“Por más que intentes alejarte de mí, siempre tendré mis ojos encima” “Toma esto, como un volverás a mi lado, Jolanis”
Ese era uno de los tantos mensajes que recibía de Max día a día desde que él decidió cortar su relación con ella… las cosas en su vida estaban yendo más o menos bien por así decirlo. Ese día, iría a una entrevista, se trataba de una de las empresas más buscadas y solicitadas en el país. Según las palabras de su mejor amiga, ellas tenían el puesto asegurado, porque su madre trabaja ahí y porque es amiga del vicepresidente y de paso, su crush de toda la vida era el presidente. Aunque Dahiana lo negara, ella tenía sentimientos por ese hombre.
Se miró una vez más en el espejo y salió de su pequeño hogar, no sin antes, asegurar la puerta como se debía y de tomar las llaves. Si le daban el empleo de la pasantía, tendría que dejar su trabajo de medio tiempo y dedicarse a la empresa y sería lo mejor por el hecho de que ganaría tres veces más que en cualquier otro sitio.
Vio el número de Max, y terminó por apagar el celular, no quería que nada interrumpiera su día. Tenía muchas marcas de golpes en su cuerpo que hasta asco le daba mirar. Tomó el metro, y después de unos largos y agobiantes minutos, llegó a la empresa.
— Buenos días, señorita —saludó a la recepcionista—. Soy Jolanis Rossi, vengo por la entrevista de la pasantía en el área de fotografía.
— Hola… —la chica se detuvo a mirarla de pies a cabeza—. ¿No tienes calor?
— ¿Yo? —preguntó, confundida, y la chica asintió—. No, no tengo calor…
— Es que estás usando una sudadera y también una falda muy larga —la otra omega sacudió la cabeza—. No me hagas caso, disculpa —dirigió la vista hasta su computadora—. Es el último piso, ahí estarán todos para la entrevista.
— Entiendo, muchas gracias —susurró, aún más incómoda que antes.
Tomó el carnet que ella le extendió y fue hacia el elevador. Estando ahí, las personas se le quedaron mirando de manera extraña, pero tuvo que hacer un sobre esfuerzo para aguantar hasta el final y no regresar hasta su cueva. Sus hombros se relajaron cuando se encontró con Dahiana en la entrada. Al menos, ella todavía no había entrado.
— Hola, Dahiana —la saludó Jolanis, sonriendo—. ¿Cómo estás?
— ¿Cómo te imaginas que estaré? —susurró Dahiana, con voz entrecortada—. Se casó, él se casó con otra mujer, olvidándose de mí y de su hijo.
— Lo lamento tanto —hizo una mueca—. Sé que debe ser difícil para ti todo esto —Jolanis apretó los extremos de su abrigo—. Tienes que ver esto como algo bueno para ti y el pequeño Owen, ese sujeto ya no está en sus vidas y…
— Lo sigo amando, no tienes idea del daño que me ha hecho ver a Jonathan casarse con esa mujer sabiendo que soy su mujer…
— No te preocupes por nada —le dio unos cuantos golpes en el brazo—. Solo nos queda disfrutar de un buen momento juntas.
— Tienes razón, no hay de otra más que ver las cosas por el lado bueno.
— Supe que te tocó hacer tu pasantía en el área de contabilidad con el señor Klein —Jolanis y ella se estaban dirigiendo por el pasillo que daba a la sala de espera—. No lo mates, porque ese hombre tiene aires de ser un Dios bien hecho y el amor de muchas.
— ¿Lo dices por ti o por mí? —preguntó su amiga, rodando los ojos—. Descuida, no le haré nada al amor platónico de todas estas mujeres —levantó las manos—. Solo si él no se me acerca mucho.
— Nunca entenderé tu odio.
— Mi odio nació cuando él me lanzó desde las escaleras, me tiró agua sucia, me llamó marginada y ni hablar de que también me dijo que no sirvo para nada. ¿Qué se cree ese hombre?
— Tu jefe y posiblemente el amor de tu vida.
—¿Ese hombre será el amor de mi vida?
Ambas rieron, Jolanis tenía que ir con otra persona, puesto que su pasantía se debía a la fotografía, nada más a eso. Su mejor amiga, tenía que lidiar día a día, con que su alma gemela la había dejado por otra persona y que, también, tenía que quedarse con el hijo de este, ya que le quitó el apellido. Tomó asiento, no había muchas personas en esa área, simplemente los que habían pasado las primeras pruebas que hicieron a través de los CV.
Levantó el rostro, después de unos largos minutos de estar esperando, y escuchó los pasos de alguien acercarse. Pasó saliva en seco al darse cuenta de quién se trataba.
Bahir Klein, lo había visto en fotos porque su mejor amiga tenía una amistad con él desde hace muchos años. Él se le quedó mirando durante un rato, antes de hacer pasar a la primera persona que iría a la entrevista.
«¿Será él mi destinado?»
Sacudió la cabeza, eso no podía ser cierto, un alfa con tanto dinero, prestigio y demasiado guapo, no podía llegar a ser su alma gemela.
Comenzó a mover la pierna con mucha impaciencia, tenía que salir de ahí lo antes posible, así que no tuvo otra opción que esperar a que terminara su entrevista, el alfa le dijera que aparte de estar mal vestida, no daba para el puesto y que nadie la iba a contratar. Con la mala experiencia que estaba viviendo con Max, era probable que ningún alfa o humano quisiera estar con alguien cómo ella.
Cuando Max le dijo que debían mantener distancia por un tiempo, fue la cosa más hermosa que pudo haber sentido en toda su vida, por el hecho de que ese jodido alfa al fin la dejó respirar y tener un poco de paz, sin embargo, sus mensajes y llamadas no eran buenas, tampoco el hecho de que la tenía vigilada.
— Señorita Rossi —la llamó Bahir desde la puerta de su oficina—. Es su turno, entre, por favor.
— Yo no quiero… —se levantó de un salto de su asiento—. Lamento mucho haber venido, pero debo irme.
— ¿Qué? —las cejas de Bahir se elevaron—. ¿Por qué no quieres hacer la entrevista? —miró hacia el pasillo—. Solo quedas tú y es extraño que no quieras hacerlo.
— Lo pensé mejor y…
— Vamos, entra —se hizo a un lado para que ella pudiera pasar—. Sé que eres amiga de Dahiana y los dos sabemos que si no haces esto, ella acabará con la vida de ambos.