La protegida del alfa

5. Mimos.

No supo cómo fue que pudo escapar de Bahir, pero lo hizo. Estaba en un espacio del hotel al cual muy pocas personas iban y que ella estaba ahí de infiltrada sin más. Tenía miedo, las cosas estaban pasando muy rápido y el hecho de que Bahir le dijera esas palabras, solo le daban mala espina. 

Recordó las veces en las cuales Max la trató mal, desde el momento cero de haberse conocido… levantó el rostro al escuchar la voz de Bahir desde alguna parte, le estaba preguntando a las personas si la había visto.

Fue mejor buscar a Dahiana, ella podría ayudarla con su problema y de paso, ocultarse de Bahir. Tenía que aclarar sus pensamientos.

— Daya —tocó la puerta de su habitación—. ¿Puedo pasar?

— ¿Qué quieres ahora, Jolanis? ¿Te cansaste de tener sexo con Bahir? —escuchó la voz de Dahiana, algo alejada—. Quiero estar sola…

— Es sobre algo importante que tengo que hablarte —Jolanis se notaba desesperada—. Abre la puerta y…

— Conque aquí te estás ocultando —dijo Bahir, apareciendo de repente—. Te he estado buscando por todos lados.

— No sé de qué me estás hablando, no me he ocultado y mucho menos ando huyendo de ti —Jolanis sonaba asustada, y en cuestión de segundos, la puerta de la habitación fue abierta—. Daya…

— ¿Sucede algo que tenga que saber…?

— Esto es entre tu amiga y yo…

— No estás en condiciones para decirme algo como eso, Bahir —farfulló Dahiana—. Que no se te olvide que por tu culpa estoy metida en un enorme lío que no tiene retorno —agarró a la omega del brazo—. Si me permites, tengo cosas que tratar con ella y tú me estás estorbando en estos momentos.

— Tenemos que hablar luego…

— Ya te dije que no puedo, deja de insistir y si es posible voy a cambiarme de empresa para hacer mi pasantía…

— Suerte con eso.

— ¿Se puede saber qué está pasando contigo y ese sujeto? —preguntó, dejándola pasar primero—. Cuando fui ayer te vi con él en la misma cama y ahora está detrás de ti…

— Es mi destinado —la interrumpió—. Nunca lo fue Max —se sentó en la cama—. Me siento mal ahora mismo. Él me dijo que solo sería una noche, que me haría olvidar y se sintió bien no ser tocada como en el pasado, pero con lo que te hizo ese sujeto me da miedo.

— ¿Miedo?

— Pues a mí me dijo que me iba a cuidar, proteger de cualquier persona y que sin importar que suceda, siempre iba a estar conmigo, ¿cómo alguien puede decir eso si no me conoce?

— Por qué es una persona que no tiene nada que hacer con su vida —dijo Dahiana, acostándose—. Mira lo que me hizo, y estás son las horas que mi querido esposo no ha dado señales de vida.

— Tú y él no son almas gemelas —dijo Jolanis, acostándose a su lado—. Se nota que se van a matar entre los dos más adelante.

— Es algo que tiene que pasar inevitablemente y tal vez sea conveniente que me quede viuda.

— Alexander no es un mal hombre —dijo Jolanis—. Al menos, fueron las palabras que me dijo su primo mientras estábamos juntos.

— Tus encuentros sexuales me tienen sin cuidado, te lo digo desde este momento —hizo una mueca de asco—. Te seré sincera. Te deseo lo mejor del mundo, eres joven, no sabes nada del amor y con el hombre que estuviste durante tanto tiempo no cuenta —le apuntó con el dedo—. Tu padre es quién tiene que morirse y agradece que al menos te ha dejado estudiar, porque yo personalmente iba a ir a darle unas patadas en el trasero.

— Por eso eres mi mejor amiga y te amo tanto —se acostó a su lado—. Owen debe estar triste por lo que les hizo su padre, ¿verdad?

— Sí, él cree que se murió —respondió con pesar—. No sé cómo decirle que su padre se casó con alguien más por dinero y que hasta el apellido le quitó a su hijo para que no hubiera registros.

— Entonces, ¿Owen únicamente tiene tu apellido?

— Sí, es por eso que tengo protegerlo de cualquier persona en este mundo, no me importa lo que tenga que hacer —chasqueó la lengua—. Sin embargo, tampoco considero que sea tan malo haberme casado con el primo del presidente.

— Hablas de una manera muy fea —la omega movió la cabeza en su dirección—. Espero que puedas solucionar todos tus problemas pronto, porque en verdad me das miedo.

— Lamento decirte que así es la ley de la vida, a veces se pierde y en otras se gana.

Se quedó con ella ese día y al día siguiente fue de igual manera. Bahir había ido a buscarla para conversar sobre lo que estaba pasando, sin embargo, no le quedaba de otra más que fingir estar dormida para no verlo. No despertó a su amiga cuando fue a su habitación, tenía que recoger su ropa antes de…

— Bahir —apretó el pomo de la puerta, al verlo sentado en su cama y con su maleta a un lado—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No tienes que estar en la recepción?

— Ya alguien más se está encargando de todo —se levantó de la cama, y fue hacia dónde ella se encontraba—. ¿Se puede saber las razones por las cuales me estás evitando? ¿Qué fue lo que hice mal?

— Todo has hecho mal —murmuró—. Te pedí que me dejaras sola, sin embargo, decidiste quedarte en mi habitación y hostigarme.

— ¿Lo que hicimos no significó nada para ti?

— Yo… —terminó por cerrar la puerta—. No lo entiendes, esto es nuevo para mí, las almas gemelas y el que alguien como tú desee estar conmigo sin ni siquiera conocerme.

— ¿No quieres intentar algo conmigo?

— ¿No consideras que vas muy rápido con todo esto? —levantó las manos—. Yo quiero una vida normal, y hasta ahora no la he tenido nunca. Es la primera vez que salgo del país por voluntad propia y…

— Tengo más condones…

— ¿No me estás escuchando? —cruzó los brazos en su pecho, mirándolo de arriba hacia abajo—. Me siento un poco acosada en estos momentos

— Es que en verdad me gustas y sé que también me vas a decir que vamos muy rápido —Bahir la tomó por los hombros—. Escucha lo que te diré, puedes preguntarle a quién gustes y nunca te faltaría al respeto. Lo admito, he estado con muchas mujeres y todas ellas han quedado en el pasado. Si tú no quieres estar conmigo no te obligaré, pero no voy a rendirme.




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