La protegida del alfa

7. Castigo.

Su autoestima volvió a bajar otra vez ese día y todo porque sus compañeros decían cosas a sus espaldas. Era como una especie de Dejà vù, en donde nadie más que ella podía ayudarla.

Supo que en cuanto fuera en busca de Bahir para pedirle ayuda con la selección de la modelo, todos comenzarían a decirle cosas malas de manera indirecta y a burlarse de su vestimenta desgastada.

Se metió en uno de los cubículos del baño, subiendo los pies y colocando sus rodillas a la altura de su pecho; dejando salir un lastimero sollozo. Todas las cosas malas por las que había luchado antes, estaban de regreso…

— Esa chica… —levantó el rostro, para escuchar a las personas que entraron al baño—. Se dice que es la mejor amiga de la asistente del jefe y que entró gracias a un acostón.

— ¿La has visto? —se burló la otra—. Usa ropa algo extraña, el señor Bahir debió de sentir pena. No puedo imaginar siquiera cómo saldrán mis fotos.

— Espero que salgan bien, porque la voy a pisotear tanto que no quedará nada de ella —la primera chica, hablaba con mucho asco—. Los dueños de la empresa son alfas de alto rango, tengo entendido que son milenarios o de sangre milenaria —hubo un silencio—. Es bastante extraño que ninguno de ellos esté casado.

— Nadie quita que deseen tener una relación oculta —resopló—. Deseo que los señores vayan a vernos aunque sea un poco en la empresa…

Las voces comenzaron a escucharse lejanas y terminó por salir de su escondite, tenían razón. Su vestimenta era horrible y ni hablar de que posible lo único que lograría era que Bahir se burlara de ella o se avergonzara si salían juntos. 

Un sollozo escapó, otra vez.

Ellas no eran las únicas que suponían esas cosas de ella desde el principio. Se lavó la cara, antes de salir del baño e ir por su cámara, ignorando a las mismas chicas que antes había fotografiado.

— Esas fotos deben quedar fenomenales —una de las omegas le agarró el brazo—. No sé por qué…

— No sé si eres nueva o si se te olvidó algo —se soltó bruscamente—. Si tienes este empleo es por mí —la omega abrió la boca para responderle—. ¿Pensaron que los señores Klein perderían el tiempo en elegir a las modelos? ¿Es la primera vez que están en esto? —levantó el mentón—. Les recuerdo, que para una campaña, los jefes de las empresas no eligen a las modelos, sino los fotógrafos y les sugiero que sus chismes de pasillo y de callejones de barrios los dejen en sus hogares, porque la próxima vez que vuelva a escuchar algo sobre mí y mi trabajo, me haré cargo de que nadie las contrate.

— Tú no…

— ¿Es que tu amiga y tú no dijeron hace unos minutos que tengo mi puesto gracias a que me acosté con el jefe?

Silencio. Esa fue la respuesta que necesitó para salir de ese jodido espacio e ir a su puesto de trabajo para seleccionar las fotos. Se dijo que serían dos meses en los que estaría ahí y que podía con eso.

Vio a Dahiana sentada, por lo que al verla de esa manera decidió tomarle una foto.

— ¿Qué tanto miras a la puerta del jefe? —preguntó Jolanis, bajando la cámara—. ¿Acontece algo?

— Hace como diez minutos dejé a mi hijo en la cafetería y él se mete en el elevador, entra a la oficina de Alexander y no han salido —Dahiana se encogió de hombros, ladeando la cabeza—. ¿Crees que termine por matarlo?

— Alexander no es una mala persona, te aseguro que pueden llevarse bien durante el tiempo que dura el matrimonio —la omega se sentó a su lado—. He escuchado rumores de que posiblemente vayan de viaje en las próximas fiestas del país.

— Owen iniciará la escuela pronto, tengo que comprarle tantas cosas que el dinero que gano no me alcanza para nada.

— ¿Es que te mandó Bahir para convencerme de que debo aceptar ese dichoso trato? ¿No te das cuenta de que cuando miro a ese hombre lo único que quiero es lánzalo por la ventana más cercana?

— Vamos, ¿al menos viste todo el dinero que vas a ganar? —ella se quedó en silencio—. Piénsalo bien, antes de decir que no quieres nada que ver con Alexander. No puedes quedarte imaginando que Jonathan regresará a buscarte, te dejó, quitó su apellido del registro y ahora eres la madre de Owen, te pese o te duela.

Negó con la cabeza, su mejor amiga tenía problemas serios si no aceptaba ese contrato, puesto que si no lo hacía, su hijo estaría en problemas y ella perdería todo por lo que había luchado. 

Al ser una de las pocas fotógrafas, fue hacia su oficina, dejando su cámara junto a la computadora y dejando salir un largo suspiro.

— Espero que ese suspiro sea para mí —dijo Bahir, entrando a la oficina y cerrando la puerta detrás de él—. ¿Sucedió algo de lo que deba saber?

— Sí —cerró los ojos, relajando el cuerpo—. Estás siendo un alfa un poco acosador en estos momentos y me da algo de miedo —sonrió un poco—. ¿Razón por la que estás aquí?

— Te vi desgastada y triste —Bahir ladeó un poco la cabeza hacia ella—. ¿Qué pasó?

— Nada del otro mundo —chasqueó la lengua—. Problemas de los cuales no podré salir por mí misma hasta que los resuelva todos. Además, quedamos que me darías unos días para…

— Lo siento, es que no puedo esperarme unos días sin ti —el alfa chasqueó la lengua—. En verdad me gustas. No obstante, tengo que respetar lo que me has pedido y te daré tu espacio, porque también Dahiana me lo ha pedido.

— Sí, todos le temen a Dahiana.

— Dahiana es buena amiga —Bahir se apoyó cerca de ella en el escritorio—. Está preocupada por ti y no quiere que estés cerca de ese sujeto que lo único que hizo fue hacerte daño.

— No tienes idea de todo el daño que pasé estando a su lado y el ver que para mi familia no signifiqué nada más que unos cuantos euros —rio carente de humor—. Ni trabajando de por vida, podré salir sola adelante sin deberle nada a Max.

 — ¿Nunca salías?

— No, las veces que pude salir fueron cuando estuve en la universidad, que me permitió trabajar para pagarme ese apartamento en el que vivo —abrió los ojos—. Vivir durante más de cinco años con un mafioso que solo sabe humillar a las personas, no es algo bonito y más cuando te quitan algo que la vida quería regalarte.




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