La protección de la luna.

Segunda parte.

Lágrimas corren por las mejillas de Aysel, mientras le dedica una hermosa sonrisa a Altramuz. El niño se sorprende al ver a su salvador llorar, más se alegra de corazón por la sonrisa tan cálida que le es ofrecida, devolviendo la sonrisa de manera encantadora. 
Esa sonrisa hace que Aysel tome una decisión. Proteger a Altramuz por lo que le resta de vida.

 

 


Parte 02.

 

Todos los días, Aysel se levanta antes del amanecer, vigilando a Altramuz desde que este despierta hasta que duerme. Poco o nada ha cambiado la vida del niño, el cual adoptó cierta fobia por el agua. Así llegó hasta los 14 años. En cuanto conoció a cierta pequeña niña, su respiración se aceleró, su mente se puso en blanco y sus mejillas enrojecieron. Con gran pesar, además de alegría, Aysel deseó gran felicidad para aquel niño, del cual se enamoró conforme pasó el tiempo mientras le cuidaba. 
Altramuz poseía inocencia, un carácter gentil y un corazón bondadoso; el cual fue quebrantado rápidamente. Su familia vio su interés por la niña en cuanto se presentó, comprometiéndoles rápidamente. Se casaron a sus 18 años de edad y a sus 20 años, mientras la ahora mujer daba un paseo por los jardines mientras acariciaba su abultado estómago. Un hombre robusto cayó sobre ella, al ver que la mujer no hacía silencio por más que tapaba su boca vio hacia el abultado vientre de la embarazada, sabiendo que si le capturaban le matarían no sólo por robar, si no también por matar a la esposa e hijo del joven amo de la residencia. Cortando el cuello de la mujer.

Pocas horas después, mientras buscaban al ladrón la mujer fue encontrada. Altramuz no se volvió a casar, no volvió a salir; encerrándose en su mansión por lo que le restó de vida. 
Aysel pensó tantas veces en la posibilidad de ir hasta él, consolarle, decirle que él le ama. Pero sabía que sería inútil, podía sentir las fuertes emociones que este llevaba consigo. Más no esperó que este muriera a los 40 años por la depresión, la cual consumió a Altramuz lentamente.

Aysel viaja por el mundo durante años, algunas veces en compañía de sus tíos. Sabe que no debe romper las leyes naturales y ha seguido esta regla al pie de la letra. Hasta que un día choca de frente con un adolescente.

El joven de 16 años estaba distraído con su celular, no escuchó las voces de sus amigos alertandole. Por otro lado, Aysel estaba muy concentrado intentando que sus emociones no fueran afectadas por los que le rodeaban.

El joven cayó al piso, quedando sentado sobre el suelo. Ambos se observan mutuamente durante un par de minutos, Aysel no se movió ni un centímetro por el impacto, quedando de pie elegantemente, pero lo que más llamaba la atención del joven era la apariencia de Aysel; el cabello blanco hasta su cintura y sus ojos carmesí, estaba seguro no le olvidaría nunca, esa expresión gentil tan atractiva en tan delicadas facciones. Sin duda un joven muy apuesto, digno de sacar sus fotos en una revista.

Ofreciendo su mano al joven para ayudarle, Aysel sonríe dulcemente. Con un sentimiento de familiaridad al ver al joven de piel blanca, ojos miel y cabello negro, espera ser invadido por los recuerdos de este.

Algo aturdido, el joven extiende su mano, tomando la del contrario.
En el instante que ve los recuerdos, Aysel se confunde. No era lo que esperaba, no era el mejor, pero. ¿A qué se debía el sentimiento de familiaridad entonces?

Badir, un joven amable y servicial, vive con una familia que lo golpea continuamente. Sus padres le obligan a hacer todo en su casa, su madre trabaja todo el día, mientras su padre espera en casa a que le lleven cervezas hasta su sillón. Por suerte, Badir no posee hermanos.

Con sentimientos mezclados ambos se reverencian despidiéndose. En cuanto Aysel se despide del joven espera hasta no tenerle a la vista. Llamando a sus tíos vigila al joven durante días, hasta que estos arriban.

Amón- ¿Ese es el niño?

Artemisa- ¡Es tan lindo~!

Genesha- ¿Soy el único que piensa que es muy joven?

Baldr- Pero lo conoce desde su vida pasada.

Aysel- Entonces… ¿Si es él?

Baldr- Lo es.

Artemisa- Es poco usual la reencarnación.

Genesha- Era obvio, su vida llegó a su fin por perder un ser amado, probablemente reencarnó al sentir el alma de su amada. Pero más importante.. ¡Su edad, es muy joven les digo!

Amón- La edad no importa, lo importante es su apariencia. ¡Nuestro sobrino merece un niño mejor!

Aysel- Yo lo quiero a él.

Baldr- Haz como gustes, sólo sigue las reglas.

Aysel- Lo sé, gracias.

Artemisa- ¿Ya nos vamos? Yo quiero ver como se enamoran~.

Amón- No seas ridícula, Aysel ni se le acercará~.

Baldr- Exacto. Es muy sensible.

Genesha- Lo desheredo si no lo hace, fueron años de escucharlo hablar de ese mocoso.

Aysel se sonroja cada vez más ante los comentarios de sus tíos, los cuales se divierten ante sus expresiones.

Aysel- Basta por favor.

Aunque los dioses pocas veces se reúnen entre los humanos, ante el llamado de Aysel los 4 dioses principales acuden a su llamado, reuniéndose con él en un café mientras espían al joven Badir. Poco o nada disimulan, ya que sus apariencias destacan sobre la multitud a pesar de vestir como los humanos a su alrededor. ¿Quién no se vería atraído por los ojos azules de Genesha? ¿Cómo ignorar los hermosos ojos rojos de Artemisa? ¿Podrías tú resistir los ojos amarillo indio de Amón? ¿Has visto ojos verde pistacho como los de Baldr?
Sus naturaleza atrayente hace a los humanos acercarse, pero sus auras poderosas los mantienen a raya.

Con un abrazo los dioses se despiden de Aysel.

Genesha- Si nos necesitas..

Aysel- Lo sé, gracias.

Amon- Recuerda, cuidado con los humanos.

Aysel- Si.

Baldr- Si necesitas consejos..

Aysel- Lo tendré en mente.

Artemisa- ….

Aysel- …

Arrojándose a los brazos de Aysel, Artemisa besa sus mejillas.




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