CHRISTIAN WILSON
-¿Nathan vas a colaborar o no? -pregunté, me estaba poniendo de los nervios.
Desde que me confesó que estaba enamorado de mi propia hermana, supe que elegí a la persona incorrecta para formar parte de mi vida, incluida de mi familia. Él sabía muchaas cosas de mí y yo también de él. Claro, llevamos más de siete años de amistad desde que nos conocimos.
-No pienses que colaboraré. A.ti no te debo nada Christian, tu hermana me pertenece ahora y siempre.
-¡En tus sueños! -gritó Carolina.
-Carolina, vete a casa. Yo me encargo. -le dije.
-No me voy a ir. -contestó irritada.
-Carolina Wilson, no te lo voy a volver a repetir. VETE A CASA.
-Esta bien... No tardes.
-Nos vemos otro dia, Cariño. -Interrumpió cómo no, Nathan con sus horrorosas palabras.
Cuando Carolina se fue, en mis venas recorría la ira, la rabia y la frustración. Fui a la cocina a por algo afilado. Concretamente los cuchillos; agarré uno y volví de vuelta al salon.
-Nathan. -dije, mientras me acercaba a él. -Tu heriste a alguien que aprecio y mucho, por tanto cobrarás las conseqüencias de meterte con los que amo. Hice mal al hablar aquel dia en el banco delante del parque, no debí entrar a tu vida y tu menos a la mía.
-¿Y con qué, con qué me vas a hacer pagar las conseqüencias, querido mejor amigo?
-Con esto. -terminé de decir, para acercar la punta del cuchillo a su cuello.
-Mira que miedo que tengo. -respondió de manera sarcástica Nathan.
Conmigo nadie jugaba.
Si alguien entraba en lugares al que no pertenece sería castigado por la ira que me recorriera en ese momento.
Empecé a clavar poco a poco ese cuchillo en su cuello, sacandolo y voviendo a insertar dentro. Una vez que ya me calmé, dejé el cuchillo a un lado.
-Esta vez queda así, pero no te ilusiones por mucho tiempo, esto aún no termina. -advertí. -Vuelve a acercarte a mi hermana y no voy a ser tan buena persona.-
Nathan, con la respiración agitada no respondió. Recogí mis cosas y me marché por la puerta que derrumbé.
Volví a casa, Carolina no estaba en el salón, suponía que estaría en su habitación.
Me lavé las manos, hice algo de merienda y fui a la habitación de Carolina.
Toqué dos veces a la puerta. -¿Puedo entrar?- pregunté.