La prueba

20: Estrategia

...

Chad

Día 3.

El sonido de golpes resonando por todo el lugar nos puso en pie; Mery me miró con los ojos muy abiertos.

—¿Qué es eso? —inquirió, cuando los golpes hacían vibrar el suelo.

Nos levantamos de golpe, cuando los movimientos en el suelo se hicieron densos.

—Un sismo —pronuncié.

Y ella, me tomó de la mano con fuerza, apretándola al punto de doler, y sin decir nada, comenzó a jalarme. El movimiento de la tierra se hizo agresivo, y fue cuando comenzamos a correr, rápidamente entre los bultos de rocas que se levantaban por todos lados.

Tropezamos, rodando cuesta abajo, mientras el suelo seguía moviéndose y abriéndose mientras los bulos de rocas nos golpeaban.

Y cuando terminamos de caer, un par de compañero cayeron justo con nosotros, chocando cuerpo con cuerpo cuando la réplica se terminó, y me aferré a mi arma; buscando a Mery con la mirada, pero en ese momento, uno de los secundarios se me lanzó encima, tirándome por completo al terreno.

Forcejeamos en el suelo, hasta que con un golpe pude darle la vuelta, poniéndome de pie rápidamente, yendo hasta donde Mery estaba, ya también en guardia con su cuchillo.

Los compañeros nos miraron, asechándonos, tratando de intimidarnos. Y comprendí, que sí, querían matarnos.

Y en un segundo, ambos ya estaban al ataque; tomé el hacha con ambas manos, la levanté y con un movimiento rápido, tiré con fuerza sobre la cabeza del compañero, que cayó tendido en el suelo de un solo azotón.

Y la chica, gimió, tragándose un doloroso chirrido de llanto que su garganta transformó en un gruñido.

No parpadeé, la chica se me tiró encima a mí, y Mery la tomó con fuerza del cabello, lanzándola lo mejor que pudo lejos de mí.

Ella sacó su arma, y cuando la lanzó, Mery clavó el cuchillo en su pecho, y corrí para quitar mi hacha de la cabeza del chico, así, rematándola para que no se levantase.

Pude escuchar la respiración de Mery acelerada cuando asimiló lo que acaba de ocurrir, y yo también reaccioné, pero tomando las cosas para seguir.

Entrelacé sus dedos, jalándola, para que dejase de mirar la sangre y los ojos apagados de los compañeros.

Me sentí mal, minutos después, pero si era la última salida, la tomaría.

Mery se tumbó, entre las hojas secas y la tierra húmeda, anonadada.

—Mery —hablé, poniéndome de cuclillas frente a ella—, mírame —pedí.

Levantó su mirada, temblando, con los ojos perdidos.

—Nos atacaron, entiendes —traté de hacerla entrar un poco en razón—, solo nos defendimos.

Asintió, muy lentamente, cerrando los ojos y dando una gran respiración muy profunda.

No quedaba de otra, teníamos que continuar, tratando de pensar en una estrategia que no incluya mucha sangre. Yo, quizá, podría vivir con ello, pero lo que me preocupaba era Mery.

Mi estómago rugió cuando llevábamos mucho tiempo andando, sin encontrar un animal. Y me puse alerta, buscando animales, aves, algo que comer.

Nadie nos dio un curso de cacería, o de herbolaria. Y, a decir verdad, desconfiaba de todo lo que estaba en el terreno.

—Deberíamos descansar un poco —repuso Mery, aunque dude de su cansancio, quizá estaba un poco deprimida y necesitaba repasar las cosas tranquilamente.

—No podemos quedarnos, debemos buscar comida, e intentar sobrevivir —La alenté, inútilmente porque de todas formas se tumbó cera de un árbol, sin mirarme.

No me quedo de otra, tuve que seguirla; mirándola.

—No sé si podré vivir con esto —murmuró, cabizbaja, temblando para tragar las lágrimas que ya amenazaban sus ojos verdes.

La tomé con ambos brazos, apretándola un poco, tratando de transmitir tranquilidad o algo positivo en una situación tan negativa.

En este momento no podía hacer promesas de ningún tipo, menos con el trato que había hecho con la presidenta, y supuestamente me aseguraba que Mery, saldría sana y salva de este sitio.

—Debemos planear una estrategia —comentó, limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano—, escondernos y no salir hasta que solo quedemos diez.

Acaricié su mejilla, mirándola con ingenuidad.

—No debe ser tan sencillo, Mery, habrá más obstáculos, algunos morirán por otras causas —expliqué, según lo que la presidenta me había dicho—, insectos, animales, sucesos como las réplicas de hace un rato.

Asintió, lamiendo sus labios, y poniéndose de pie, al mismo tiempo que se arrancó de mis brazos.

—Quisiera saber cómo sabes todo eso...—habló, y aunque ya tenía entendido que sospechaba o sabía algo, no se lo diría de todas formas.

—Te prometí sacarte con vida, y eso haré —apunté, con seriedad, poniéndome a su altura, para poder besar su frente.

No dijo nada, tomó su cuchillo y siguió caminando, dándome la espalda.

....

MERY

Algo se había clavado en mi pecho sin intención de quitarse; algo que lastimaba. Cerraba los ojos y me veía a mí misma clavando el cuchillo en el pecho de la chica, sentía la dureza de su piel traspasar, la sangre salir en chorro, y el dolor que detonó su mirada.

Me quedé estática mucho tiempo, caminando sin darme cuenta de que pasaba alrededor, cómo alguien podría vivir con esa culpa dentro de su pecho.

Un grito agudo nos hizo secar el paso. Chad pasó al frente de inmediato, mirando a todos lados con rapidez.

Un grito más apagado volvió a resonar, y caminamos con marcha loca, tratando de localizarlo.

Chad puso la mano a un lado, y dejé de trotar, y por encima de los arbustos vimos a un grupo, asesinando a un secundario, mientras reían.

Pude identificar a Lynn y su compañero entre el grupo de diez.

Aliados, pensé.

Chad me hizo retroceder moviendo su mano hacia atrás.

—No debemos enfrentarlos, están mejores cargados y molestos —susurró, poniéndonos seguros detrás de un árbol frondoso.




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