y dejo todo organizado antes de salir de la oficina y dirigirme a la sala de juntas en donde iba a estar el equipo de trabajo de Stella.

Entro y la encuentro sentada centrada en la computadora, ignora por completo mi presencia.

—Aún queda tiempo antes de que empiece la reunión —habla sin verme.

—Lo sé, pero me gusta ser demasiado puntual —excuso.

—No tienes porqué ser tan modesto.

—¿Informaste de mi presencia? —Pregunto.

—No lo vi necesario a la final. No creo que sea requerido pedir la autorización para que el dueño de la empresa este presente en una reunión —responde —Ya te envío el link de la reunión a tu correo.

—No es necesario —digo —Me quedó presente a tu lado, no me interesa ver a nadie. Solo escuchar las propuestas y los negocios.

Suelta un suspiro y sé que la idea no es su favorita.

—Marck va a estar en su oficina atendiendo la reunión, aún hay trabajo por hacer. Cristian y Nicolás estarán presentes juntos porque van a presentar parte del proyecto de finanzas —explica.

—Perfecto. ¿Tú requieres ayuda?

—No. Puedo sola.

—Ya hablé con Catalina sobre un cambio de sede —tomo asiento a un costado.

—Okay, imagino que no lo tomo de la mejor manera.

—No sabía que te preocupara como lo iba a tomar —un sonrisa se hace en un rostro ante mi comentario.

—No me preocupa, solo que imagino el show que armó en desacuerdo.

—También hable con Nicolás.

Observo como deja de prestarle atención a la computadora y ahora se fija en mi.

—Lo necesito para el proyecto, deja por lo menos que ayude con eso —me pide.

—Se va a quedar temporalmente, solo si hace las cosas bien voy a tomar su estadía a largo plazo en la empresa —explico.

—Gracias.

—No sabía que te preocupara tanto Nicolás.

—No vas a empezar con eso, por favor —rueda los ojos —De tus hermanos es el único que se puede involucrar en la empresa y ayudarte.

—Tampoco es como que necesite su ayuda completamente.

—Pero es más fácil Harry, acéptalo.

Me quedo callado y no comento nada más. Debatir con esta mujer es peor que estar sentado en un tribunal.

—¿Ya almorzaste? —Pregunto.

—No, ahora solo quiero terminar esto y ver qué decisión toma Durand —responde.

—¿Café o jugo? —Pregunto cambiando de tema.

—Que me dejes trabajar.

—Deja un poco esa odiosidad Corney —me levanto de mi silla —Por cierto, ese gestico de los ojos déjalo a un lado sabes bien que me molesta.

—No me observes entonces.

Respiro profundo porque esta mujer de es paciencia, salgo de la oficina y me dirijo con Carolina, ya que mi flamante esposa se le dio por permitir el día de descanso a la secretaria.

—Pídeme café con poca azúcar y un zumo de naranja —pido.

—Claro, con mucho gusto. Adoro cuando me piden los favores de manera tan cordial —sonríe sin mucha gracia.

—¿Resaca, Burnell?

—No —me fulmina —¿Buen estado de matrimonio, señor Miller? —Se burla.

—Puede estar mejor, no te preocupes. Buena pijamada por cierto, avísame cuando quieras que te colabore con mi esposa.

—Mis planes son los mejores —se levanta.

—Si, eso mismo piensa Marck —ataco.

—Gracias por informarme —busca algo en su cajón y me lo extiende: Una invitación —La exposición de mi hermano es mañana, cordialmente invitado. Usted y toda su familia.

—Lo pensaré, hay mucho trabajo por hacer.

—Bueno, suponiendo entonces Stella será suficiente representación.

—Gracias Carolina —me limito a decir.

—Café con poca azúcar y zumo de naranja —repite la orden y asiento.

Se aleja y observo como Hilton se aproxima a mi con cara amarga.

—¿Qué pasa? —Pregunto.

—Su tía acaba de llegar, está en recepción y al parecer ya le dieron acceso —explica.

—Quédate en tu puesto, yo me encargo —hablo.

Voy de camino a mi oficina pero el sonido de una puerta me detiene.

—Begoña está en la oficina de Duarte con Nicolás —me habla —Cristian dice que está alterada.

—Quédate acá, yo me encargo de ella.

—Hasta no verme y querer acabar conmigo viva no creo que se calme.

—Por eso, te quiero aquí quieta Stella —demando.

—No lo voy a hacer y lo sabes.

Maldita sea.

—¿Quieres hacerme un favor? No te me despegues ni un segundo —pido.

—No estoy para hacer favores, lo lamento.

Me desvía y camina hasta el ascensor, le hago seña a Hilton para que no la deje avanzar y este hace lo solicitado; se interpone en la puerta.

Me aproximo y llego a su lado —Por una vez en tú vida, haz caso Corney.

—Y por una vez en tú vida deja de meterme en problemas.

Hilton se quita y el ascensor abre sus puertas, pasa primero seguida de mi persona, por último el guardaespaldas se adentra. Pulso el botón para bajar tres pisos y ver que pleito hay de por medio.

Cuando llegamos, Hilton es el primero en salir y la discusión se escucha lo suficiente para que los empleados estén pendientes.

Mi presencia provoca de inmediato que cada uno vuelva a su puesto.

—No avances hasta que yo vaya a la oficina, Corney—pido.

Mi palabra es un cero a la izquierda porque termina a mi lado.

—Puedo sola.

Es lo suficientemente cascarrabias para tomar la delantera y avanzar a la oficina de Cristian, avanzó con ella porque no tengo alternativa.

Abre la puerta y el rostro de mi tía se torna aún más eufórico.

Cierro la puerta para no seguir brindando un show, ya tengo suficiente.

—¡Perfecto, justo quien faltaba! —Le grita.

Observo a un hombre que está a las espaldas de mis tía sin inmutarse, lo reconozco bien; es su abogado.

Nicolás esta de pie y junto a él se encuentra Duarte. Por la cara de este último se nota que ha sido quien a intentado mantener la situación bajo control.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.