La prueba

26: Secuestro

...

CHAD

Día 9.

Las risas regresaron a mis oídos, escuché a los otros alrededor. Y sentí mi cuerpo atado.

Malditos cobardes, pensé. Tratando de tirar de las cuerdas alrededor de mis muñecas.

—¡El número seis! —agravió Parker—, ¿qué te haré primero?

Me tomó por los rizos para levantar mi cabeza, y escupirme en la cara. Me tiró y se mofó, sentí tanta ira en ese momento que comencé a moverme sin control, tratando de soltarme.

Nunca en mi vida me había sentido tan malditamente indispuesto.

El miedo se inundó, quizá era todo. Resistirse sería peor, y no quería verme como un maldito cobarde; no moriría atado como animal. Lucharía hasta que mi corazón se detenga; hice una promesa y la cumpliría.

Los aliados de Lynn se dieron un festín, armaron un fuego y colgaron un animal para calentarlo.

Nos colocaron a todos sentados, recargados en un árbol para poder observarlos. Giré la cabeza, mirando a Mery a mi lado.

—Encontraré la manera de salir de esta —Le susurré cerca.

Mery me miró fijamente a los ojos sin decir nada, solo escaneándome; después giró la vista para ver a Lynn que reía con su compañero.

—Pégale en el ego, es un tonto —Me habló despacio—, rétalo, te soltará solo por eso.

Observé a Parker, viendo sus movimientos, creyéndose engreído tomando los cuchillos y haciendo cortes sobre el animal como si fuese ninja; todos en su grupo reían.

—No nos mataran hoy —repuso Devon de mi otro lado—, solo se divertirán, y mañana, siendo el ultimo día, nos asesinaran.

Miré al grupo, eran exactamente diez personas, solo habían perdido tres desde la primera vez que los vi. Ellos ya se sentían victoriosos; y no sabía si afuera había más secundarios o ya habían asesinado a todos.

El sonido chirriante de las bocinas retumbó por todo el lugar, alguien del otro lado se aclaró la garganta:

—¡Recuerden secundarios! —La voz de la presidenta ya me tenía harto—, mañana es el último día de la prueba y solo debe haber diez finalistas. Ahora solo quedan dieciocho.

Todos hicieron bulla, aquí solo éramos quince, eso significaba que afuera restaban tres, y no tenía ni un poco de idea de cómo le harían para cazarlos en un día.

—No te preocupes por ello ahora, enfoquémonos en estos —escuché a Lynn murmurarle a su fornido y loco compañero.

Giré los ojos, suspirando sin ganas.

—¡¿Por qué no nos matas y ya?! —incité, levantando la voz. Parker giró el rostro, mirándome con desdén.

Mery me movió un poco en reproche.

—¿El número seis tiene tantas ganas de morir hoy? —examinó, acercándose para tomarme de la ropa, arrastrándome por el terreno, tirándome junto a la fogata.

Sentí el calor muy cerca, calentando mi traje en instantes.

—¿Y si modificamos ese lindo rostro? —murmuró Lynn, tomándome del cabello para colocar mi rostro cerca de la llama.

—¡Déjenlo! —escuché la voz de Mery, justo cuando mi rostro comenzó a arder un poco.

Lynn se detuvo de golpe, tirándome en la posición anterior.

—Te dolerá más si le hago daño a ella ¿cierto? —susurró cerca de mi rostro, me moví, levantándome un poco, tirando un cabezazo justo sobre su nariz.

Lynn cayó de sentón, tocando su nariz. Parker se molestó por la acción, me dio la vuelta, tirando un puño seco cerca de mi labio. Apreté la mandíbula para bloquear el dolor intenso.

—¿Te gustaría que hago lo mismo con ella? —preguntó, levantándose para ir por Mery.

Me moví de prisa por el suelo, como si fuera una serpiente. Y antes de que este la tomase, mordí su tobillo.

Chilló, dando una patada sobre mi cabeza.

Caí, anonadado, escuchando un zumbido en mis orejas, tratando de regresar de inmediato.

Mery cayó a mi lado, mirando hacia arriba; después de que Parker le propinara un par de golpes. Mis sentidos regresaron, mi ira se incrementó; estaba listo para matarlo.

—Ni siquiera es divertido si están amarrados —Escuché decir a uno de los que venía por ellos.

Entonces aproveché el comentario.

—¿Acaso no puedes vencer al fabuloso seis? —inquirí, ganando las miradas de todos—, ¿debo estar amarrado para que puedas eliminarme?

El rostro de Parker se contrajo de ira, vi sus facciones dañarse mientras todo su cuerpo se tensaba, estaba molesto. Sus compañeros hicieron un ruido de burla, y eso, lo molestó todavía más.

—No caigas en sus provocaciones —Le dijo Lynn, tomándolo del rostro con ambas manos.

—¿Tu novia teme que te venza? —La pregunta fue la gota que rebasó el vaso.

Parker tomó el cuchillo de su cinturón y comenzó a romper las cuerdas que me ataban, liberándome como el idiota que era.

Me estiré, poniéndome de pie, solo para mover a Mery de lugar.

—Ahora desataré a mis amigos, solo para estar parejos —Guiñé el ojo.

Lynn miró con reprendo a Parker, mientras todos lo hacían. Pero él estaba tan lleno de ira, que no le importó verme quitarle las cuerdas a cada uno de los míos.

Cuando me puse de pie otra vez, observando que todos lo estaban, Parker frente a mí lanzó un cuchillo a mis pies, torciéndose el cuello mientras sacaba la lengua con euforia.

—¡Tómalo, tómalo! —señaló varias veces—, veras que el número seis, no es tan grandioso.

Recogí el cuchillo casi sin respirar, levantando el rostro de inmediato, porque Parker se lanzó a mí, tirándome sobre el fango. Todos se acercaron, sin meterse.

Movió su cuchillo, tratando de cortarme, pero pude mover la cabeza. Tomé su peso e hice la fuerza necesaria para poder tirarlo del otro lado. Todos se movieron de nuevo, viéndonos dar vueltas por el fango.

El cuchillo comenzaba a molestarme, me detuvo un momento y cuanto este se dispuso a correr de nuevo a mí, lo recibí con un derechazo bien colocado, tirándolo al suelo.

Lynn corrió para ayudarlo, pero él se levantó más molesto, moviendo el brazo para empujarla, tirando el cuchillo, yéndose a puños conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.