La protección de la luna.

Décima novena parte. Capítulo final.

En la mente de Altramuz, conocía tan bien el cuerpo de Aysel debido a aquella única vez de cercanía, que por ello, en sus alucinaciones u afortunadas visitas, la distinta ropa extraña de Aysel, en algunas ocasiones era bastante reveladora. 

Cuando la noticia de que sería padre llegó a sus oídos, el joven intentó tomarle más aprecio a su esposa, y lo hizo. Debido a ello sufrió su pérdida cuando esta fue asesinada junto a su primogénito, sin importar el castigo que le dieran al causante, no pareció suficiente. La mujer amaba a Altramuz, esa fue la razón de su reencarnación. 

Altramuz esperó que si, después de todo, sus visiones de Aysel eran efectivamente visitas de este, con la "trágica" partida de su esposa, la mujer por la que se sentía ultrajado cada vez que despertaba con resaca, además de la triste partida de su no nato primogénito, Aysel le hablara. Tan sólo eso anheló hasta el final de sus días, que Aysel le visitara cara a cara. De ser posible, que en el mejor de los casos, le consolara un poco por ser la razón de su locura. 

Fue por que, apesar de los años, Aysel nunca le visitó, vigilándole de lejos, que el corazón de Altramuz se llenó de tristeza, hasta matarle. El profundo amor y deseo de volver a ver a Aysel, fue el que lo hizo renacer. Pero, ya que Aysel se volvió nómada, el alma de Altramuz nunca lo había encontrado, sin importar donde reencarnara, a pesar de que debía renacer en otro lugar, el desesperado deseo de su alma sólo se vio satisfecho al nacer como Badir. Debido a aquel bailoteo de su alma, fue que el alma de su esposa no lo encontró, hasta que tomó la forma de AnnMary, pero el alma de la mujer ya venía corrupta. Esto debido a la manera en que murió a pesar de sus esfuerzos por casarse y mantener a su lado a quien amaba, además de las repetidas reencarnaciones en vano.

Los ojos de Aysel no paraban de derramar lágrimas, nunca pensó en reencontrar el alma de Altramuz, mal interpretó los sentimientos de aquel joven, y, como si fuera poco, a pesar de ser el motivo de la reencarnación de Altramuz, no logró mantener a salvo a Badir. Su corazón se sentía más que roto, si hubiera sabido que Altramuz lo amaba, hubiera hecho todo diferente, aunque sea sólo con Badir, pero ya se lo hubiera llevado lejos. La felicidad de su corazón hubiera sido enorme tan sólo con esa pizca de información.

Llegando al fin al hotel, Aysel sube a su habitación, siendo perseguido aún por uno de los jóvenes. Perú siempre le pareció un lugar hermoso, puede que se sienta así debido a que el olympo está cerca de donde se encuentra en este preciso momento, pero, al igual que todo en el mundo, prefiere la vista anterior que tenía, antes de tanto desastre por parte del hombre. Por ello, justo en ese momento comienza a hacer las maletas a pesar de que acaba de llegar, para proseguir con su viaje. Se supone verá a su tío Amón, Genesha, Baldr y a su madre, en el pueblo cercano al olympo.

En cuanto se acerca a la cama para acomodar el evidente desorden en ella, muestra de su desenfrenada sesión de "ejercicio" matutino, donde quizás se dejó llevar demasiado por sus deseos carnales, ya que sólo les dio tiempo a salir a la hora del almuerzo. Después de todo, su compañero de intenso coito por la mañana es tan sólo un humano y terminó agotado. El joven que le acompaña, lo tira sobre la cama, volteándolo para sentarse sobre él.

Aysel- ¿Qué hace..?

Siendo callado por un efusivo beso, Aysel gruñe levemente, aún molesto.

Aysel- ¡La cama está sucia!

La suave risita del joven, resuena en la habitación. 

Aysel puede sentir el goce del débil humano sentado sobre su pelvis, tan efímera criatura. La felicidad del joven le recuerda, que a pesar de toda la tristeza, en medio de aquello, sintió gozo al matar a AnnMary. A aquella noche, le puede agregar la palabra 'felicidad' como una de las palabras que la describirían. Una de las mejores noches de su vida, ya que fue liberado de mucho.

Las fuerzas de la naturaleza, al ver desecho a Aysel, le dan su veredicto.

-Hijo de la luna, debido a que es tu primera ofensa, te dejaremos con vida.

Sin poder parar de sollozar, Aysel se aferra al cuerpo sin vida de Badir, llenándose de la sangre de quien murió tan joven.

Aysel- ¡Matenme! ¡S..Si el no v..vive .. y..yo tampoco quiero!

Las fuerzas de la naturaleza, ya sea por su ciclo natural en el que la muerte es como el mismo pasar del tiempo, tal vez por que ha pasado por ello más veces de las que nadie pueda imaginar o por que es algo que forma parte de lo inevitable. No es una situación que le conmueva, como mínimo tampoco le irrita. Sin embargo, Aysel es un buen híbrido, siempre cuidadoso, amable, cortés aún en tal situación. Su existencia, le recuerda que, a pesar de que tiene sus roces con los dioses, estos mantienen su palabra, e incluso, lo están haciendo bien, incluso diría que les va excelente. Nunca lo admitiría, pero incluso, ahora con sus variados portadores, resultan bastante interesantes.

-Te propongo un trato, Aysel, para devolverle la vida.

Aysel- ¡S..Si! No im..mporta lo que sea, si, por favor.. Devuelvemelo.

-Escucha, hijo de la luna, tu castigo por tus actos es, tu inmortalidad y longevidad. De ahora en adelante vivirás los años que un humano.

Aysel- Lo acepto.

Aún cuando es inusual, las fuerzas naturales sienten una pequeña satisfacción, debido a la actitud sumisa de Aysel.

-El pago por la vida del humano, es una fracción de poder, debes tener la misma que uno de los dioses menores.

Aysel- Me parece bien..

-¿Estás seguro? Si vuelve a morir, no lo reviviré.

Aysel- Si me lo devuelves completamente sano, en perfecto estado, sin incluso un problema de caspa, o de tierra en sus uñas, toma lo que quieras.

-Entiendo a donde vas. Que así sea, pero, tu poder es muy grande, así que dejaré algo extra en señal de buena fe. De ahora en adelante no correrás peligro a pesar de tu sangre, podrás usar el porcentaje de poder acordado aún si te asientas con el humano.




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