CHRISTIAN WILSON
Llegué al supermercado y compre de todo, incluso las cosas que me pidió Carol, pagué y volví a casa.
Cuando llegué no vi a Carol, pero sus cosas estaban en la mesa.
-¡Carolina! -grité. Nadie respondió.
-¡Carolina Wilson dónde estas! -volvi a gritar.
En casa había un silencio inmenso, pensé lo peor. No podían haberla secuestrado, ¿o si? Empezé a buscarla por toda la casa, no la veía por ningún lado. Al cabo de un rato, recibí una llamada de un numero oculto, respondí.
-¿Hola? -hablé en la llamada.
-Tengo a Carolina. Si la quieres de vuelta sana y salva dame el permiso que yo busco o sino ella pagará tu negación. -dijeron.
Nathan. Tenía que ser él, no le entregué a mi hermana porque es menor de edad y además se llevaban muchos años. Pero no podía dejar que mi hermana estuviera en problemas solo por ese no.
-Esta bien, te doy ese permiso pero no le hagas nada a Carol. Devuélvemela estoy fuera de tu casa. -dije caminando a la puerta de la casa de Nathan.
-Ups, vas tarde, pensaste demasiado tiempo, ya no quiero tu permiso. -dijo y escuché un grito que provenía de Carolina, la reconocí porque siempre gritaba de una manera peculiar.
-¡Nathan deja a mi hermana en paz, ella no tiene nada que ver con esto! Abre la puerta. ¡Si no la abres la voy a romper! -grité.
-Atrevete a romperla y tu hermana va a acabar peor. -me advirtió Nathan.
No me importaban nada sus amenazas, siempre lo decía y nunca hacia nada. Pateé la puerta varias veces hasta que la tiré. Entré gritando.
-¡Carolina! ¿Donde estas? ¡Carolina! -empecé a gritar histérico.
Vi a Nathan salir de un cuarto, en cuanto salió me acerqué a él y le cogí de la camisa que llevaba.
-Deja a mi hermana, imbécil. ¡Es menor de edad! ¡Y además os llevais siete años! Si no la sueltas voy a llamar a la policía y vas a ir a prisión. -le advertí.
-No me dan miedo tus amenazas y para el amor no hay edad, te la devuelvo si me la traes tres veces por semana. -me propuso.
-¡Ni de coña! ¿Te estás haciendo el tonto o como va tu cerebro? -le dije.
-No me hago el tonto, Chris, esto es así de fácil, tráemela los días que te diga y ya, te dejaré en paz. Si no, tu también pagarás junto a tu hermanita y a tus padres no creo que les guste escuchar que tú hermana salió herida por tu culpa.
-Te ofrezco dinero, pero a mi hermana no te la voy a traer.
-No quiero dinero, Chris, ¿es que no entiendes?
Yo en este punto ya estaba harto de su egoísmo y sus manipulaciones. Así que cogí fuerzas y le di un puñetazo en la cara. Él cayó al suelo por el impacto, aproveché esa oportunidad en la que él no reaccionaba y le di otros 3 más. Terminó desmayándose, no me arrepentia, al menos tenía tiempo suficiente de buscar a Carolina. Empezé a buscarla por todas las habitaciones de la casa, incluso en el baño. La encontré desplomada en el suelo de una habitación bastante escondida y tétrica. No dudé ni un segundo en cogerla y llevarla al hospital para un chequeo completo.
Cuando llegamos al hospital la atendieron casi de inmediato y durante el chequeo los doctores vieron que Carolina tenía las muñecas levemente dislocadas, pero lo suficiente como para que ella no las pudiera mover por si sola y unos rasguños en la parte posterior de la espalda, provocados por la fuerza que aplicó Nathan sobre ella.
Cuando ya me aseguré que estaría bien durante un rato, me fui de vuelta a casa de Nathan, él seguía en el suelo y con la misma cuerda que él usó sobre mi hermana le até a una silla cercana a donde estaba tirado, le puse un trapo en la boca y me volví a ir hacia el hospital.
Cuando llegué los doctores me informaron de que Carolina había recuperado muy levemente la consciencia pero era como si estuviera inconsciente, ya que le habían suministrado algo de anestesia para recolocarle bien las muñecas, así que me quede junto a ella al lado de la camilla. Al cabo de un rato, Carolina despertó fuera de los efectos de la anestesia, nada más verme, empezó a llorar. La comprendía porque la había dejado un rato sola y ese rato fue un infierno.
-¿Cómo estás? -pregunté.
-A salvo supongo. -respondió mientras le secaba las lagrimas.
-Y tanto que lo estas, tranquila ya estoy aquí. -dije para intentar reconfortarla de alguna manera. -Los doctores dicen que dentro de unas horas podrás ir a casa.
-Vale, ¿no lo veré verdad? -preguntó asustada.
-No, te lo aseguro.
-¿Puedo dormir otro rato más? -preguntó más relajada.
-Claro mi niña. Te dejo dormir mientras que voy a avisar a los doctores. -respondí yo también bajando un poco la guardia pero no del todo porque sospechaba que pasaría algo.
Llamé a los doctores desde la habitación donde nos encontrábamos ya que no la quería volver a dejar sola, cuando vinieron, les comenté que había despertado pero quiso seguir durmiendo y que se le veía algo mejor.
-De acuerdo le dejaremos una hora más de descanso para hacerle seguidamente las pruebas finales que determinarán si queda ingresada o no. -me comentaron.
-De acuerdo, muchas gracias. -despues de eso, me quedé con ella mirándola porque tampoco sabía que haría ahora.
Cuando dieron de alta a Carolina, nos fuimos a casa, ella insistió en querer ver a Nathan por ultima vez, yo no pude hacer nada ya que si no la llevaba no entraría a casa. Así que no tuve más remedio que llevarla. La puerta estaba rota, pero si la recolocabas no lo parecía. Nathan ya despierto, seguía atado en la silla, tal y como lo dejé.
-¡Mmpf! -intentó gritar pero no pudo por el trapo.
-Vaya, despertaste. -dije.
Me miró de manera despectiva, pero me dio igual.
-Creo que ya va siendo hora de llamar a la policía. -comenté.
-Mmh -dijo él.
-¿Nathan, que se siente estar ahí atado, tal y como me tenías a mí? -dijo Carolina algo enfadada.
Nathan no respondio. Se acercó y le quitó el trapo.