La protegida del alfa

2. Intento de huida.

Se suponía que esa empresa no daría entrevistas, tampoco pasantías por el hecho de que era una pérdida de tiempo, sin embargo, en los últimos meses se han estado presentando algunos problemas y ellos no tuvieron de otra más que aceptar a esas pobres almas que buscaban una oportunidad en esa empresa. Él había revisado personalmente a las personas que estarían en el área de publicidad, ya que él, era el encargado de dar una buena imagen. 

No tuvo ningún prejuicio con esa chica en cuanto vio su fotografía, le pareció tierna.

Aun así, en cuanto entró por el pasillo su interior se sintió arder y aunque no tenía ese enlace directo con su lobo, supo que su destinada se encontraba entre todos esos entrevistados.

Y ahí estaba ella, una omega vestida con una falda demasiado larga, una sudadera y su cabello largo adornando aún más a su figura.

— No…

— No lo niegues —la detuvo—. Sentimos lo mismo, destinados hasta el final —se acercó más a ella, a tal punto, de que sus piernas se rozaban—. Quédate en la empresa, haz tu pasantía y deja que el tiempo hable entre nosotros.

— Usted no puede ser mi destinado —el dolor en su voz era latente—. Eso es mentira.

— No lo es, Jolanis, y no te estoy obligando a estar conmigo —frunció el ceño—. No soy un alfa que obliga a una persona a mantener una relación.

— Esto es algo nuevo y… ¿Cuántos años tienes?

— Treinta y cuatro…

— Me llevas más de diez años —Bahir quería reírse ante esas palabras—. Tengo que irme.

— No puedes irte —puso sus manos con rapidez en los brazos de la silla para que no escapara—. ¿De qué huyes?

— De nadie —Jolanis pasó saliva en seco—. Tengo que hacer algunas cosas y no puedo quedarme aquí por más que quiera. Lo siento.

— Jolanis —saboreó su nombre, despacio—. Quiero que sepas, que tienes el trabajo. En unas horas se hará un viaje a Atenas y tienes que ir con los otros pasantes —ella lo vio sorprendida—. Sí, te dije que tienes el trabajo, es todo tuyo, sin embargo, es posible que más personas estén presentes en el área de publicidad de la empresa. En cuanto firmes el contrato, no podrás irte hasta que termines todo en máximo dos meses.

— ¿Puedo saber por qué no puedo negarme?

— Si dejo que niegues esto, no podremos conocernos y también te digo que Dahiana será un grano en el trasero.

Sus ojos verdes tenían un mínimo de brillo, era cómo si el mundo estuviera en su contra, cómo si las personas la odiaran y estuvieran apagando su luz.

— Puedo hacerlo —dijo ella al fin—. De igual manera, necesito el dinero.

— Buena chica —acarició su mejilla, y ella se levantó de la silla, mandándola al piso—. Lo siento.

— No, la que lo siente soy yo —Jolanis se apresuró a levantar la silla—. Gracias, estaré lista a la hora del vuelo.

— De acuerdo —asintió, un poco confundido con su actitud—. Dahiana debe tener tu pasaje de avión. Será mejor que vayas con ella.

La vio salir torpemente de su oficina, y no le quedó de otra más que aspirar el olor que quedó. Lavanda, ella olía a eso. Una omega un poco extraña, pero era de su gusto culposo y no perdía nada por conocerla primero y ver si en algún momento los dos podrían tener algún tipo de relación.

Buscó los documentos que tenía en su caja fuerte, debía de dárselo a Alexander para que los firmara, era una locura lo que haría, sin embargo, haría que Dahiana y él se llevaran bien. Al no tener a más personas, fue hacia la oficina de su primo y mejor amigo, tapando bien el título de dichos documentos.

— Dime qué la dejaste trabajar aquí —Bahir le pasó los documentos, para que los firmara—. Mis días en esta empresa estarán más entretenidos ahora que Dahiana entrará a trabajar.

— Sí, le di el pasaje a ella y su amiga —Alexander firmó sin leer los documentos—. Vi que su amiga está en el área de fotografía.

— Sí, yo la entrevisté personalmente —se encogió de hombros—. Es bonito verlas juntas, además, supe que Dahiana no está pasando por un buen momento ahora mismo.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Pues que el sujeto con el que se iba a casar resultó ser un mal hombre —Bahir buscó en los bolsillos de su pantalón el celular—. Se casó con una mujer que tiene mucho dinero y le dejó al niño a Dahiana.

— ¿Y por qué no lo deja en una casa de acogida?

— No seas tan cruel, por el amor de Dios —pidió Bahir—. Ella ama a ese niño, lo quiere tanto que haría cualquier cosa para quedarse con él, solo que ahora está pasando por un mal momento. En verdad, con este trabajo que le diste, podrá mantenerlo y de paso veré más acción en esta empresa.

— ¿Y tú qué te traes con esa chica?

— ¿Uh? —se hizo el tonto—. No sé de qué me hablas.

— Bahir, te conozco desde que éramos unos niños, no me mientas…

— Tengo que irme a trabajar, nos vemos más tarde.

Cómo si fuera un niño pequeño, fue hacia su oficina, viendo la firma de su querido primo, la cual era completamente legal. Tenía que buscar un testigo y hacer que Dahiana firmara los documentos sin que los lea. 

Era por una buena causa.

Retomó la carpeta de Jolanis, no había muchas cosas ahí, solo los datos básicos que se le proporcionaba en la universidad y eso era todo. Lo que más le pareció extraño, es que ella no hablara de su familia en ninguno de los documentos que se encontraban ahí, eran cómo un cero a la izquierda. Quitó esos pensamientos erróneos de su cabeza, ya tendría más tiempo de hablar con ella o podría buscar información con otra persona si no podía hacerlo con ella.

Fue hacia su casa, preparó la maleta que usaría para el viaje y después de largas horas de esperar fue hacia el punto de encuentro. Ella se encontraba ahí, con la mirada asustada y utilizando otro tipo de ropa, pero sin dejar mucho que ver de su cuerpo.

— Jolanis —la llamó, y ella se levantó de su asiento—. Quiero que firmes algo por mí, por favor —pidió de manera calmada—. Es por una buena causa y después me agradeces.




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