La puerta del misterio #1

Prólogo

CHRISTIAN WILSON

Entré a mi nuevo apartamento, picaron la puerta.

-¿Quién es? -grité.

-Soy Nathan - respondieron.

Que raro, ¿qué hacia él aquí? No le había dicho a nadie que me iba a mudar. ¿Cómo sabía que esta sería mi nueva casa? Tenía muchas preguntas, así que decidí ir a hablar con él. Abrí la puerta y en efecto ahí estaba él. Vestía de ropa muy formal, esto es todo muy raro. Él nunca se vestía tan formal.

-Hola Nathan, ¿qué haces aquí? -pregunté curioso.

-Christian, ¡qué sorpresa! No sabía que te ibas a mudar. Me hubieras dicho, te ayudaba con gusto. -respondió.

-¿Por qué vas en traje? - me atreví a decir.

-Tengo unos asuntos importantes que resolver, pero me enteré que se había mudado alguien nuevo y quise pasar a saludar, no esperaba que fueras tú. Yo vivo en el apartamento de al lado. Somos vecinos. Bueno me voy, que pases buen día, Christian. -dijo y se marchó.

Me quedé en shock, que tan importantes tenían que ser los asuntos como para que vistiera de traje, normalmente aunque le pagarán no aceptaría.

<<Bueno, vete a organizar las cosas de la mudanza antes de que te arrepientas por no aprovechar el tiempo.>>

Estuve toda la tarde ordenando las cosas que traje del anterior apartamento. Llegó la noche, me fui al baño a darme una ducha para después hacerme la cena de una vez. Tenía demasiada hambre. Cuando entré en la cocina toda la nevera estaba vacía.

Claro, estuve toda la tarde ordenando que se me olvidó ir a comprar. Pediré comida a domicilio.

Cuando llegó mi comida, resulta que el repartidor, era Nathan. ¿Cómo podía ser posible? No tenía ni idea. Le pregunté el porque estaba entregando comida a domicilio, me dijo que le habían pedido hacerlo solo por hoy y le darían un buen sueldo a cambio.

A la mañana siguiente, volvieron a picar a la puerta. Abrí y era mi hermana, Carolina, que necesitaba quedarse en mi apartamento unos días mientras les preparaban todo para trabajar medio turno y el resto del tiempo dedicarlo a sus estudios en la Universidad. Ya que pudo entrar a la universidad que ella quería, tenía que esforzarse mucho más.

Por la tarde Nathan vino a casa para jugar un rato y hablar, pero lo notaba muy distraído. Al cabo de unos días me confesó que le gustaba mi hermana y yo le dije que si tenía idea de lo que me estaba diciendo porque se llevaban muchos años. En total siete. Carolina tenía 17 y Nathan 24. Me parecía raro que todos estos días estuviera viniendo tanto a mi casa y yo ya sospechaba el porque.

-¿Nathan, los Stanline siempre sois así? -pregunté rompiendo el silencio que se había formado.

-¿Así cómo? ¿Buscando a gente mucho más menor que si mismo? Pues no, mi familia no es así. Mejor me voy a casa, tengo cosas que hacer. -Respondió él de una manera que parecía que le había ofendido mi pregunta, seguidamente cogió sus cosas y se fue, dejándome en la habitación rectificando todo lo que había pasado. 

-¿Qué? -le dije Carolina que permanecía en el marco de la puerta de mi habitación. 

-¿Me puedes ayudar con mis deberes? -preguntó.

¿Sigues buscando la ayuda de la gente para hacer tus deberes? Pues vale. -respondí sarcásticamente.

Me levanté y apagué la televisión y fui con Carolina para ayudarla. Eran simples ejercicios matemáticos a los cuales ella solo necesitaba una pequeña ayuda para resolverlos.

-Carolina, quédate aquí sentada estudiando, ¿vale? Voy a comprar unas cosas para cenar. La nevera está vacía y no quiero volver a pedir comida a domicilio, además de que te vas a quedar aquí conmigo unas semanas. ¿Quieres que te compre algo? -le dije a Carol mientas me levantaba de la mesa y cogía mis cosas.

-¿Me compras unos cereales y unas galletas? Te mando ahora las fotos de lo que quiero. -Me respondió entusiasmada.

-Claro, siempre y cuando no sea caro. - Aclaré y me fui.




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