La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 60: Tormenta de amor

Suelto un pequeño suspiro que tenía contenido, en este momento tengo los nervios al punto del colapso. El vestido me ajusta y con los nervios a flote siento que voy a explotar. Carolina está a mi lado y ella sí que se encuentra tranquila, pero no tarda en notar mi situación.

—Ey, relájate. Solo es una exposición, no el fin del mundo —ríe.

—Tan solo mira cómo me queda este vestido —hablo.

—Se te ve hermoso.

—Si, pero exhibe más de lo que debería.

—Pensé que ya habías superado eso.

—Y lo hice, pero ahora es diferente. Mira, apenas y me puedo sentar sin que se note la liga del muslo —me quejo.

—Ignora eso, así es el diseño.

—O dime el escote... Oh espera y la espalda totalmente descubierta —continuo.

—La única opción que tienes en este momento es cerrar la boca y entrar. O devuélvete como una cobarde —me observa.

—Conozco el jueguito tuyo de jugarme la psicología inversa y no te preocupes, yo sé que no tengo muchas opciones —la fulmino.

—Perfecto. Ahora ponte esa máscara que ya nos vamos a bajar —dice mientras ella se pone la suya.

Tomó la mía en mis manos y la analizó un poco. Es escarchada de color roja y en una de las esquinas tienes un par de plumas alagardas que le dan un toque misterioso, justo lo que necesitaba mi vestido para la noche. Fernando pensó hasta el mínimo detalle.

—¿Te ayudo? —Pregunta y asiento.

Le extiendo la mascara y acomodo mi cabello a un lado para que la pueda sujetas correctamente. Siento el material acomodarse en mi rostro y finalmente, me posicionó correctamente listas para descender del auto.

NARRA HARRY

Miro en todo el salón principal, estaba iluminado con luces calidas que hacian brillar el suelo de mármol como si fuera agua. Los cuadros, todos cubiertos con sábanas de tela negra, formaban una fila solemne alrededor de la sala. La curiosidad flotaba en ambiente: nadie sabía que se mostraría.

Le doy otro sorbo a la copa de vino, es la tercera que llevo en toda la noche y como no, mi puntualidad fue excelente.

En mi mesa se encuentra Pérez que espera por la mujer que le está sacando canas últimamente, Cristian habla entretenidamente con Yaneth, Nicolás mira brevemente su teléfono, Magdalena y Henry se encuentran paseando por el salón y a mi lado está Heily hecha un manojo de nervios.

—No más —la detengo antes que tome otra copa de vino.

—Es la última, lo prometo —intenta hacer un puchero —Entiende, estoy poniendo mi vida en riesgo por ti —dramatiza.

—No es no, Heily. Además, no es la vida solo tu presencia. Todo está arreglado y listo, solo disimula porque con esa actitud vas a quedar en evidencia que algo te pasa —digo únicamente para los dos.

Se acomoda en la silla y asiente haciendo caso. De repente su mirada se queda en una sola dirección y su cara cambia a una de desagrado completamente.

—¿Quién la invito? —Su voz es lo suficientemente fuerte para que la mesa la escuche y también cambie de objetivo.

Williams camina con una sonrisa de oreja a oreja, sostiene el pequeño antifaz protocolo de la noche para ingresar en una de sus manos. Trae puesto un vestido negro con dos aventuras en sus piernas, el maquillaje oscuro y dorado determina por completo su vestimenta.

Me observa fijamente y relame sus labios, le sostengo la mirada seriamente por un tiempo hasta que finalmente se rinde y me la desvía.

—Gran obra de Burnell, felicítame a tu cuñado por invitar a todo el círculo social —me dirijo a Marck con evidente fastidio.

—Por lo visto la noche es larga —suspira mi hermana.

Williams se dirige a otra de las mesas en donde se encuentra Fernando y otro par de modelos y diseñadores, se desenvuelve fácilmente con ellos.

Minutos después otra presencia llama la atención al entrar, una mujer vestida de azul llega impecable. Marck se levanta de inmediato y ahí noto quién es la dama en cuestión, lo termino de descifrar cuando se quita el antifaz también protocolo de la noche.

El beso de Perez no pasa desapercibido al igual que la sonrisa de Carolina, este la sujeta de la mano y juntos caminan a saludar a Burnell que está reunido hablando con gente del medio.

Le doy otro sorbo a la copa de vino y ladeo mi cabeza de un lado a otro, me desespera la espera y más aún no ver a mi mujer.

Finalmente, Carolina se aproxima con Marck a la mesa. Me levanto de mi asiento y la saludo de un beso en la mejilla, mi boca no duda en soltar la pregunta.

—¿Y Stella?

—Tuvo que detenerse un segundo a ir al baño, no tarda en ingresar —responde.

Me contengo, no me agrada que la deje sola pero a mi fortuna Hilton vigila sus espaldas.

—Señorita Burnell, permítame decirle que es usted un perfecto polluelo esta noche. Se ve divinamente, felicidades por el logro de su hermano —la voz de Fernando llega a mis espaldas, volteo un poco y lo observo, a su lado está Catalina enganchada de su brazo.

—Lo mismo digo, Carolina. Tu hermano ha hecho un gran trabajo y los cuadros cada vez me tienen más inquieta, muchas gracias por la invitación —dice fingiendo cordialidad.

—Muchas gracias —sonríe Carolina —De seguro le encantarán los cuadros señorita Williams, hoy deleitará sus ojos como no tiene idea.

—¿Y mi pequeño polluelo obra de arte, donde está? —Indaga Fernando.

—No tarda.

El sonido del micrófono hace eco en la sala, Carlos Buenell se encuentra en la pequeña tarima a punto de soltar alguna palabrería.

—Buenas noches a todos, agradezco profundamente que se tomarán el tiempo de asistir a mi exposición. Gracias también a los medios de comunicación que están atentos a no perder un detalle de esta noche —me agrada esta última parte —Le pido a todos por favor ponerse de pie, quiero que le demos una cordial bienvenida a una mujer que ha sido gran inspiración para estos cuadros.

La puerta lateral se vuelve a abrir. El silencio no fue inmediato, pero si inevitable.




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