La prueba

22: Trato

...

CHAD

Día 5.

Una ráfaga de viento comenzó a movernos mientras seguíamos buscando agua. Había amanecido y nadie tenía ni un minuto de sueño.

Sentía que tenía piedras en lugar de zapatos, mis ojos fallaban y parpadeaban por la eminente falta de sueño. El calor, la falta de agua y de comida, nos iba a matar más rápido que otro secundario.

La sangre estaba seca y dura contra nuestros cuerpos, el olor era desagradable y sentía que pronto tendría arcadas.

Mery chistó.

—¿Qué ocurre? —susurré, mirándola.

Levantó el dedo, señalando entre las ramas, que se movían. Todos nos detuvimos a su lado, visualizando al animal que estaba arrastrándose entre la maleza.

—Debemos ser muy rápidos —hablé, pasando saliva para soportar la respiración y comenzar a caminar hacia él.

Tomé el cuchillo que Mery me dio, lo apreté con fuerza entre mis dedos, y di el paso, apenas haciendo audible mi pie contra el suelo. Di otro, acercándome de a poco al animal que todavía no se percataba de nuestras presencias.

Cerré los ojos, atraje más el aire y me lancé, tomándolo por las patas. Un pequeño cerdo, que chillaba por la fuerza que sostenía sus patas. Era fuerte, todos salieron y me ayudaron a sostenerlo, mientras clavaba el cuchillo muy profundo en su garganta.

Solté el aire, y un hueco se plantó en mi interior cuando lo vi apagar sus ojos frente a todos.

La compañera de Devon comenzó a quitarle la carne y partirla en pequeños trozos para poder masticarla.

—No podemos hacer un fogón —avisó Devon—, todos se percatarán que estamos aquí, gracias al humo.

Volteé los ojos, acercándome a la carne caliente. Traté de no tomarle el sabor, simplemente tragué, y tragué hasta que sentí el estómago lleno y estuve satisfecho.

—Come más —Le dije a Mery, cuando vi que simplemente comió un par de trozos.

Hizo una mueca, sentándose a mi lado.

—Lo que menos me preocupa es comer —mencionó, mirándome—, quiero saber qué tipo de trato hiciste con la presidenta.

La miré, un momento solamente, volteando a otro lado, viendo el pequeño cerdo despedazado en el suelo.

—No se supone que debo divulgarlo —aclaré, sin mirarla.

—Dime que, si salimos de aquí, estaremos juntos.

No dije nada, ni siquiera podría mirarla a la cara, y mentirle de frente, no me atrevía en lo absoluto.

Un estruendo libidinoso nos sacó de los cabales. Todos nos pusimos de pie, cuando el sonido se acercó. El estruendo parecía un oso hambriento, pero pronto se hizo más extraño, y cuando el crujir de los árboles se hizo presente, pude ver una ola gigante abriéndose paso entre la maleza.

—Carajo —farfullé, tomando a Mery para comenzar a correr.

—¡Es más rápida! —gritó Devon, provocando que todos nos detuviésemos y buscáramos ramas fijas para sostenernos.

Escalamos un árbol, no mucho, y nos aferramos lo mejor posible a las ramas sueltas. Apreté con fuerza el agarre de Mery cuando el sonido del agua se hizo prominente, y aspiré profundo cuando nos cubrió.

La fuerza era bastante, muy fuerte, ni siquiera duramos mucho cuando las ramas crujieron, dejándonos caer entre la ola. El sonido del agua en mis orejas iba y venía, el movimiento era violento, y había tragado agua.

Mi agarre se rompió, y perdí de vista a Mery, el agua jugó con nosotros y el aire me hacía falta. Intenté nadar, pero no pude, era muy fuerte.

Entonces solo con un árbol, mi cuerpo se estancó, pude salir y respirar aire, buscando de inmediato a Mery, pero el agua no descendía rápidamente.

Pronto sentí mis pies tocar el suelo, y en cuanto eso ocurrió comencé a moverme sobre el agua, mirando entre todo lo que el agua había arrastrado.

—Mery —hablé, entre tos y la falta de aire en mi sistema.

El agua terminó, como si la tierra la pudiese absorber con facilidad, y mis pasos se hicieron veloces.

Pero caí al suelo cuando alguien me tomó por la espalda, tirando con fuerza de mi cuerpo para caerme. Me incorporé de prisa, viendo de frente al chico que me estaba asechando con su cuchillo.

—Si te mueves, mueres —habló, con furia.

Levanté las manos, tratando de que se distraiga un poco y contraatacar.

—¡Chad! —escuché la voz de Mery, y el chico miró a un lado.

Corrí, y lo derribé, cayendo con fuerza contra su cuerpo. Luchamos, ambos tratando de ponernos el cuchillo en la garganta. Apreté los labios, sintiendo cuando sus huesos de los dedos tronaron, y un grito agudo salió de sus labios, y así, pude tomar su cuchillo y tirar con fuerza de él, clavándolo de una en medio de su cuello.

Lo vi dar convulsiones por la sangre que emanaba y su falta de aire.

Me arrastré hacia atrás, tratando de disuadir las imágenes de mi cabeza y seguir la voz de Mery que sonaba como eco en mi sistema.

—Mer... —Se me cortó la voz mientras corría entre tropezones.

Chocamos de frente, cayendo al suelo del impacto del golpe, ella fue la primera en pararse y ayudarme.

—Vamos —murmuró, arrastrándome—, Devon está herido.

Me sostuvo del brazo, casi arrastrándome en medio del lodo y la maleza rota.

Devon estaba derribado en el suelo, y su compañera trataba de sacar en cuchillo que tenía entre las costillas.

—No —hablé—, no le saques eso, detiene la hemorragia.

La chica soltó de golpe el mango del arma y se tumbó a su lado, respirando irregular.

—D-debemos irnos —medio habló Devon, inflando las mejillas por el dolor—, el agua arrastró a muchos secundarios.

Esta vez le tomé la palabra, y lo tomé para levantarlo, y jalarlo.

—Debemos buscar la forma de curarlo —Habló Mery, mirando en todos lados—, y pronto.

—Creo que sí necesitaremos fuego después de todo —mencioné.

...

MERY

Todo estaba mojado, cómo prenderíamos fuego si no había nada que nos ayudase a eso.




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