Bahir fracasó, no pudo contenerse por mucho tiempo, ya parecía ser un alfa hostigador de lo peor. Cuando regresaron a trabajar, en más de una ocasión fue en busca de Jolanis para hablar con ella y esta le pidió de favor que no la molestara en el trabajo, porque los empleados hablarían de que tenía privilegios. Estaba por cumplir treinta y cinco, cosa que no se veía bien en un hombre de su edad.
Salió como si nada, tenía que buscarla y hablar con ella otra vez, así que en su intento de no llamar mucho la atención, se la llevó a otro sitio.
— Bahir, es mi primer día de trabajo y tengo que tomar unas fotos —se soltó—. ¿Por qué sigues haciéndome esto?
— ¿Por qué no fuiste a tu casa en cuanto llegamos a tierra?
— Me quedé con Dahiana —frunció el ceño—. ¿Me mandaste a seguir? ¿Por qué?
— Porque quise hacerlo y también me dijiste que tu ex es un…
—¡Bahir! —gritó un enojado Alexander, y llamando la atención de todos los presentes—. ¡Ven aquí!
Con mucha pesadez, terminó soltando el brazo de la omega de inmediato, porque no quería hacer enojar a su primo y también porque las personas los estaban mirando. Le dio una última mirada a Jolanis, y fue detrás de Alexander.
— ¿Se puede saber qué sucede contigo hoy? ¿Por qué sigues detrás de esa chica?
— No sé de qué me hablas —dijo Bahir, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón—. ¿Por qué me dijiste que viniera hasta aquí? ¿Para molestarme?
— ¿Tienes idea de quién es la pareja de esa chica?
— Ella está soltera…
— Sabes mejor qué nadie, que cuando tienes una relación con alguien de la mafia, nunca estarás libre —le recordó, y Bahir apretó los puños—. No lo tomes a mal, pero esa chica quiere mantener un alto entre ambos, no la andes agobiando con tus cosas, por favor.
— Entiendo, no haré nada que le moleste —bufó el otro alfa—. Vi que tenías a Owen en brazos, ¿qué hacía aquí?
— Buscando a Dahiana —respondió dándose la vuelta—. Le dijiste a mi madre que estoy de novio con alguien, ¿por qué no decirle que me casaste con la hija de la señora de la cafetería?
— Porque ella irá con mi padre y quiero seguir viviendo —respondió Bahir, colocándose a su lado—. Esto se hizo por un bien común, ya solo tienes que dar el siguiente paso para que todos sepan que estás casado con una hermosa mujer.
— Tan hermosa que me quiere ver muerto —bufó enojado—. Eso que hiciste me molesta, en verdad me pregunto si somos familia.
— Lo somos, desde que tenemos tres años —ambos miraron el paisaje—. El ex de Dahiana anda de luna de miel, se desligó de su hijo y como sabrás, el dinero que gana no le da para mucho y aunque le pagues bien a su madre y a ella en la pasantía, no quiere decir que sus gastos vayan bien.
— Lo sé, es por eso que quiero terminar con este matrimonio, no podemos estar juntos, lo sabes.
— Bueno, tendrás que quedarte sin la empresa, porque en ese papel lo dice bien claro y cómo me gusta ver el mundo arder, espero que ella se quede viudo —el otro alfa se encogió de hombros—. Otra cosa, no te metas en mi vida, porque lo que haga con Jolanis es mi problema, no es cómo que no sepa lo que es la mafia, porque para eso está Kang y mi hermano menor. Ellos sí saben cómo ser un mafioso.
— Naim está bien alejado de este mundo de lo legal —farfulló Alexander—. Jolanis necesita su espacio, no seas un alfa hostigador, porque ella ya estuvo en una relación antes y no era la cosa más bonita de todas.
— Sé mejor que nadie en dónde me estoy metiendo, Alexander —ladeó la cabeza—. Es mi vida, y yo decido qué hacer con ella.
— Es tan tu vida, que al final terminaste casándome con una humana que me odia.
— Aprendan a llevarse bien.
Se marchó de la oficina, no volvió a molestarla durante el resto del día, más porque tenía otras cosas que hacer y una de ellas era visitar a sus padres después del trabajo. Tuvo que decirle al personal de seguridad de la empresa que pusiera una instalación en su oficina como la que tenía en su lugar de trabajo, solo para verla moverse de un lado a otro con su cámara en el cuello.
Ni cuenta se había dado de que en algún punto, Jolanis salió de su puesto y abrió la puerta de su oficina, asustándolo.
— ¿Debí tocar? —preguntó avergonzada—. Lo siento.
— No, no importa —de manera disimulada, puso otra cosa en su computadora—. ¿Necesitas algo?
— Sí —Jolanis puso un mechón de su cabello detrás de la oreja—. ¿Puedes ver cuál de estas modelos te gustan?
— Tú.
— Bahir, ni siquiera te he mostrado las fotos y en verdad estoy haciendo mi mejor esfuerzo en esta pasantía —dejó la carpeta sobre su escritorio—. Cuando las veas, me indicas cuál de todas te gusta más, por favor.
— Ya te dije que tú.
— Bien, le preguntaré a Alexander —farfulló, dándose la vuelta—. Tú me caes mal.
— Ya, ven aquí —extendió su mano hacia ella, para que la tomara—. Lo siento, en estos días tengo mucho trabajo y mi familia quiere hacer un viaje. ¿No quieres ir conmigo?
— No, quedamos que me darías mi espacio para pensar las cosas —Jolanis tomó su mano—, y sería muy extraño que fueras conmigo a un viaje con tu familia.
— Bien, no seguiré insistiéndote más, porque respeto tu decisión —levantó las manos, y luego hizo que se sentara en sus piernas—. Me gusta que huelas a lavanda.
— Ya sabes que regalarme entonces para mi cumpleaños —bromeó la omega—. Tengo que regresar al trabajo, elige a la persona que será la modelo, por favor. No puedo quedarme mucho tiempo aquí.
— Ella está bien —fingió buscar entre las modelos, y tomó cualquier foto y luego la abrazó—. Quédate un rato más conmigo, ¿no quieres comer algo?
— Bahir…
— Me gusta cómo suena mi nombre —susurró—. ¿Estás poniéndote el medicamento?
— Sí, gracias por comprarlo —la omega comenzó a acariciar el cabello del alfa—. Me sigues poniendo muy nerviosa, Bahir. No sé qué hacer cuando estoy contigo y sigo sintiendo miedo.