Estoy acomodada en la silla playera a un costado de la piscina, hay una brisa fresca que es gloria para mi cuerpo.
El almuerzo surgió tranquilamente, Begoña se ahorró sus miles de comentarios y Williams apenas puede con su existencia.
Mamá charla tranquilamente con Heidy, como dos amigas de toda la vida. Nicolás está en una charla con su hermano Henry, Cristian está entre risas con Yaneth como si tramaran u ocultaran algo. Finalmente, Carolina se acomoda a mi lado.
—¿Qué fue lo de hace un momento? —Pregunta curiosa.
La volteo a ver —¿Qué precisamente?
—El beso, el abrazo, las risitas —responde arqueando una ceja.
Desvío la mirada —Nada, la actuación de un matrimonio —respondo.
—Aja, déjame decirte que la actuación tuya junto a la de Miller fue excelente. Un segundo más y les creo ese matrimonio —susurra.
Mi mirada se dirige al mencionado, quien habla con Pérez entre risas. Típico de ellos.
—Siento un tono de sarcasmo en ti.
—Porque lo es. Sabes que no disimulada nada ¿cierto?
—¿De que hablas?
—Me desvías la mirada, Stella. Señal de que algo me ocultas.
—No hay nada que ocultarte, Caro.
—Mientes.
—Claro que no —hablo firmemente. Evidentemente mintiendo y me sale fatal.
—Si lo haces —insiste —¿Qué pasó anoche?
—Nada, discutimos.
—Pues no parecen como dos personas que hayan discutido, al contrario.
—Ve al punto —pido.
—No, ve al punto tú.
—Vale, vale. Solo hicimos las pases y nos dimos cuenta que estar peleando cada segundo no va a ayudar al acuerdo matrimonial —intento sonar creíble.
Se nota la intención de indagar en el tema pero al instante llega Heily con una cara de euforia muy única. Esa sonrisa que trae ideas.
—Hace sol, el clima colabora, estamos celebrando tú matrimonio —empieza a hablar —¿Saben lo que eso significa? Tarde en la piscina.
La observo fijamente… No, no, no, eso si que es mala idea en estos momentos.
—Paso, prefiero disfrutar el paisaje completamente seca —excuso.
—Ay Stella, no seas así —se queja la pequeña Miller.
—Así estoy bien, cariño. De verdad —aseguro.
—Bueno, yo también paso —habla mi amiga.
—No, si tu quieres ve con Heily. Así tiene compañía —me interpongo al instante.
—No tengo nada que ponerme —dice.
—Oh no, ese es el último de los problemas. Acompáñame, tengo varias opciones y entre esas alguna te debe quedar —habla Heily, feliz de encontrar compañera de travesía.
Las veo adentrarse a la casa mientras yo me quito los tacones y me dirijo a la orilla de la piscina. Me acomodo los lentes, tomo asiento y meto los pies en el agua.
Cierro los ojos lentamente y estiró la cabeza hacia atrás al sentir un beso en mi cuello.
—¿No gustas adentrarte a la piscina también? —me susurra.
—Como si me hubieses dejado hacerlo —me quejo en respuesta.
—Que no es el fin del mundo, nada que nadie en este mundo nunca haya tenido —exclama como si nada.
—¿Ah sí? Ven y te dejo uno a ver si te va a parecer divertido —le amenazo.
—No me quejo del proceso, nena —ríe con evidente malicia.
—Miller, es mejor que salgas de mi vista —lo empujo con delicadeza.
Suelta a reír.
—Voy a cambiarme, ya regreso —excusa tomando distancia de mi cuerpo.
Me levanto los lentes y lo observo —¿Cómo que te vas a cambiar?
—Si, tengo calor y requiero entrar a la piscina y ya que mi querida esposa está tan cerca, que mejor manera —se encoje de hombros.
Lo fulminó con la mirada, mi molestia fingida es obvia.
—Harry Miller, espero que te estés divirtiendo porque prometo también divertirme.
Mis palabras son un cero a la izquierda porque se aleja y adentra a la casa. Marck se acerca y acomoda a mi lado.
—¿Cómo van esas heridas? —Pregunta.
Levanto mi mano con el vendaje disimulado que tiene —Mejor —respondo.
—Menudo susto que me lleve, Corney.
—Lo sé, te debo una disculpa por eso.
—Bueno, eres la esposa de mi mejor amigo y la mejor amiga de la mujer que adoro. No me debes ninguna disculpa.
—En ese caso, muchas gracias —le brindó una sonrisa.
—Para eso estamos los amigos ¿no?
—¿Tu no vas a adentrarte al agua también? —Pregunto.
—No es mi estilo, prefiero quedarme acá a la orilla. Igual que tú —responde.
Me limito a no decir nada y justamente aparece Carolina junto a Heily. Ambas portan unos vestidos de baño hermosos, Marck no tarda en dirigir la vista hacia mi amiga.
Todo es cuestión de segundos, ambas se tiran a la piscina como dos niñas pequeñas súper felices. Ver a Carolina tranquila es también un pro para mí.
Luego mi vista se posa en el hombre que viene saliendo de la casa con un par de lentes oscuros puestos, una pantaloneta azul oscura y el torso completamente desnudo. No me quejaría sino fuera por lo último.
Me sonríe. Esa sonrisa que contrae maldad y caos.
—¡Ven, anímate! —grita Heily con entusiasmo—. El agua está perfecta.
Sonrío acomodándome los lentes de sol.
—Paso, gracias —respondo—. Prefiero disfrutar del paisaje desde aquí.
Miller se había sumergido ya en la piscina y Marck se encontraba en el otro extremo haciéndole compañía a Caro.
En realidad, el “paisaje” estaba del otro lado de la piscina: Miller, con el cabello húmedo y esa sonrisa de medio lado que me persigue desde la noche anterior.
El sol juega con las gotas que caen por su espalda mientras nada. Bajo la mirada un segundo manteniendo la compostura.
—¿Segura que no quieres entrar? —pregunta desde el agua, empieza a nadar hacia el borde donde tengo los pies sumergidos.
—Segurísima —digo sin mirarlo, revuelvo el agua con los dedos de mis pies.
Él se acerca un poco más, apoya los brazos en el borde y levanta la mirada. Tiene los ojos entrecerrados por el reflejo del sol y una sonrisa que avisa problemas.
—¿Por qué no? —insiste—. ¿O hay algo que no quieres que vean?