La prueba

25: Culpable

...

MERY

Día 8.

No me pude mover demasiado sin dar un paso en falso; las rocas temblaron y se abrieron sin darnos tiempo de saltar a otro lado; Yami a mi lado, tomó mi mano cuando nuestra roca se separó de los demás.

—¡Sobre el suelo! —Escuché a Chad gritar, y eso hicimos.

Nos recostamos sobre la roca, sintiendo los movimientos que hacia cuando esta se comenzaba a levantar. Apreté el agarre de Yami, mirándola cerrar los ojos cuando nos elevamos demasiado.

—Tengo miedo —alcancé a oírla.

Se detuvo de golpe, alzándonos un metro del suelo y dejándonos caer de golpe. No podíamos ver más allá de nosotras, no sabía que ocurría con los demás y estar arriba me estaba causando terror.

Las rocas comenzaron a bajar con rapidez, y sentí que tiraría la bilis. Yami me apretó y yo a ella; pero cuando se detuvo de nuevo, la roca se partió en dos, el cuerpo de Yami comenzó a deslizarse y mi fuerza se desplomó. Apreté los dientes con fuerza, una mano con la roca para no caer y con la otra a ella, para no tirarla.

Sentía que me desmoronaría ahí mismo.

—¡Mery! —gritó, mirando levemente hacia abajo, en donde las rocas seguían abriéndose—, ¡no me sueltes!

Me mordí el labio, la fuerza en mis brazos era mucha, las rocas temblaban y me descontrolaban. Tiré un grito por el impulso que estaba haciendo. Me estaba partiendo.

—¡Intenta subir! —gruñí, apretando mis dedos a los suyos—. ¡Yami!

Sentí el sudor resbalar las manos, sus dedos comenzaron a deslizarse, caeríamos las dos. La miré directamente a los ojos, con lágrimas, ambas.

Ya no podía.

—Suéltame —habló con más delicadeza, tirando las lágrimas—, suéltame o caeremos las dos.

Negué varias veces. Cualquiera preferiría caer con su compañero, en vez de vivir sin él.

—¡No lo haré! —palidecí, el brazo sentía romperse y mi corazón estaba teniendo una palpitación sorprendente.

Sentí el cuerpo de Yami fundirse, ella soltó mi agarré. La miré en pánico. Enterrando mis uñas sobre su delicada piel, no me rendiría con facilidad.

—¡Dile a Ricky que lo esperaré del otro lado! —Gruñó, llorando. Su agarre se me resbaló y gemí, todavía aleteando para volver a tomarla, pero me fue imposible atraparla cuando se desplomó.

La vi caer al interior de las rocas, perdiéndose en la oscuridad cuando las rocas comenzaron a cerrarse de nuevo. Me levanté, mirando el cielo falso mientras las lágrimas inundaban mis mejillas. Me tomé la mano, sobando el dolor inmenso. No podía cerrar los ojos, la veía caer.

Negué varias veces, gimiendo y refunfuñando, pataleando de la maldita tensión en mi pecho. La presión en mi pecho me sofocó, la culpa se instaló.

Pude soportar un poco más.

Las rocas se dejaron de mover de golpe y sentí que todos estábamos en tierra firme, de nuevo. Ni siquiera quería levantarme, no tenía la fuerza.

—Mery ... —El leve susurro de Chad me conectó de nuevo al mundo, sus manos a mi alrededor, levantándome del suelo mientras yo seguía balbuceando.

—¿Y Yami? —Rick me miró, su semblante se aflojó, sus ojos se cristalizaron, mirando detrás, al sector y en todos lados.

Negué, abrazándome a mí misma.

—L-l siento —tartamudeé—, no pude salvarla.

Me sostuvo la mirada, sin poder creer lo que acababa de decirle, meneando la cabeza mientras sus labios temblaban con lágrimas cayendo entre sus mejillas.

—No, no —comenzó, derrumbándose en el suelo—, ¡no! —gritó tan fuerte que me sobresalté.

Chad lo abrazó cuando este cayó de rodillas, temblando ante el dolor que ahora estaba sintiendo. La culpa me perforó, y quería desaparecer en ese momento. Y volví a sollozar, sobando mi brazo, cuando Devon me enredó en sus brazos.

—No fue tu culpa —susurró cerca de mi oído.

—Pude aguantar un poco más, pude... —Me negaba a sentirme a salvo, no había pasado ni un minuto cuando cayó y todo terminó, podía aguantar un minuto más, lo podía.

Chad se puso de pie, mirándome con tristeza, tratando de acercarse a mí. Pero me retiré, me retiré de todos.

—No —afirmé—, no me intenten hacer sentir mejor después de esto, no.

Moví el dedo en negación, zarandeándome hacia atrás hasta estamparme en un árbol. Chad continuó, y puse mis manos planas sobre su pecho.

—¡Déjame sola! —grité con fuerza—, ¡deja de querer tratarme como una niña!

Me di la vuelta, caminando lejos, tan lejos como mis piernas me permitieron, hasta que tropecé con una rama y caí sin poder poner nada, golpeándome con fuerza la cara.

Las extremidades de Chad me envolvieron de inmediato, levantándome y tratando de arrullarme entre sus brazos.

—Vamos Mery —susurró, con la voz más dulce que le había escuchado jamás—, no te vayas, no te dejes ir.

Me apreté a su pecho, sintiendo su calor, inundándome de él.

—No fue tu culpa —aclaró, cerca de mi piel, dándome un beso fuerte sobre mi sien—, tú no tienes la culpa de vivir en este infierno.

El cansancio, el dolor y la pena me llevó en ese momento, dormí en los brazos de Chad, y ni siquiera supe cuánto tiempo...

...

CHAD

Mery seguía gimoteando mientras dormía, su alma estaba tan llena de pureza que no soportaría ni una más. Sentí que mi corazón se derrumbaría ahí mismo junto al suyo, sintiendo su cuerpo frágil, y dolorido.

Quería pasar todo su sentir a mi cuerpo.

A mi alrededor todos se sentaron, en silencio, solo el llanto de Rick era audible, y me sentía falta, si yo perdiera a Mery, me perdería a mí mismo, y no quisiera salir, nunca.

El sonido de una risa sarcástica nos sacó de nuestro mundo, todos se pusieron de pie de golpe cuando el grupo de Parker nos miró directamente, todos, llenos de saña.

—¡No, no, no! —Hizo un sonido con la lengua, chasqueándola mientras jugaba con el filo de su cuchillo—, ustedes son muy débiles —aseguró justo después de señalarnos con el filo.




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