CAROLINA WILSON
Cuando Christopher se fue, me quedé con Christian en la mesa y seguimos hablando.
-Es increíble cómo Nathan se aprovechó de nosotros y encima nos miente a la cara. Y yo que lo consideraba mi mejor amigo… -dijo.
-Es que mira que a mí al principio cuando lo vi por primera vez no me daba buena espina y te lo dije. -respondí algo desconcertada por su reacción. -Bueno, que ahora la cosa es, cómo le decimos que sabemos que es él el encargado de tantos golpes durante todo el día, ya que él no sabe lo de que puse micrófonos en su casa.
-Es que de verdad que no me lo puedo creer. ¿Pero por qué está derribando paredes día y noche? No lo entiendo. -resopló.
-No lo sé, Christian. No sé qué está tramando. -dije entre dientes.
-A veces flipo con las facetas reales de la gente que me rodea, de verdad. -soltó.
Al terminar la conversación me levanté y dejé mi plato en la pica para ir a mi habitación.
Nathan era muy raro y toda la gente que lo rodeaba también. Por no hablar de los amigos que tiene mi hermano, siempre termina juntándose con la gente más rara que encuentra.
Me apetecía salir un rato para despejarme, pero a la vez me daba pereza salir de casa. Siempre me pasa lo mismo cuando estoy aburrida. Al final decidí quedarme en casa mirando alguna serie.
-Carolina, voy a salir un rato a hacer unas cosas. Por favor no le abras la puerta a nadie, no quiero que vuelva a pasar lo mismo de la otra vez. -susurró Christian abriendo la puerta de mi habitación.
-Estate tranquilo que hoy no voy a abrir ni la puerta de mi habitación para salir.
-Vale, confío en ti. Portate bien.
-Vaaaaaale, no soy una niña de 4 años para que me digas eso. Dentro de poco ya voy a cumplir los 18. Te acuerdas, ¿verdad? -reí.
Christian entró a la habitación, me dió un beso en la frente y un pequeño abrazo mientras se reia de lo que acababa de decir.
Después del abrazo se fue, dejandome sola en casa otro día más.
Empecé a sacar mis cosas de la universidad para estudiar un rato mientras dejaba que pasara la tarde. Se acercaban la semana de exámenes y quería llegar bien preparada a los exámenes, por la constante presión y competencia que hay en la carrera por obtener las notas más altas. A pesar de que para entrar a la carrera de medicina se necesita una nota bastante alta, una vez dentro de la carrera la competencia por las notas no desaparece. Ya que para obtener una plaza en hospitales importantes o el que tu elijas, escogen a las personas con mayor nota de la universidad.
Esta semana empezabamos con la asignatura de anatomía. Por suerte esta asignatura se me da bastante bien a comparación de como se les da a mis compañeros de clase.
Pasé la mayoría de la tarde estudiando diferentes temas aparte del cual me tenía que examinar esta semana. Casi anocheciendo Christian volvió de donde fuera que había ido.
-Carolina, ya he vuelto. -gritó desde la entrada.
-Ya te he escuchado, no hace falta que grites.
-Era solo para asegurar que estabas en casa. Mira, te he traído tus snacks favoritos, ¿quieres? -preguntó mirando mi reacción.
-Obviamente voy a querer, ¿quién rechaza unos buenos snacks después de una tarde entera estudiando? -respondí con tono de broma.
-¿Eso es lo que has estado haciendo toda la tarde? Que estudiosa mi hermanita.
Christian se nota que necesita volver a venir a fastidiar un rato para relajarse, por tanto no me pensaba cortar en mi respuesta.
-Pues sí, no soy como otros…
-Se nota que has aprendido.
-Siempre aprendo algo nuevo. -afirmé mientras le enseñaba mi libreta de apuntes.
-Bueno dejo que sigas estudiando, me voy al salón a terminar unas cosas desde el ordenador.
Al terminar, se fue cerrando la puerta tras de sí.
Disfrutaba vivir con mi hermano a pesar de la diferencia de edades que tenemos, pero siempre respetaba mi espacio, mi privacidad, mi tiempo y sobre todo mis gustos. A veces se pasaba con el nivel de protección que me daba pero lo entendia, soy su única hermana al fin y al cabo. Y ahora me quiere proteger mucho más porque estoy a su cargo, al menos hasta que yo cumpla la mayoría de edad.
Al cabo de un rato escuché el timbre de la puerta y Christian fue a abrir.
-Hola Christian, cuanto tiempo, ¿no crees? -soltó una voz, que de inmediato reconocí como la de Nathan.
Ahora que ya habíamos descubierto parte de su plan, empezaba lo bueno.
-Qué. Quieres. Nathan. -Christian escupió palabra por palabra.
-Hablar con tu querida hermana. Y mira vengo en son de paz, solo le quiero preguntar una cosita.
Escuché unos sonidos que no descifré. Y luego unos pasos, que cada vez se acercaban más a la puerta de mi habitación.
-Carol, soy yo Christian. ¿Puedes salir un momentito? -preguntó Chris desde el otro lado de la puerta.
Su voz sonaba diferente, era él pero parecia que tenía miedo.
-Estoy estudiando no molestes. -respondí.
-Carolina, por favor… -insistió, pero aquella insistencia parecía más como una súplica.
-Esta bien, dame 10 minutos y salgo.
-Gracias, hermanita. -contestó Chris. Escuchaba como sus pasos se empezaban a alejar de mi habitación.
Me cambié de ropa a una sudadera con capucha oversized y unos pantalones de chándal. No iba a darle el gusto de ver mi precioso cuerpo a Nathan.
Me acerqué a la puerta y poco a poco giré la manilla.
Terminé de abrir la puerta y para nada estaba preparada para lo que me encontraría en el salón de casa.